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Los egos han dañado el desarrollo de este deporte, dice el entrenador

La fusión Aguirre-Corral rompió paradigmas de la gimnasia mexicana
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de noviembre de 2013, p. a13

La historia de Óscar Aguirre Jalil es como él mismo la describe: de locura. Estudio la carrera de contador, incursionó en el taekwondo y la gimnasia lo atrajo cuando vio los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. A partir de ahí su vida se transformó.

Yo quiero hacer esto recuerda el entrenador, ganador del Premio Nacional de Deportes 2013, quien de su bolsillo pagó la materia de gimnasia en la Universidad Autónoma de Nuevo León que impartían dos búlgaros.

Ese fue su primer contacto. Después, sin trabajo, la suerte lo favorecería a los 28 años de edad. “Estaba en mi casa, abrí el periódico y vi el anuncio de que solicitaban maestros de gimnasia. Acudí, pero no estaba Adriana Forte, dueña del club, porque andaba en Japón, y el que me contrató fue su esposo.

“Cuando ella me conoció, me habló fuerte y me dijo ‘ya sé que no sabes nada de gimnasia, pero me encanta cómo trabajas’. Sentí que la sangre se me iba a los pies.

Comencé a estudiar, a leer, a prepararme. Buscaba libros que pudieran ayudarme a recibir información actualizada. Tomaba cursos en Estados Unidos y otros aquí con ucranianos y rusos, porque quería ser un buen entrenador. Todavía no sé, pero hago como que sé, dice entre risas el regiomontano.

Con la buena fortuna y el ímpetu de sobresalir del anonimato, Aguirre recibió la oferta de irse a trabajar al Instituto del Deporte de Baja California. Fue en ese lugar cuando encontró a un niño talentoso, con quien ha trabajado desde hace 11 años.

La fusión entre Daniel Corral y el entrenador fue como un choque eléctrico de dos personas que se han identificado con el mismo objetivo: romper paradigmas de la gimnasia mexicana en el plano mundial.

Desde chiquito Daniel comenzó a destacar. Muy jovencito ganó medallas y estableció récords. Ahora es subcampeón mundial y medallista de oro universitario y ahí vamos hacia Río 2016, porque ese es el proyecto que tenemos los dos y que comenzamos a ofrecerlo y venderlo en 2004 al gobierno del estado para estar en el podio olímpico, menciona el preparador.

Rechaza que los entrenadores estén devaluados en México, aunque acepta que hay entidades que no dan apoyos suficientes para capacitarlos.

Todo depende de nosotros, de ser escuchados. El dinero ahí está y es mucho, pero hay que convencer a las personas de arriba con proyectos que den resultados y actualizarse, aunque admite que le está costando caro a su gremio, donde los egos han perjudicado el desarrollo de la gimnasia nacional.

La envidia en un deporte practicado por clases media y alta, y sumamente costoso –se invierten en promedio 3 millones de pesos para tener un gimnasio con aparatos de vanguardia–, ha sido una constante que no se ha erradicado, confiesa Aguirre, quien ahora debe tolerar el resquemor de sus compañeros, inclusive de la propia federación del ramo, porque llega un pelado que nunca fue gimnasta con un niño talentoso y que lo único que les aconseja es que no dejen de estudiar, que se capaciten y no tengan miedo de preguntar.