Opinión
Ver día anteriorViernes 8 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Penultimátum

Husmear donde no se debe

N

o es casualidad que varias estrellas de la industria fílmica de Estados Unidos hagan parte de Stop Watching Us Coalition, que se opone al espionaje masivo del gobierno. En ella figuran también ex empleados de la Agencia Nacional de Seguridad. Y es que como afirman el director Oliver Stone y los actores John Cusack, Maggie Gyllenhaal y Will Wheaton, todo americano puede ser víctima de escuchas ilegales, incluyendo ciudadanos que no han cometido crimen alguno.

Y ninguno cometieron varias figuras del medio artístico investigadas por las agencias estadunidenses, en especial por la FBI en tiempos de J. Edgar Hoover. Como Marilyn Monroe, a la que convirtió en espía que hasta viajaba a México para reunirse con líderes comunistas. Tiempos en que el macartismo calificó a Hollywood de nido de marxistas.

Marilyn fue vista también como tapadera para las actividades en pro del socialismo de quien fue su marido, el dramaturgo Arthur Miller, investigado por el Comité de Actividades Antiamericanas y acosado por la FBI. Miller se opuso a la guerra de Vietnam, apoyó el movimiento de los derechos civiles y en una de sus obras, The Crucible, comparó la persecución de comunistas en Estados Unidos a los juicios contra las brujas en Salem, en el siglo XVII.

A John Lennon, la FBI lo espió por sus vínculos con grupos antibelicistas. Los 10 expedientes donde lo acusan de ese y otros delitos fueron varios años secretos para evitar que su contenido generara represalias diplomáticas, económicas y militares extranjeras contra Estados Unidos. Hoover acusó al músico de apoyar a grupos comunistas y trotskistas y de oponerse a la guerra de Vietnam. El historiador Jon Winer calificó de vergüenza que el gobierno del entonces presidente Richard Nixon mostrara tanto interés en el contenido de los 10 expedientes.

A Luis Buñuel le siguió sus pasos la FBI cuando vivía en Nueva York y Los Ángeles (1938-1946) o, ya en México, solicitaba visa para visitar el vecino país. Intervinieron su correo e investigaron a sus amistades izquierdistas. Su expediente de rojillo abarca de 1941 a 1971 y finalmente se divulgó en 1988. Por detalles no pecan los agentes que vigilaban al cineasta, al que califican de apátrida. Dan como señales particulares que cojea y a veces usa muletas porque sufre de reumatismo; y tiene una cicatriz en el dedo índice izquierdo.

Cuando ya trabajaba en México, la FBI sigue sus actividades y lo relaciona con refugiados españoles a los que califica de prosoviéticos. La vigilancia terminó en 1972, un año antes de que la Academia de Hollywood le concediera el Óscar a la Mejor Película de habla no inglesa por El discreto encanto de la burguesía.

Tres ejemplos de la indiscreta costumbre de meter la nariz donde no se debe.