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‘‘Terminé en prisión por nula defensa’’

Esperanza Reyes, quien purgó una pena por pagar con billete falso, censura la pésima justicia

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 31 de enero de 2014, p. 44

San Luis Potosí, SLP, 30 de enero.

Aún aturdida por las pocas horas transcurridas desde que salió del penal de La Pila, Esperanza Reyes Aguillón asegura que analiza proceder legalmente contra Miguel Martínez Castro, quien fue su defensor de oficio y por cuyo mal desempeño fue sentenciada a cinco años de prisión por pagar, sin saberlo, con un billete falso de 100 pesos.

La potosina dice que antes de ser sentenciada, en 2011, no conocía a Martínez Castro, actual subsecretario de Gobierno en la administración estatal del priísta Fernando Toranzo Fernández.

Esta ama de casa de 45 años de edad acusa que la deficiente actuación de su defensor de oficio la llevó a estar dos años tras las rejas en un periplo por diferentes reclusorios. Hasta las Islas Marías fui a parar, expresa.

Primero fue ingresada en el penal de La Pila; luego la trasladaron al reclusorio federal de Tepic, Nayarit; posteriormente fue recluida en las Islas Marías y en los primeros días de este año volvió a la prisión de La Pila.

En entrevista con La Jornada, Reyes Aguillón recuerda las vicisitudes y agresiones que vivió en las cárceles, donde hubo ocasiones que no sabía si era de día o de noche, pues estuvo completamente incomunicada en la penitenciaría nayarita.

Su nuevo abogado defensor, Jesús Mario de la Garza Marroquín, tramitó un amparo, y de esa manera el pasado 14 de enero la madre soltera potosina pudo regresar al penal de La Pila, en esta capital.

En marzo de 2011, Esperanza Reyes acudió a una papelería de la colonia Popular, en esta ciudad, a comprar una libreta para su hija y pagó con un billete de 100 pesos, sin saber que era falso.

La encargada del negocio llamó a la policía y Esperanza, madre de dos hijos, fue puesta a disposición del agente del Ministerio Público Federal en la capital del estado. El 12 de marzo fue consignada ante José Luis Cruz Álvarez, juez tercero de distrito en la entidad, quien le dictó una sentencia de cinco años de prisión.

Con una sonrisa luego de haber pasado la primera noche en su casa desde hace dos años, Reyes Aguillón comenta que más allá de que vaya a proceder legalmente contra Martínez Castro, piensa en ponerse a trabajar e incluso abrir un negocio propio, como una boutique.

–¿Cómo califica la actuación de su defensor de oficio?

–Totalmente mala. Me abandonó. No me tomó en cuenta y eso hizo que todo fuera contra mí y me sentenciaran nada más por sentenciar.

–¿Conoció a su defensor de oficio?

–No, para nada. Prácticamente no tuve contacto con él, no lo conocí, no supe nada de él.

–¿Sabe que ahora es funcionario del gobierno del estado?

–Algo me han platicado, pero si este cargo se lo dieron en premio por mi defensa, qué mal. Por su culpa hasta las Islas Marías fui a parar.

–¿Actuará legalmente en su contra?

–No sé, lo voy a pensar; ahorita lo que me interesa es disfrutar de mis dos hijos, de 8 y 10 años de edad, con los que no he estado desde hace más de dos años.

–Al haber estado recluida en cárceles de San Luis Potosí, Nayarit y las Islas Marías, ¿cuál fue su experiencia más difícil?

–La estancia en la cárcel de Tepic, Nayarit. Ahí sí estuve presa, encerrada; perdí la noción del tiempo, ni supe cuándo era de día o cuándo de noche. Nos prohibieron hablar incluso entre quienes estábamos en la misma celda, nos ordenaron que no hubiera ruido para nada.

–¿Con qué personas convivió?

–Conviví, por ejemplo, con una mujer que fue amante de (Amado) Carrillo Fuentes (líder del cártel de Juárez, conocido como El señor de los cielos) imagínese, convivir con este tipo de gente. Ahí mismo me preguntaba, ¿qué hago aquí?, ¿por qué estoy aquí?, si yo no soy delincuente como ellos, yo sólo fui a comprar y pagué con un billete de 100 pesos que no sabía que era falso. No se vale, no se vale que me hagan esto.

–¿La maltrataron?, ¿la golpearon?

–Sí, cuando nos trasladaron de aquí (penal de La Pila, en San Luis Potosí) a la prisión federal de Tepic. Esa vez pensé que iba a salir libre y cuál fue mi sorpresa que no, que nos estaban cambiando a mí y a 11 reclusas más a otra cárcel.

Me dijeron que me esperaban en el locutorio a las cinco de la mañana, y cuando llego ahí me encuentro al director del penal, que nos informó que nos iban a cambiar de prisión y de ahí nos llevaron al aeropuerto para irnos en avión.

Durante el vuelo –agrega–, nos golpearon sin razón las agentes federales. Bastaba con voltear la cabeza y enseguida me golpean en la cabeza y en la espalda. Y yo sin poder decir algo, sólo me aguantaba.

Cuenta que cuando llegaron a Tepic la bajaron con violencia del avión, la colocaron contra un camión y le abrieron con brusquedad las piernas, lo cual le lastimó una de esas extremidades. En una segunda sacudida le lesionaron la columna vertebral, padecimiento del cual aún no se repone.

Recuerda que en las penitenciarías conoció a otras mujeres recluidas injustamente, todo por el mal sistema de justicia que se aplica en el país. Criticó al gobierno federal por no atender sobre todo a las personas de escasos recursos, principales víctimas del sistema.

Contenta, Reyes Aguillón dice que disfrutará unos días a sus hijos y luego buscará trabajo; incluso piensa, más adelante, abrir un negocio propio, como una boutique.

Esperanza es hija de Dionisio Reyes Mendoza y de María Aguillón Galván; su padre murió a los 70 años de edad y su madre radica en el municipio de Tamasopo, en la Huasteca potosina.

Rememora que en su infancia siempre fue una niña callada, reservada, casi no tenía amigas y prácticamente solo jugaba con Eréndira, su hermana menor; no obstante, señala, su niñez fue alegre. Le agradaba jugar a la escuelita con su hermana, pues desde entonces anhelaba ser maestra de kinder, ya que le gustan mucho los niños.

De tez morena y cabello negro, sus ojos tienen un leve tonalidad de verde. En su juventud siguió siendo seria, por eso los muchachos casi no se le acercaban. No tuve novio hasta los 20 años, pero si me costó mucho acostumbrarme; me daba miedo hasta de que me agarraran de la mano.

Esperanza refiere que su familia es como las clásicas familias mexicanas de antaño, numerosa: en total fueron 11 hermanos, algunos de los cuales murieron siendo bebés, pues mis padres eran pobres y no tenían para pagar los medicamentos cuando se enfermaban. De los 11, solo están con vida ella y cinco hermanos (cuatro varones y un mujer).

Subraya que cuando estuvo en prisión bloquearon su credencial de elector, por lo que carece de ella, pero en los próximos días voy ir a arreglarla, les voy a mostrar mis papeles de libertad.

Después de salir de penal de La Pila, la tarde del miércoles, Esperanza durmió en la casa de su hermana Eréndira en la colonia Himno Nacional segunda sección, de la capital potosina.

Afirma que solo espera acostumbrarse a la libertad para volver a su casa, ubicada en la colonia Seis de Junio, considerada de alta marginación, porque tengo cosas que hacer.