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El cantautor reunió a 60 mil personas en el Zócalo capitalino

El Gobierno del DF festejó con El Buki la Revolución Mexicana
Foto
El público se entregó a Marco Antonio Solís El BukiFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Viernes 22 de noviembre de 2013, p. 9

Marco Antonio Solís, El Buki, puso el acento en sus composiciones rancheras mezcladas con ritmos michoacanos la noche del pasado miércoles, en su concierto-festejo por el 103 aniversario de la Revolución Mexicana, en el Zócalo capitalino, donde 60 mil personas (según los organizadores) se entregaron hasta el desgañite con 22 trozos del alma, como llama el autor de Dónde estará mi primavera a sus melodías.

El Buki (niño, en purépecha) apareció en el escenario hasta las nueve de la noche. La orquesta tocó una introducción compuesta por fragmentos de sus rolas más conocidas, ipso-facto reconocidas por la multitud. La mayoría sólo aplaudió, pero hubo escenas de verdadera histeria de algunas mujeres que gritaron al músico lo guapo que les parece, lo enormemente bien vestido, su estructural cuerpazo (ahora se ha metido al gimanasio), lo hiperbien que canta.

Famoso en toda Latinoamérica

Es elevado a nivel de ente superior y revalidó lo que se dice de él en el ámbito grupero: que en México es grande, en Puerto Rico es ídolo y en República Dominicana es dios. Su fama se extiende a toda Latinoamérica desde hace varias décadas.

El concierto fue organizado por el Gobierno del Distrito Federal y se ejecutó un operativo policiaco con mil elementos. La megatocada fue resguardada al máximo y los filtros para llegar fueron estrictos. En los edificios brillaban los rostros de Pancho Villa y Emiliano Zapata, así como una gran manta en la que se leía la consigna de defender el petróleo, que fue retirada a mitad del concierto.

El ídolo de multitudes arribó al escenario a las nueve de la noche, entre gritos de ¡Buki, Buki, Buki!, quien saludó: Buenas noches, hermanitos. En adelante todo fue el romanticismo y los consejos que han hecho famoso a Marco, en los que explica el origen y la línea del tiempo de cada rola.

El público pidió a gritos sus preferidas, como Tu cárcel, Si no te hubieras ido, Dónde estará mi primavera y tantas otras enclavadas en la sabrosa cultura del dolor.

De pantalón negro y saco rojo, comenzó con un recuerdo de los días en que Marisela era la flecha en su corazón, e interpretó No puedo olvidarla. En el mismo tono, pero de años más recientes, El mayor de mis fracasos, que refiere una profunda tristeza. La intención es hacer una fiesta aquí, esta noche, en la que podamos bailar y cantar, en este lugar tan histórico, que es nuestro Zócalo capitalino. Recordemos esta pieza de 1989. Y se arrancó con Ahora te vas, que provocó un removedero de recuerdos y agitó mares de sentimientos.

Un grupo de muchachas se burlaba del cantante entre carcajadas. “¡Ya, Cepillín, mejor canta!”, se comentaban ante cada parlamento de Marco. Saca el pisto. Así es en su idioma, dijo la joven más cáustica. Reducía a Marco al nivel de naco, entendiendo por esta palabra algo así como vulgar y de pobre calidad.

El artista, ajeno a esas opiniones, siguió su trabajo.

Era una especie de noche mexicana y había que ambientar. Interpretó Morenita, una de sus mejores rancheras a ritmo de tamborazo. Celoso es su tema oteliano a la mexicana.

Dijo que seguiría con la pieza que más satisfacciones le ha dado a lo largo de su carrera: Tu cárcel, en la que invitó a dos de sus pupilos del reality La voz México. A esa hora ya había llegado más gente. Al inicio del concierto grupero sólo había unos cuantos miles, no más de 10 mil.

Concluyó el concierto grupero para festejar la gesta revolucionaria.