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Algunos de los edificios son testigos de la Guerra de Castas, ahí radica su valor histórico

Pobladores y el INAH rescatan conventos e iglesias de los siglos XVIII y XIX de QR

Están en las comunidades de Tihosuco, Chunhuhub, Sabán, Sacalaca, Huay Max y Tepich

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Conjunto conventual en TihosucoFoto cortesía del INAH
 
Periódico La Jornada
Viernes 10 de enero de 2014, p. 5

Algunos conventos e iglesias de los siglos XVIII y XIX, testigos de la Guerra de Castas y primeros asentamientos españoles construidos después de la conquista –que lo mismo fueron abandonados que dinamitados durante la rebelión indígena– son remozados por pobladores de comunidades en la Zona Maya y por arquitectos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Quintana Roo.

En la región central, conocida como Zona Maya, se conservan diversas construcciones civiles y religiosas de los siglos XVIII y XIX, cuyo valor documental, artístico e histórico resulta de la mayor relevancia para la entidad, las cuales se encuentran en las comunidades de Tihosuco, Chunhuhub, Sabán, Sacalaca, Huay Max y Tepich.

Los trabajos se desarrollaron en una primera etapa en los templos de Sabán, Sacalaca, Tihosuco y Lalcah, y de manera más reciente, en el conjunto conventual localizado en Tihosuco, y en la capilla de Chunhuhub, con mano de obra de ambas comunidades.

En las temporadas 2003 y 2004 los trabajos estuvieron dirigidos por el arquitecto Porfirio Mateos Hernández, y a partir de 2012, por Luis Ojeda Godoy, ambos del Centro INAH de Quintana Roo.

En el caso de Tihosuco, explica Adriana Velázquez Morlet, titular de la dependencia, estas acciones tienen mayor relevancia, si se considera que en esta comunidad existe una propuesta del INAH para declarar Zona de Monumentos Históricos un perímetro de 25 manzanas, en las cuales se conservan, por lo menos, 33 edificios con elementos tipológicos de la arquitectura de los siglos XVII al XIX, siendo la única población del estado con estas características.

En la época colonial –prosigue Velázquez Morlet– Tihosuco y Chunhuhub formaban parte de la casi despoblada región de los Beneficios Altos, a pesar de que durante la época prehispánica había contado con una enorme población.

Pero, después de la conquista, las enfermedades y la fuga de las poblaciones indígenas hacia territorios no dominados por los españoles, ocasionó un descenso drástico en la población de la región.

Este asentamiento de Tihosuco (originalmente Tihotzuk, de Jo’otsuuk, Cinco) era la capital de los Beneficios Altos y representó uno de los límites orientales del dominio español en la península de Yucatán; por esta razón se edificó en el poblado una iglesia importante y se asentó una de las comunidades más numerosas de la región.

De hecho, afirma la arqueóloga, esta edificación fue uno de los primeros asentamientos españoles creados en la zona después de la conquista y, debido a su ubicación cercana a los dominios no colonizados, tuvo que ser abandonado y vuelto a poblar al menos en dos ocasiones.

En el lugar –describe– existía una importante población criolla y española, pero la mayor parte eran habitantes indígenas, organizados en una República de Indios, con su propio batab o jefe regional.

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Capilla de ChunhubhubFoto cortesía del INAH

La primera iglesia, posiblemente dedicada a San Agustín, era una rica e importante parroquia de visita en la que los franciscanos enseñaban la doctrina cristiana a los niños indígenas; a finales del siglo XVIII y principios del XIX, Tihosuco tuvo más de 5 mil habitantes y fue un pueblo próspero que vivía de las plantaciones de caña de azúcar y del contrabando que llegaba de Bacalar y Vigía Chico.

Otra historia destacable es la de la iglesia llamada del Niño Jesús y su casa conventual, las cuales fueron terminadas en 1839 y ocho años después, en 1847, tras comenzar la rebelión indígena llamada Guerra de Castas, fue abandonada en 1866 y dinamitada por los rebeldes.

Por esta razón, el pueblo fue abandonado y devorado por la selva, hasta que en 1932 fue repoblado por migrantes yucatecos, que devolvieron el culto a la arruinada iglesia y recuperaron las casas abandonadas.

Por su parte, Chunhuhub (Junto al caracol) se fundó hacia finales del siglo XVI como una pequeña comunidad limítrofe del dominio español, que recibió en más de una ocasión, y por periodos muy prolongados, a los habitantes de Salamanca de Bacalar que huían de los ataques de los indígenas insumisos y de las terribles condiciones del medio ambiente.

En el siglo XVII, los españoles intentaron conformar una reducción indígena en Chunhuhub, por su cercanía a las regiones salvajes del actual Quintana Roo, por lo que la iglesia consagrada entonces a San Juan Bautista tuvo especial relevancia.

Al estallar la Guerra de Castas, comenta Adriana Velázquez, el pueblo entero fue destruido e incendiado, quedando la iglesia en ruinas y el pueblo abandonado hasta la primera mitad del siglo XX, cuando fue repoblado y la iglesia rebautizada con el nombre de Sagrado Corazón de Jesús.

En Tihosuco y Chunhuhub, los trabajos desarrollados en estos templos por el Centro INAH Quintana Roo, abiertos al culto, han sido profundamente respetuosos de la condición en que quedaron durante la guerra, puntualiza la funcionaria.

Por esta razón no se ha planteado su reconstrucción, sino únicamente la estabilización de los inmuebles y la atención a los deterioros, incluyendo la limpieza de los muros de mampostería así como la consolidación y restitución de sus acabados como la pintura de los muros intervenidos, utilizando cal para la preparación de morteros y pintura, así como técnicas indicadas para trabajar con edificios de estas características.

Los trabajos de conservación se realizan como parte de las acciones del INAH de impulsar y desarrollar la recuperación y conservación de los monumentos históricos de Quintana Roo, y trabaja de manera conjunta con las comunidades, mediante el Programa de Empleo Temporal, de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).