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Diego Luna protagoniza Cada vez nos despedimos mejor, escrita y dirigida por Alejandro Ricaño

Amplia, la oferta teatral del DF, pero no promovemos a sus dramaturgos

En la obra, que se estrenará el 22 de noviembre en la Sala Chopin, no hacemos una radiografía exacta de las relaciones contemporáneas; es nuestra perspectiva en torno a ellas, dice el director

 
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de noviembre de 2013, p. 8

Ya es hora de que el teatro en México ofrezca historias que hablen de su realidad, para ya no seguir presentando adaptaciones de textos extranjeros probados en otros países, expresó ayer el actor Diego Luna, en conferencia de prensa, en la que anunció el estreno, el próximo 22 de noviembre, del monólogo Cada vez nos despedimos mejor, escrita y dirigida por Alejandro Ricaño.

La sinopsis es la siguiente: es un monólogo que aborda, desde el humor negro, el amor y las relaciones contemporáneas, la soledad del individuo urbano, la pérdida, el destino y la necesidad, a toda costa, de tener siempre una segunda oportunidad... aunque volvamos a arruinarlo.

La plática se efectuó en la Sala Chopin, donde se escenificará Cada vez nos despedimos mejor, ideada por Luna y Ricaño en algunas sesiones alcohólico-musicales. Se contaron sus ideas y al final el objetivo fue escribir un texto sobre hechos de México acaecidos de 1979 a la fecha, que están en la línea del tiempo vivida por ambos, pasados de los 30 años de edad.

Luna añadió que el grupo de profesionales involucrados en esta producción están dando lo mejor de sí para que el estreno sea exitoso, “para las 250 personas que caben en esta sala. Después de la temporada en este sitio llevaremos la puesta a otras ciudades de la República Mexicana. Aquí nos vamos a echar todo diciembre para la gente que se queda en la ciudad.

Voz poderosa

Esta obra es para niños casi adolescentes, definitivamente adultos. Creo que es una historia que se puede compartir en familia. La voz de Alejandro Ricaño es muy poderosa en la dramaturgia mexicana. He visto sus puestas anteriores y cuando nos conocimos me pasó sus textos. Ha sido como un curso intensivo de Ricaño. Estoy fascinado con el tono en el que escribe, por su forma de describir los espacios. Para un monólogo es perfecto contar con una voz tan poderosa. Nos juntamos hace tres meses y platicamos para ver qué nos conectaba. Así fue y qué mejor forma que acabar el año con lo que empecé, profesionalmente, que es el teatro.

Ricaño precisó que el público verá una comedia de humor negro, de amor entre una pareja a lo largo de 22 años, que tiene como fondo, como escenografía, una serie de sucesos que han marcado la historia de este país entre 1979 y 2012. Es la historia de Mateo y Sara, quienes se reencuentran y recuperan a lo largo de esos 22 años. Es una puesta en escena es muy íntima; una historia de amor en la que nos vamos a reflejar, por lo menos la mayoría de los asistentes.

Buscamos un montaje artesanal para diferenciar lo grandioso de los pequeños detalles. Se trata de que lo importante sea el actor y el texto sobre el escenario. El equipo está formado por creativos jóvenes y el compositor Alejandro Castaños está haciendo la música.

Luna aclaró que aunque es un monólogo, él no es el único sobre el escenario, pues habrá un músico. La obra en muchos sentidos es generacional. Con ella revisitamos nuestros 30 años de vida y esperamos que el público acepte un contexto compartido.

Dijo que será la primera ocasión en que actúe un monólogo. “Es un respiro, una palpitación tuya, como actor, y no la compartes con nadie. Tener como director al dramaturgo de alguna manera implica la posibilidad de hacer un trabajo profundo y artesanal. Ricaño no me da ninguna libertad para modificar su texto. Es como un dictador, ¡implacable! De la obra también me gusta su construcción, celebra la inteligencia del público, de quien escucha. Es una pieza que te pide estar atento, porque se va construyendo. Es un cuento que requiere que cada persona lo arme.

“Yo ya estaba cansado de ir y traer obras que suceden en Nueva York, en Londres, en Copenhague, y adaptarlas un poco, meterles un par de palabras mexicanas, referencias para que conecten con el público.

“Llega un momento en el que hay que celebrar lo que está pasando aquí, sobre todo porque hay un chorro de voces en este país. Para mí, lo importante de tener un texto escrito por un mexicano es que comparte el contexto en el que vivo, que también lo comparte el público. Esa cercanía es importante que se dé no nada más en salas alternativas, chiquitas y con subsidios culturales.

En nuestro caso es comercial, porque no tenemos ninguna subvención, ni nada. Esto tiene que funcionar como una empresa. Está bien que el teatro comercial se dedique a promover las voces que hay en México. Estamos entre las cinco ciudades con mayor oferta teatral en el mundo; sin embargo, no estamos ni cerca de ser de las primeras en promover a sus dramaturgos. En esta ciudad, donde hay tantos teatros, se programan textos del extranjero que ya se probaron en otros lados, y hay que cambiar esa dinámica.

Comentó que antes, en sus años mozos, se comunicaba con los amigos en la noche y su papá le reclamaba porque sólo había una línea. Ahora vas todo el día con el celular y como reportero de guerra platicas qué es lo que estás comiendo, que te salió un camarón delicioso... ¡una cantidad absurda de información! Eso se refleja en relaciones de todo tipo, no sólo en las de pareja. Estamos y no estamos. A mí me tocó todo ese cambio, pero la realidad de mis hijos será otra.

Ricaño aludió al título de la obra, Cada vez nos despedimos mejor, que se refiere a una manera de relacionarse hoy. No nos comprometemos. No hacemos una radiografía exacta de las relaciones contemporáneas, sino es nuestra perspectiva en torno a ellas y de la imposibilidad de la pareja. Es un enfoque. Son dos personas despidiénsode y rencontrándose.

Las funciones serán los viernes, a las 20:30 horas; sábados, 19:00 y 21:00, y domingos, 18:00 y 19:30. La Sala Chopin está en Álvaro Obregón 302, colonia Roma. Boletos 300 pesos, en Ticketmaster, al 5325-9000.