Deportes
Ver día anteriorDomingo 1º de diciembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Uno se siente importante, señala Abimael García Pérez

Niños triquis disfrutan el éxito, pero temen que termine

Me gusta cómo nos recibe y nos trata la gente: Melquiades Ramírez

 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de diciembre de 2013, p. a15

Melquiades Ramírez de Jesús tal vez es el más bajito de la selección triqui de basquetbol. Tiene 10 años pero no mide más de 110 centímetros. A pesar de estar tan cerca del suelo logró llamar la atención en un deporte en el que suelen destacar los más espigados y larguiruchos.

Sin embargo, Melquiades fue tratado ayer como celebridad, como si el diminuto jugador estuviera fichado por algún equipo de la NBA.

No fue gratuito. Mientras la selección mexicana de futbol se despeñaba en uno de los momentos más negros de su historia, al tener que disputar el repechaje para asistir al Mundial de Brasil, los niños oaxaqueños dieron la noticia de que habían ganado todos sus partidos en el Festival Internacional de Minibasquetbol en Argentina.

Desde entonces, donde se paran provocan furor, empatía por ser triquis, porque juegan descalzos, porque ellos sí ganan, por muchas razones. Ayer, durante una exhibición en el deportivo Plan Sexenal, volvieron a ser el centro de atención.

Me gusta cómo nos recibe y nos trata la gente, dice Melquiades en un español que le cuesta trabajo, como si le estorbara y que hace a un lado para expresarse con soltura en su lengua materna con sus compañeros. Está chido, dice otra vez en castellano, en una mezcla de pena y placer por el revuelo que provocan.

Lo que está viviendo no se lo esperaba, como tampoco que en julio pasado viajara por primera vez a Estados Unidos, país mítico para el pueblo triqui, donde todos pretenden migrar apenas están en edad de hacerlo.

Fue a Orlando para participar en una competencia, pero lo que más recuerda es el viaje: montarse en el avión y la sensación del vuelo que –dice Melquiades– es como traer una hormiga en el corazón.

La competencia no fue afortunada. La diferencia física con los niños estadunidenses, muy desarrollados, fuertes y con mucha técnica, les resultó insuperable.

Foto
Los pequeños gigantes de la montaña jugaron un partido de exhibición en el deportivo Plan Sexenal de la delegación Miguel HidalgoFoto José Antonio López

No importa, porque también recuerda que conoció a Mickey Mouse y el Mundo Disney. Antes, dice, ni sabía que existían.

Los pequeños oaxaqueños reciben regalos mientras atienden a sus fans. Reparten autógrafos y posan para fotos captadas en infinidad de celulares de adultos y niños que consideran héroes a los basquetbolistas que se hicieron célebres por jugar descalzos. Aunque en la exhibición de ayer sólo un par de ellos prescindió del calzado deportivo.

Abimael García Pérez, de 12 años y también integrante del equipo triqui, recuerda el mismo viaje con emoción. Dice que no podía creer que existiera un lugar tan bonito como Estados Unidos, aunque como todos sus compañeros han escuchado leyendas de ese país del norte, porque es usual tener un pariente o casi toda la familia trabajando del otro lado de la frontera.

Tan sólo mi papá pasó 10 años allá, y tengo mucha familia viviendo en Estados Unidos, cuenta Abimael, un chico con un talento espontáneo para expresarse. No es triqui, aclara, sino de cultura zapoteca, de la Sierra de Juárez. Sin embargo, y aquí hace una mueca para resaltar su pena, no aprendió a hablar la lengua de sus ancestros.

Es por la migración, porque todos han tenido la necesidad de irse al norte y entonces se ha perdido nuestra lengua y nuestras tradiciones, pero voy a aprender mi lengua, porque no quiero que se pierda, aclara Abimael mientras firma la camiseta a una niña.

No puede ocultar que disfrutan ser famosos, que el Presidente los haya recibido y que aparecen en programas de televisión y en las portadas de los diarios.

Uno se siente importante, dice de una sola vez, pero no quiere parecer ingenuo. Lo que me da miedo es que todo esto se acabe, suelta con frialdad antes de retirarse a una comida homenaje a los pequeños gigantes de la montaña.