Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 26 de enero de 2014 Num: 986

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La melancólica
sonrisa del editor

José María Espinasa

La vida es un viaje
Vilma Fuentes

En tierras de Vallejo
Juan Manuel Roca entrevista
con Juan Gelman

Gelman, en el
nombre del hijo

José Ángel Leyva

Carta abierta a
Juan Gelman

Tres poemas inéditos
Juan Gelman

Tres rostros en una obra
Marco Antonio Campos

La palabra de
Juan Gelman

Hugo Gutiérrez Vega

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
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Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


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Germaine Gómez Haro
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Centenario del Museo de Bellas Artes de La Habana

A la doctora Margarita Ruiz, con mi admiración

Hacia 1910 el reputado arquitecto cubano Emilio Heredia Mora hizo un llamado para recabar apoyo público y privado con el fin de crear el primer museo importante en La Habana. En el lapso de dos años, numerosas instituciones civiles y religiosas, artistas y coleccionistas, donaron, prestaron o depositaron lo que constituyó el núcleo inicial de una amplia y variada colección enciclopédica. A la manera de los antiguos gabinetes de curiosidades o Wunderkammern, convivían la arqueología, la etnografía, las artes plásticas, archivos y objetos históricos, la historia natural y las artes aplicadas en el edificio conocido como Antiguo Frontón, mismo que abrió sus puertas en 1913. A partir de entonces, el novel museo fue víctima de un nefasto peregrinaje por distintas sedes a lo largo de cuatro décadas, a pesar del tesón de su director, el pintor Antonio Rodríguez Morey, quien dedicó casi cincuenta años de su vida a esta institución y por la que libró numerosas batallas. Hay que recordar que, tras uno de los varios desalojos que sufrió el museo y la amenaza del Estado de embodegar las colecciones, Rodríguez Morey se levantó en armas apoyado por estudiantes de la Universidad –entre ellos el joven revolucionario Julio Antonio Mella– para defender el patrimonio y exigir una sede digna y permanente. El éxodo continuó bajo la mirada desinteresada de los funcionarios en turno, hasta la apertura del Palacio de Bellas Artes en 1955, ya bajo el régimen de Batista, quien intentó ganarse la simpatía de artistas e intelectuales con la creación del gran museo que tanto se esperaba. El arquitecto Alfonso Rodríguez Pichardo fue convocado para realizar el proyecto de un edificio de corte racionalista que integró la arquitectura y las artes plásticas en una afortunada fusión. El inagotable entusiasmo y dedicación de Rodríguez Morey y la creación de la nueva sede dieron lugar a la incorporación de importantes colecciones privadas, entre ellas la del doctor Joaquín de Gomá, conde de Lagunillas, cuyo acervo de más de seiscientas piezas de arte de la Antigüedad constituye uno de los núcleos fundamentales de esta institución. Este excéntrico personaje fue un apasionado de la arqueología y logró reunir una excelsa colección considerada la más importante en América Latina, con piezas provenientes de Asia Menor, Etruria, Egipto, Grecia y Roma, entre las que destaca el soberbio tesauro de vasos griegos, los retratos funerarios de Fayum, una cabeza de Amón en basalto negro, tablillas sumerias con escritura cuneiforme, y muchas otras joyas. El museo define entonces su perfil museológico y se transforma en una gran institución dedicada a las Bellas Artes, sede de la colección de arte europeo (escuelas de Alemania, Flandes, Holanda, Italia, Gran Bretaña y España, siendo éste el acervo más significativo que existe fuera de la península ibérica), la colección latinoamericana, pintura estadunidense de los siglos XVIII y XIX, estampas japonesas, la colección de arte de la Antigüedad y la colección de arte cubano que reúne el amplio panorama de la pintura de la Isla desde la Colonia hasta nuestros días, con ejemplos paradigmáticos de todos los artistas importantes y una sala dedicada a Wifredo Lam.

Con el triunfo de la Revolución, el éxodo masivo de la burguesía habanera sacó a la luz numerosas colecciones particulares antes desconocidas que fueron expropiadas e integradas al museo, enriqueciendo significativamente su catálogo. Por años se contempló la ampliación del recinto y, finalmente en 2001, se inauguró el complejo museal que hoy representa la institución cultural más importante del país. El edificio modernista, construido en los años cincuenta, alberga actualmente las Colecciones de Arte Cubano cuyo corpus se han ido incrementando modesta pero sostenidamente. A unos cuantos pasos se encuentran las Colecciones de Arte Universal, ubicadas en el impresionante palacio que fuera el Centro Asturiano, uno de los principales ejemplos de la arquitectura ecléctica republicana, espléndidamente remodelado y acondicionado para su nueva función museística.

En sus cien años de turbulenta vida, el Museo de Bellas Artes de La Habana es una sólida institución de alto prestigio mundial. Un sueño largamente acariciado convertido en realidad gracias a la perseverancia de quienes, contra viento y marea, han apostado por la educación, la cultura y el arte como herramientas fundamentales para la creación de una sociedad más humana.