n mi entrega anterior argumenté el acierto del presidente Maduro al expulsar de Venezuela a Kelly Keiderling Franz, encargada de la embajada yanqui en Caracas.
Keiderling, oficial de caso (case officer) de la CIA a cargo del agente Henrique Capriles Radonsky había hecho la misma función en La Habana respecto al escritor Raúl Capote, el oficial Daniel de la seguridad cubana –y no David como erróneamente escribí debido a la premura periodística– quien, revelada su identidad, hizo públicas las verdaderas actividades de la diplomática
.
El caso de Capriles Radonsky muestra cómo la CIA, en la guerra contra nuestros pueblos, engendra criaturas cuya verdadera personalidad nada tiene que ver con la imagen estereotipada por la abrumadora red de medios de difusión dominantes.
Millonario por ambas ramas familiares, propietarias de cadenas de medios de difusión y de cine así como de negocios inmobiliarios, y por ello muy influyentes políticamente, aunque no sabe lo que es trabajar para ganarse la vida, fue electo diputado y presidente de la Cámara de Diputados de la IV Republica a los 25 años sin tener antecedentes políticos, salvo pertenecer a la organización de ultraderecha Tradición, familia y propiedad. Debido a eso también llegó a gobernador del estado de Miranda, donde reside una gran concentración de clase media enajenada que lo religió.
Sin embargo, la CIA ha creado el espejismo de un Capriles líder popular de apariencia modesta, austera y hablar campechano. Le ha puesto especialistas en mercadotecnia electoral, que le han indicado calarse la gorra de pelotero y vestirse con ropa deportiva todo el tiempo, imitando precisamente el estilo de Hugo Chávez. La central de inteligencia ha entregado generosos fondos a su partido Primero Justicia a través del National Endowmente for Democracy, su brazo financiero. El trato cómplice a Capriles de CNN en español –empresa del pulpo Time-Warner– hasta el punto que el día de su derrota electoral por Maduro uno de sus conductores le dictaba descaradamente las respuestas que debía dar, muestra cómo se sostiene su falsa imagen.
No son casuales su proclamada identificación con Lula, aunque este afirmara que Chávez era su candidato, ni sus promesas de mantener las misiones chavistas, pese a que su verdadero programa de gobierno consiste en privatizar las empresas estatales, entregar el petróleo a Estados Unidos y aplicar un despiadado programa neoliberal. Nada nuevo, Hitler también usó el rojo de socialistas y comunistas, llamó socialista al partido nazi y reivindicó el 1º de mayo.
Algo semejante ocurre con la bloguera Yoani Sánchez, presentada como activista social
pero en realidad golden girl de la contrarrevolución de Miami, homenajeada en esa ciudad por los más feroces enemigos de la revolución cubana como los veteranos de la invasión a Cuba por Bahía de Cochinos, el Consejo por la Libertad de Cuba (varios de cuyos miembros son terroristas) y legisladores cubanoestadunidenses como la cavernícola y sionista Ileana Ross-Lehtinen. Corresponsal de El País en Cuba con un salario de 2000 euros mensuales y vicepresidenta de la patronal Sociedad Interamericana de Prensa, brazo mediático del Pentágono y la CIA, donde recibe otro salariazo, su trayectoria no registra actividad a favor de causa social alguna. Convidada a México por la Coparmex, ¿puede alguien medianamente enterado creer que los impulsores de las privatizaciones, los impuestos para los pobres, la represión de la protesta social y el crecimiento cero, van a traer de conferencista de lujo a su foro de Acapulco a una verdadera luchadora social?
Otro tanto puede decirse respecto a la invitación de Sánchez a la reunión de las mentes más brillantes del planeta
patrocinada, por cierto, por empresas tan socialmente responsables
como Monsanto, Coca-Cola, Samsung y medios tan creíbles como Televisa, Forbes y Newsweek.
El blog y la cuenta en Twitter de la señora crecieron como la espuma. En cuestión de un año su cuenta tenía 214 mil seguidores y el blog, alojado en un sitio misterioso fuera de Cuba, aparecía en 18 idiomas. Esto en un país cuyo acceso a Internet está sujeto a enormes limitaciones tecnológicas debido al bloqueo yanqui. Recibió además el premio Ortega y Gasset y muchos otros con los que ha acumulado más de 250 mil euros. Viaja por el mundo a toda leche y gasta 300 mil euros anuales en tuitear. ¿Quién paga la factura?
Twitter: @aguerraguerra