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Amenazados, todos los corresponsales en zonas violentas, señala Gustavo Castillo

Las fuentes alternativas, indispensables ante la falta de información oficial

Parece que los grandes cárteles han desaparecido, pero es sólo en el papel, sostiene el reportero

 
Periódico La Jornada
Jueves 21 de noviembre de 2013, p. 8

Los responsables de la procuración de justicia y de la seguridad nacional tienen una política de comunicación social que Gustavo Castillo, periodista de La Jornada desde hace más de 20 años, define así, a partir de su experiencia en la década anterior: la no información.

Chilango de 47 años, Castillo pertenece a la generación de reporteros que ha vivido en la pasada década la radical transformación de la tradicional fuente policiaca a una asignatura que cruza los temas estratégicos de mayor sensibilidad en el México de la emergencia nacional que hoy se vive.

Además, de alto riesgo.

Este jueves recibirá en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, por segunda ocasión, el Premio Nacional de Periodismo, por la serie de entrevistas con el ex jefe policiaco Miguel Nazar Haro (el primero lo recibió en 2002 junto con Enrique Méndez por revelar el caso Pemexgate).

Con ese motivo, conversa sobre los desafíos de la labor informativa en la coyuntura actual:

Siempre ha sido un imperativo que el periodista sea escéptico, que dude de las versiones oficiales. Pero hoy, además, hay que ser más incisivos, más investigadores. Hay que consultar siempre fuentes alternativas, dentro y fuera de las dependencias que cubrimos; hay que contrastar las versiones, publicar las contradicciones.

Y ofrece su voz al eslabón más débil de la cadena periodística mexicana, los corresponsales de las ciudades con mayores niveles de violencia.

Hoy en México están amenazados prácticamente todos los corresponsales que viven en zonas donde la violencia es muy alta. Hay lugares donde incluso el crimen organizado les llama la atención por alguna nota, al día siguiente de ser publicada, o para supervisar lo que están escribiendo. ¿Qué hacer, si algunos son de pueblos pequeños donde todos se conocen?

Cambia la percepción, no la realidad

–¿Qué pasa hoy día en las dependencias, que en materia se comunicación social se enfocan principalmente a cambiar la percepción que tiene la gente sobre la violencia, más que a controlarla o resolverla?

–Te doy un ejemplo: las estadísticas de personas asesinadas por lo que oficialmente se llama rivalidad delincuencial. Tenemos acceso a una base de datos sin que sepamos cómo se elaboró. Tiene información de 2006 a 2011.

A partir de 2012, ya no se tiene más información que la que da la Secretaría de Gobernación, pero es sólo enunciativa. Antes por lo menos podíamos verificar por estado, si eran hombres o mujeres. Ya no. Para obtener más datos hay que pedirlos a través de sistemas como Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (Ifai) y otros mecanismos de información pública, que casi siempre responden diciendo que se consulte determinado enlace. Buscas y no hay nada ahí.

–La importancia del off the record y las filtraciones son el gran debate del periodismo hoy día. Y hay quienes descalifican estos métodos de reporteo no convencional...

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Gustavo Castillo recibe hoy en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, por segunda ocasión, el Premio Nacional de Periodismo, por las entrevistas que hizo a Miguel Nazar HaroFoto Alfredo Domínguez

–Pero es indispensable; es el único modo para descubrir realidades, frente a esta política de no informar. Si sólo comparamos el número de comunicados de prensa que se emitieron durante la administración de Felipe Calderón de detenciones grandes, chicas, medianas, contra lo que hay hoy, parecería que la violencia y las organizaciones criminales hubieran desaparecido. Pero eso es cierto sólo en el papel. En la realidad los cárteles siguen ahí y están operando. Esto lo vemos reflejado, por ejemplo, en los recientes hallazgos de fosas clandestinas.

Leyes de transparencia, ningún cambio sustancial

–¿Cual ha sido tu aprendizaje en el uso de las leyes de transparencia y el Ifai?

–Es ensayo y error. Puedes pedir exactamente lo mismo a dos dependencias, incluso con la misma frase, y te van a responder cosas diferentes. Dejas pasar un mes, vuelves a preguntar y resulta que ahora sí te contestan. Pero las solicitudes de información pueden tardar hasta 90 días. Muchas veces, cuando te responden, la información ya no te sirve. Por eso, las fuentes alternativas son cada vez más indispensables.

–¿Ha marcado entonces alguna diferencia la ley de transparencia?

–Hay un avance, pero no sustancial.

–Los reporteros de tu generación, enfrentados a esta emergencia nacional inédita, a condiciones de inseguridad límite, se han volcado a la escritura de libros periodísticos. ¿Sigues a algunos autores que te marquen de manera especial?

–Me gusta mucho Elmer Mendoza, en la novela. Sí recoge mucho de lo que pasa en la sociedad.

–Claro, pero es, sobre todo, ficción. ¿En periodismo?

–De mexicanos, Javier Valdés, José Reveles. De Colombia: El rebusque mayor, de Alfredo Molano; El cártel de Cali, de Juan Carlos Giraldo, y Los barones de la cocaína, de Miguel García.

–Muchos colombianos...

–Claro, porque ellos ya vivieron lo que nosotros estamos experimentando ahora. La prensa colombiana aprendió a escribir bajo amenaza. Por supuesto que sirve conocer lo que han hecho.

–¿Qué eco tuvo en ti ese editorial del Diario de Juárez Qué quieren que publiquemos para que no nos maten?

–La noción del riesgo. ¿Sabes que en la redacción de ese diario preservan un lugar donde escribía uno de sus reporteros asesinados, como si fuera un pequeño santuario? Y frente a esa amenaza y ese peligro, ninguna investigación avanza.

La fiscalía para la atención a periodistas no ha resuelto casos importantes, como el de Regina Martínez. La presión de la prensa no ha servido de nada. Entonces, lo que pasa, y es muy comprensible, es que los corresponsales ya prefieren no publicar con sus nombres o no ir a la escena del hecho.

En la versión on line, la entrevista completa