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En su primer gran escrito, convoca a líderes mundiales a luchar contra la desigualdad

El Papa censura la nueva tiranía del capitalismo desenfrenado

Exige una Iglesia católica misionera que deje atrás el modelo burocrático y doctrinario

Habla de dar más espacio a la mujer, pero el sacerdocio reservado a varones no se discute

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El papa Francisco recibió ayer a representantes sindicales argentinos en audiencia privada celebrada en el VaticanoFoto Reuters/Osservatore Romano
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El obispo Lorenzo Baldisseri presentó ayer Evangelii Gaudium (La alegría de la fe), primer gran escrito del pontífice Jorge Mario BergoglioFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de noviembre de 2013, p. 30

Ciudad del Vaticano, 26 de noviembre.

El papa Francisco pidió a los líderes mundiales luchar contra la desigualdad y atacó el capitalismo desenfrenado, al que consideró una nueva tiranía, tras difundir la exhortación apostólica Evangelli Gaudium (La alegría de la fe), primer gran escrito como pontífice, en el cual aboga por una sana descentralización y renovación de la Iglesia católica.

El primer Papa no europeo en más de mil 300 años sostuvo en este primer gran escrito que “así como el mandamiento de ‘no matarás’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata”.

Aseveró: no puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión.

En el documento, en el que amplía las visiones que ha difundido en sermones y comentarios desde que sucedió al renunciante Benedicto XVI, el Papa argentino consideró que el sistema económico actual es injusto desde la raíz, porque en la economía predomina la ley del más fuerte, siendo una nueva tiranía invisible, a veces virtual, dominada por un mercado divinizado, en el que imperan la especulación financiera, una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta.

Jorge Mario Bergoglio criticó el sistema económico global, atacó la idolatría al dinero y suplicó a los políticos que garanticen a todos los ciudadanos trabajo digno, educación y cuidado de la salud. También pidió a los acaudalados que compartan su riqueza y advirtió que la distribución desigual de ésta inevitablemente lleva a la violencia.

Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo, escribió.

El Papa denunció que se considere al ser humano un bien de consumo. Hemos dado inicio a la cultura del descarte; los excluidos no son explotados sino desechos, sobrantes.

Criticó a aquellos que “todavía defienden las teorías del ‘derrame’, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra por sí mismo mayor equidad e inclusión social. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando”, recalcó.

Francisco dijo que la renovación de la Iglesia no puede ser postergada y agregó que el Vaticano y su jerarquía arraigada también necesitan escuchar el llamado de la conversión pastoral.

En el documento de casi 200 páginas, Bergoglio exigió que la Iglesia emprenda nuevos caminos y métodos creativos. Prefiero una Iglesia accidentada, herida, manchada por salir a la calle, antes que una enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.

El pontífice propuso pasar de un modelo de Iglesia burocrática y doctrinaria a una misionera, alegre, abierta a los laicos y a los jóvenes.

Asimismo pidió mayor compromiso de los obispos y aseguró: tampoco creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo. No es conveniente que el Papa remplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios.

En su opinión, una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia, y por ello subrayó la necesidad de avanzar hacia una saludable descentralización.

En los asuntos de la familia el Papa reafirmó la postura de la Iglesia en temas como el aborto, del cual dijo que no es un asunto que esté para revisiones modernizadoras. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana y añadió: también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, sobre todo cuando el bebé nace como producto de una violación.

En el ámbito de los desafíos, habló de dar más espacio a la mujer en la Iglesia, así como en la sociedad, y pidió garantizar la presencia de las mujeres en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales, aunque sentenció que el sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo esposo que se entrega en la Eucaristía, no está a discusión.

El pontífice volvió a denunciar la globalización de la indiferencia, así como la trata de personas”, y pidió a los países que acogen a inmigrantes una generosa apertura y ayuda para las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia.

Pidió humildemente a los estados musulmanes dar libertad religiosa a los cristianos.

Desde su elección, Francisco ha establecido un ejemplo de austeridad en la Iglesia, pues vive en una casa de invitados del Vaticano en lugar del Palacio Apostólico, viaja en un Ford Focus y el mes pasado suspendió a un obispo que gastó millones de euros en una lujosa residencia.

El obispo Lorenzo Baldisseri fue el encargado de presentar el documento en una ceremonia.

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