Opinión
Ver día anteriorMartes 22 de octubre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aboguemos por su remplazo
E

n mi entrega anterior hice referencia al ensayo de Kenneth Rogoff America’s endless budget battle, en el que augura al dólar la misma suerte que vivió en su momento la libra esterlina al declinar Reino Unido como imperio dominante: “Lo mismo, por supuesto, ocurrirá en última instancia con el dólar, especialmente a medida que los mercados de capitales asiáticos crezcan y se profundicen. Incluso si el dólar mantiene su reinado por mucho tiempo, no siempre será un monarca tan poderoso…” Por cierto que una tesis central de Rogoff, en ese trabajo, es que en realidad la batalla no era por el techo de la deuda sino por el tamaño del Estado. El Estado no es la solución, sino el problema, coincidían Reagan y Thatcher.

Insisto en que será necesario un nuevo acuerdo internacional para diseñar una nueva arquitectura del sistema financiero en algún momento. El dólar deberá salir como moneda de reserva internacional y ninguna moneda nacional –como quería Keynes– deberá remplazarla, sino un medio de pago expresamente mundial. “El privilegio de emitir la moneda de reserva mundial –escribe Rogoff– confiere enormes ventajas a EU. No sólo reduce las tasas de interés que paga el gobierno de EU, también las que pagan todos los habitantes de este país. La mayoría de los cálculos muestran que para EU esto implica un beneficio de más de 100 mil millones de dólares por año.”

Junto con la inhumación del dólar, deben serlo las nefastas instituciones fundadas en Bretton Woods: el FMI y el Banco Mundial (BM).

Éric Toussaint es un autor que después de una larga investigación hizo su tesis doctoral en ciencias políticas, que presentó en 2004, en las universidades de Lieja y de París VIII: Enjeux politiques de l’action de la Banque Mondiale et du Fonds Monétaire International envers le tiers-monde (Cuestiones políticas de la acción del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en el tercer mundo). Después se ha dedicado a perseguir lo que él llama los crímenes del FMI y el BM, y a publicar sus hallazgos uno tras otro. Toussaint es uno de tantos que abogan con vehemencia por su remplazo.

Los maniobreros internacionales del sistema financiero operaron una profunda desconexión del sistema financiero internacional respecto a la economía real, infligiendo a ésta daños terriblemente severos, y se dedicaron a producir dinero con dinero (hipotecas subprime, titulaciones de las mismas, nuevos esquemas Ponzi y mucho más), generando un burbuja como globo planetario repleto de la peste dineraria; dieron vida así a ese cadáver que no sirve a la economía productiva, ni a los hombres y mujeres de carne y hueso; millones han sido víctimas de los horrores infernales que los banqueros han inventado.

En 2014 el BM y el FMI cumplirán 70 años, y este octubre, una vez más, estos decrépitos gemelos consumaron, como todos los años, su rutina acostumbrada, de la que el Financial Times juzgó que no había ninguna posibilidad de que produjeran avances en ninguno de los problemas económicos más urgentes del mundo. Es interesante ver a los grandes nombres de las finanzas globales en conjunto, ironizó el Financial. Pero el verdadero cambio ocurre en los meses de negociaciones que conducen a estas reuniones, durante las tenaces discusiones que tienen los servidores públicos en su ir y venir entre las capitales durante meses; eso para recomendar las medidas que permitan continuar expoliando al mundo productivo y a la sociedad mundial. Dice Toussaint: desde su creación en 1944, el BM y el FMI han respaldado activamente a todas las dictaduras y todos los regímenes corruptos aliados de Estados Unidos.

Han pisoteado la soberanía de los estados violando en forma flagrante el derecho de los pueblos de disponer de sí mismos, sobre todo debido a las condicionalidades que imponen. Estas condicionalidades empobrecen a la población, incrementan las desigualdades, libran al país a las trasnacionales y hacen modificar las legislaciones de los estados (reformas profundas del código de trabajo, de los códigos mineros, forestales, eliminación de los convenios colectivos, etcétera) favoreciendo a los acreedores e inversionistas extranjeros.

Pese a los desvíos masivos de dinero, tanto el BM como el FMI mantuvieron, e incluso aumentaron, el monto prestado a los regímenes corruptos y dictatoriales aliados a las potencias occidentales (como el emblemático caso del Congo-Zaire de Mobuto, después del informe Blumenthal de 1982).

Financiaron la dictadura de Habyarimana en Ruanda hasta el año 1992, lo que le permitió a este dictador quintuplicar los efectivos de su ejército. Las reformas económicas que impusieron en 1990 desestabilizaron el país y exacerbaron sus siniestros conflictos. El régimen de Habyarimana había estado preparando un genocidio desde los años 80, que finalmente fue perpetrado a partir del 6 de abril de 1994, causando cerca de un millón de muertos entre los tutsis y los hutus moderados. En seguida, el BM y el FMI exigieron a las nuevas autoridades ruandesas el pago de la deuda contraída por el régimen genocida.

Apoyaron otros regímenes dictatoriales del campo contrario –como el de Rumania desde 1973 hasta 1982, y el de China a partir de 1980– para debilitar a la Unión Soviética antes de su implosión en 1991.

Les participaré en mis próximas entregas la mayor parte de la lista de sus intervenciones en el tercer mundo.