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Buscará ganar un quinto título en una división distinta

Quiero lo que ningún boxeador mexicano ha conseguido: Márquez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de septiembre de 2013, p. a15

Juan Manuel Márquez parece un géiser en erupción después de cada entrenamiento. Suda tanto que parece que de su cabeza cae una lluvia incesante. Es la disciplina y el trabajo duro, dice, mientras resopla tras una sesión más para el combate que sostendrá el 12 de octubre ante el invicto campeón wélter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), Timothy Bradley.

Es un título que le interesa porque piensa que se lo negaron cuando le dieron la pelea a Manny Pacquiao, en noviembre de 2011.

En la desvencijada oficina del gimnasio Romanza, resguardado por un equipo de seguridad, el peleador de 40 años se desenfunda con ceremonia de la indumentaria de entrenamiento. Parece un rito religioso, pero es una rutina aprendida después de 20 años de carrera. Una trayectoria en la que nadie –lo dice todo el tiempo– le ha regalado nada.

Nunca tuve apoyos de organismos ni de televisoras, por eso sé que sólo el trabajo te da éxito, presume.

Con ese orgullo refiere que no han tenido suerte las estrellas mexicanas en ascenso como Saúl Canelo Álvarez y Julio César Chávez Jr, después de que ambos perdieron lo invicto y sus títulos mundiales.

Al Jr le encuentra un defecto, pero uno que parece pecado mortal en el pugilismo: la indisciplina. Al segundo, le advierte de una amenaza que puede hacerle perder las dimensiones de la realidad.

En este deporte hay muchos aduladores, que te dicen que eres el mejor del mundo y eso es muy peligroso porque pierdes el piso y eso te hace confiado, advierte.

Márquez sostiene que a él no le ha ocurrido eso, porque todo lo que tiene ha sido producto de su disciplina casi obsesiva, esa que lo mantiene a 40 años de edad como uno de los peleadores de elite mundial y con aspiraciones de hondo calado.

Deseo conseguir lo que ningún otro mexicano ha logrado: un quinto título en una división distinta. No sé hasta dónde quiero llegar, lo único claro es que anhelo ese cinturón que me negaron cuando me robaron la pelea con Pacquiao, en 2011, dice con un tono que parece más de amenaza que de propósito.

Lo que ahora busca Márquez parece una locura si se parte de la edad que tiene, pero la condición física y la devoción con la que trabaja en ese precario gimnasio en Iztacalco parece revertir cualquier prejuicio. Pura disciplina, dice como despedida mientras brotan chorros de sudor de su cuerpo.