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Tatami, libro del escritor español, publicado por Océano

Ahora nadie sabe lo que es el erotismo, dice Alberto Olmos

Llevo al extremo el tema de abrir la ventana y ver a la vecina poniéndose la pijama; nos ha pasado a todos, expresa a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de octubre de 2013, p. 5

La definición de erotismo y pornografía ya es un poco vieja. Hasta por ley la pornografía es lo explícito y el erotismo es sugerencia, pero eso ya no es así. Ahora nadie sabe lo que es el erotismo. Incluso el erotismo, en nuestro tiempo, está en descubrir el erotismo en cosas que nadie espera que sean eróticas, dice el autor de Tatami, el español Alberto Olmos (Segovia, 1975).

Tatami, publicada por Océano en su serie Hotel de letras, no fue planeada como novela erótica. Dos personajes, un hombre y una mujer, coinciden en un avión. Viajan a Tokio, donde el hombre, que se llama Luis, vivió hace muchos años e impartió clases de español.

Ella, mujer de tetas enormes, viaja también a dar clases de español y le tocará escuchar la historia de Luis y su vecina adolescente. Luis un voyeur, y la japonesa el objeto de su deseo.

No me planteé escribir una novela erótica. En casi todos mis libros, que son ocho novelas, hay referencias al sexo, a la vida sexual, un tema que no es que me interese a mí, sino a todo mundo: nada más hay que salir a la calle y todo mundo está pensando en sexo. Yo no diría que es una novela erótica, pero es cierto que sí tiene alguna fuerza provocadora para el lector.

Censura en Japón

La forma de entender el sexo en Japón y en Occidente es diferente. En Japón, donde Olmos vivió durante tres años e impartía clases de español, “me di cuenta de que su modo de entender el sexo era muy pudoroso, entonces obligaban a desarrollar mucho la imaginación. Por tanto, los contenidos o las cosas japonesas relativas a erotismo son muy imaginativas, hay unas muy absurdas, como fotos de chicas lamiendo picaportes que parece una tontería.

“Está prohibido mostrar los genitales en revistas, periódicos, incluso en películas porno, y tienen que desarrollar otras formas de hacerlo. Creo que mi novela conecta con esta práctica japonesa obligada por la censura que se realiza ahí. Es más sugerente que explícito. En la novela no hay nada explícito, no es tan porno. Lo más explícito del libro es la foto de la portada”.

Esta es la primera ocasión en la que Alberto Olmos decide que el narrador de la novela sea una mujer. Ponerse en el punto de vista del género opuesto que no es tan fácil.

No es un libro autobiográfico ni mucho menos. Retoma algunas de las experiencias tanto como profesor de español en tierras japonesas. “Hay algunos detalles nada más, por ejemplo una persona que conocí en Japón, una polaca, me dijo que había estado practicando con los palillos en casa de sus padres antes de ir a Japón. Me quedé con ese dato que me parece muy programático, son cosas que se te van quedando y las usas en las novelas.

“Claro que tenía historias que me contaban o veía cosas. El tema de que abres la ventana y veas a la vecina poniéndose la pijama o similar nos ha pasado a todos, y en Tatami fue llevarlo al extremo, porque creo que la literatura es muchas veces eso: sacar las cosas de quicio y ver qué pasa”.

Alberto Olmos participa en el Hay Festival de Xalapa, el sábado 5, en un diálogo en el Centro Cultural El Ágora de esa ciudad, a las 17 horas.