Opinión
Ver día anteriorDomingo 10 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La Muestra

Jazmín azul

B

alas sobre Wall Street. Cansado tal vez del exitoso pero ya gastado recurso de la autoparodia en sus cintas recientes, y posiblemente deseoso de regresar a la mezcla de comicidad y melodrama de sus películas más redondas, Woody Allen se libra en Jazmín azul (Blue Jasmine) a una parodia de la vida atribulada de poderosos personajes públicos caídos en el desprestigio social y la desgracia económica. El célebre escándalo del fraudulento banquero Bernard Madoff, que arrastra consigo a esposa y familia, tiene un espejo cómico en el personaje de Jazmín (espléndida Cate Blanchett) purgando en un barrio popular de San Francisco las culpas de su marido Harold Francis (Alec Baldwin), un financiero corrupto y convicto por fraude.

Woody Allen prolonga la parodia al adoptar, con variantes jocosas, las situaciones dramáticas de Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, con Jazmín presentándose en el hogar modesto de su prima Ginger (Sally Hawkins) como una nueva Blanche DuBois caída del esplendor social de Park Avenue a la realidad para ella brutal de un mundo poblado por mediocridades satisfechas. Las situaciones son esquemáticas, al borde de la caricatura, con una oposición maniquea de los universos sociales de las costas este y oeste estadunidenses, pero la parodia muy pronto se vuelve sátira mordaz.

Foto
Woody AllenFoto Cineteca Nacional

El delirio mitómano de Jazmín, que los antidepresivos no logran atenuar, se vuelca de modo inclemente sobre su prima y su pareja. La protagonista se libra al monólogo obsesivo, al auto escarnio, a la queja continua, y a la exhibición de una dignidad incomprendida. Jazmín es uno de los retratos femeninos más fascinantes en la filmografía de Woody Allen, y posiblemente el más complejo. Los diálogos combinan ironía y sarcasmo y vuelven atractiva una caricatura social que en otras manos sería casi grotesca. Woody Allen recobra nuevos bríos al ensayar su mordacidad sobre una clase política y financiera neoliberal y sus infatigables delirios de grandeza.

Twitter: @CarlosBonfil1