Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 12 de enero de 2014 Num: 984

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Ahumada
Jesusa Rodríguez

Tamayo y la
evolución del color

Arturo Rodríguez

El derecho a hablar
se lo gana uno

Eduardo Medina entrevista
con Fernando Vallejo

Revolución tecnológica
y literatura

Xabier F. Coronado

Avérchenko,
el intemporal

Ricardo Guzmán Wolffer

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Columnas:
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Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
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Jorge Moch
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Indeseables, impunes, imperdonables

A pesar de una costosísima, machacante campaña de propaganda desplegada por el desgobierno del priísta Peña Nieto, muchos mexicanos seguiremos rechazando la infamante subasta de la soberanía nacional que representa su contrarreforma energética. Los discursos que ensalzan la venta del país en pos de un presunto progreso económico se desmoronan ante la rapacidad de las trasnacionales y, sobre todo, ante la flagrante realidad en que sucede lo contrario a lo prometido: hace unos meses se nos aseguraba que no subirían los impuestos y éstos escalan galopantes; se nos prometió que bajarían las tarifas de consumo eléctrico y los recibos están llegando a los hogares con alzas injustificadas y absurdas; se nos dijo que no se gravarían los alimentos y resulta que con una argucia legaloide se están clasificando dentro del mismo grupo que la comida chatarra, por su contenido calórico, alimentos como la carne de res y la mantequilla. Al final estamos exactamente en el peor panorama posible: todo sube menos los salarios, a no ser que consideremos como seria esa infamia de aumento de dos pesos y medio al mes. Y el desgobierno niega estúpidamente la inflación, la recesión y una rediviva crisis económica que parece ya una forma de vida.

Una de las amenazas que conciernen a quienes saben de hidrocarburos y su extracción en términos de la contrarreforma peñista es el gas de esquisto o gas de pizarra. Entre las modificaciones impulsadas por el gobierno y la derecha protoempresarial que más laceran la soberanía estratégica y ecológica del país, está la posibilidad de que las compañías mineras, casi todas extranjeras y todas terriblemente lesivas para el medio ambiente, puedan realizar extracción de gas. En el caso del gas de pizarra, un hidrocarburo que permanece encapsulado en vetas de ese mineral o de lutita, su extracción se realiza por medio de fractura hidráulica, conocida en inglés como fracking. El fracking ha demostrado ser una técnica terriblemente dañina para el medio ambiente.

HBO lanzó al aire hace unas semanas Gasland (Tierra de gas), un filme que realizó el documentalista estadunidense Josh Fox a raíz del ofrecimiento de cien mil dólares que le hizo una gasera a cambio de que le permitiera extraer gas de pizarra en su propiedad, en Pensilvania. Fox hizo un minucioso seguimiento de las causas y efectos que rodean tanto la fractura hidráulica como su producto, y encontró serias violaciones a prácticamente todos los protocolos de seguridad y conservación vigentes en Estados Unidos. De paso, reveló cómo las gaseras y petroleras invierten ingentes cantidades de dinero en cabildear, corromper, ocultar y simular todo aquello que estorba a su camino depredador, aunque en ello se atropellen derechos tan elementales como el derecho a tener agua limpia en casa: el documental contiene escenas escalofriantes de mangueras y grifos que en lugar de agua escupen fuego como sopletes, porque la extracción de gas pizarra contamina con sustancias venenosas e inflamables, como el tolueno, mantos freáticos y hasta redes municipales de agua potable. El documental se asoma, también, a la cada vez más documentada versión de que elfracking crea condiciones que desencadenan movimientos telúricos. Al menos dos temblores en Inglaterra y uno en Arkansas han sido achacados a esta práctica. Otro efecto es la emisión masiva a la atmósfera de metano, nocivo gas de invernadero. En una extracción de gas pizarra, el metano simplemente es liberado sin control.

México, este México entreguista, agachón y sumiso, figura en el mapa de sondeos de la Energy Information Administration (EIA) de Estados Unidos como poseedor de depósitos de gas pizarra. Otros países con más dignidad o visión se han negado a proporcionar información o ser diagnosticados, allí China, Cuba, Nicaragua o Perú, pero también Italia, España, Portugal y Suiza. México contiene yacimientos de gas pizarra a lo largo del litoral del Golfo de México (Veracruz, Tamaulipas y Tabasco), pero también en parte de Nuevo León y Chiapas. No quiero imaginar las consecuencias ecológicas y sociales que la extracción –además innecesaria– de ese gas acarrearía en territorios cruzados por la marginación, la pobreza y la violenta delincuencia que hoy nos da fama mundial.

Así, la contrarreforma peñista favorece indeseables prácticas de empresas impunes, solapadas por imperdonables politicastros que han comprometido la patria por unos dólares. La historia de siempre en México: la sempervirente historia de una traición.