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Al Jazeera: hablar con la verdad al poder

C

uando el primero de noviembre de 1996 inició transmisiones, apenas unos pocos creyeron que Al Jazeera tendría influencia y fructífera vida. Hoy la cadena de televisión de un príncipe qatarí, es fuente obligada de consulta para saber lo que ocurre en Medio Oriente. Lo ha logrado pese a la campaña de desprestigio en su contra durante la presidencia de George Bush, que la acusó de mal informar sobre la invasión a Irak y Afganistán, de ser un agente provocador y engañoso.

Al Jazeera tuvo entonces un papel informativo de primer orden en contraste con la vergonzosa autocensura que adoptó la prensa estadunidense para estar acorde con el discurso oficial. En represalia por mostrar la realidad de la invasión a Irak, un misil estadunidense cayó en 2003 sobre las oficinas de la agencia en Bagdad y mató a uno de sus reporteros. Su sede en Afganistán corrió la misma suerte en 2001. Fueron errores, dijo el comando estadunidense.

Pero a la llamada CNN del mundo árabe finalmente la aceptaron como mal necesario por Estados Unidos y sus aliados. Su audiencia suma ahora casi 300 millones de espectadores. El parteaguas ocurrió hace cuatro años. Su director, Wadah Khanfar, visitó por primera vez Estados Unidos para refrendar los acuerdos por los cuales compañías de cable del vecino país retransmitirían en inglés el servicio noticioso de la cadena. Khanfar se reunió también con funcionarios de la administración de Obama, algo impensable bajo el gobierno de Bush. Además dijo que Al Jazeera tenía como principio la libertad de expresión, un valor estadunidense. En cambio, Al Jazeera sufre continua censura y veto en Arabia Saudita, Irak, Irán y Túnez. Los militares egipcios la acaban de prohibir. Nada suaves son sus criticas a los autócratas que gobiernan esos países.

Recientemente multiplicó su presencia en el mercado informativo de Estados Unidos al adquirir Current TV, cadena de televisión por cable del ex vicepresidente Al Gore. Su propósito: Dar voz a quienes comúnmente no son escuchados; hablar con la verdad al poder. Sus servicios llegan durante 14 horas a 40 millones de estadunidenses.

Pero no todo es miel sobre hojuela: la trasnacional AT&T se negó a transmitir su señal y sus niveles de audiencia no son los esperados inicialmente, habida cuenta las de las cadenas con las que compite. En muy buena parte se debe al pobre contenido de sus programas y a la percepción negativa  que existe sobre la cultura árabe en su nuevo mercado. Alimentada durante años, especialmente después del 11 de septiembre, por los grupos más conservadores. Hasta de invasión terrorista llaman a la presencia de Al Jazeera en las redes sociales. No tenemos prisa, dicen sus directivos, nos quedamos, pues necesitan conocer la otra cara de la moneda.