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Zonas azules

D

esde tiempo inmemorial, a la humanidad le ha atraído la idea de vivir por largo tiempo; nos preocupa la brevedad de la vida. “Cuán pronto se va el placer…” escribe el poeta español; al menos cantos, al menos flores exclama nuestro Nezahualcóyotl. Ante la fugacidad se explica la búsqueda de la fuente de la eterna juventud, que según la leyenda impulsó a una larga expedición a Juan Ponce de León en el siglo XVI. En los años recientes abunda la literatura en Estados Unidos que identifica los pasos a seguir para vivir una larga vida con salud.

Es el caso del libro The blue zones (Las zonas azules), escrito por Dan Buettner y publicado por National Geographic en 2008. Ahí da cuenta de la experiencia vivida al analizar lo que ocurre en cinco poblaciones del mundo –zonas azules– en las que se ha registrado una mayor proporción de personas que han alcanzado el siglo, o incluso lo han rebasado: Okinawa, Japón; Oghastra, Cerdeña; Loma Bonita, California; Nicoya, Costa Rica, e Ikaria, Grecia.

No es la primera vez que Buettner visita algunos de estos lugares. En este libro los describe desde el punto de vista geográfico, entrevista a diversos hombres y mujeres centenarios, recaba datos a partir de investigaciones realizadas por especialistas y después de llevarnos de la mano por cada uno de estos atractivos pueblitos, enlista sus conclusiones.

No sorprenden sus hallazgos ni las coincidencias. Una de ellas es la importancia de la familia, de sentirse acogido por ella, el respeto que se tiene hacia los mayores como fuente de experiencia y de apoyo en las labores domésticas y en la crianza de los hijos. Trabajar, sentirse útiles y lograr que la vida tenga un sentido, va de la mano con hacer algo por los demás.

Otro tema muy importante es el movimiento: sea que se camine en las pronunciadas colinas de Cerdeña o de Ikaria, que se cultive el huerto familiar en Okinawa o en Nicoya, o que se haga labor social y ejercicio programado en el caso de Loma Bonita, es muy importante mantener el cuerpo ágil y en alerta.

Compartir con los amigos, tomar el sol, vivir el contacto con la naturaleza, reírse y apreciar los dones de la vida son otras de las claves en las zonas azules; también resalta confianza en la vida y el sentido de comunidad que alejan las tensiones, el estrés.

En todos los casos la alimentación tiene gran importancia: se trata de una dieta a base de ingredientes frescos, no industrializados: muchas verduras, tubérculos, frutas, poca grasa y poca carne, son la constante. La merienda es ligera. Se toma agua con regularidad. Vendrán luego las particularidades de cada población.