jornada
letraese

Número 206
Jueves 5 de Septiembre
de 2013



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


Hablar en mixteco de los que no se debe

Mujeres indígenas rompen el tabú
de la sexualidad

Su identidad étnica no las excluye de los derechos sexuales y reproductivos. Estas promotoras comunitarias se capacitan para informar a sus pares sobre temas de salud, como anticonceptivos y VIH/sida, pero también sobre problemas culturales como el machismo y la inequidad de género.

Guillermo Montalvo Fuentes

Ellas usan teléfonos celulares, cámaras fotográficas y tienen cuentas de Facebook. Algunas visten faldas y huipiles; otras, pantalones de mezclilla y camiseta. Por herencia cultural hablan mixteco, el español lo aprendieron por necesidad. Están abiertas al cambio, a derribar sus prejuicios y los de sus comunidades. Son mujeres indígenas del municipio de San Luis Acatlán, ubicado en la Costa Chica de Guerrero, quienes se han atrevido a levantar la voz para hablar de genitales, anticonceptivos e infecciones de transmisión sexual. Mujeres que sin pudor hablan de lo que supuestamente no se debe.

"Me agarraron como gallina"
Son las diez de la mañana y las actividades empiezan en la Casa de la Mujer Indígena (CAMI) "Nellys Palomo Sánchez", un espacio que abrió sus puertas en 2011 para dar atención de partería a las mujeres embarazadas de San Luis Acatlán.
Las indígenas que se encuentran ahí reunidas platican entre sí, la mayoría lo hace en mixteco y algunas en tlapaneco, las dos lenguas más usadas en ese municipio además del español. Participan en total 14 mujeres, entre parteras y promotoras.
El motivo de su reunión es un taller sobre salud sexual y reproductiva que van a recibir durante dos días, impartido por Ruth Álvarez, integrante de Kinal Anzetik, organización civil que trabaja estos temas con poblaciones indígenas.
No es la primera capacitación que reciben. Según explica Álvarez, en otras ocasiones ya les han hablado de violencia de género y de VIH/sida, y en un futuro esperan tocar temas como diversidad sexual e interrupción del embarazo. El objetivo es darles conocimientos para que después vayan a sus comunidades y promuevan esta información.
Entre las asistentes se encuentra Cata, una joven con mucha energía, "la que pone el relajo". Ella es la coordinadora del área de jóvenes en la CAMI, además de Teófila, quien se encarga de la Administración; Adelaida, coordinadora de la sección de Partería; Inés, del área de Buen Trato y Derechos Humanos, y Apolonia, coordinadora general de la CAMI. Ésta última es la líder, tal vez debido a su gran elocuencia y a que lleva más tiempo comprometida con estas actividades.
Durante todo el taller se habla de penes, vulvas, condones y gonorrea, términos que cada vez las mujeres pronuncian con mayor naturalidad. Entonces Ruth, la capacitadora, aborda la problemática del machismo, algunos usos y costumbres como obstáculos que impiden hablar de estos temas en las comunidades.
"Por ejemplo, entre ustedes no existe el noviazgo; una mujer indígena no tiene la posibilidad de conocer a varios muchachos antes de elegir con quién se quiere casar o con quién quiere tener relaciones sexuales", asegura Ruth, convencida. Las mujeres opinan, algunas dicen que sí, otras, que no. Finalmente reconocen que no pueden tener muchos novios a menos que no les importe ser "tachadas de locas".
Doña Hermelinda, una partera de aproximadamente 60 años levanta la mano, y con un español accidentado sentencia: "es verdad, yo no tuve novio, me agarraron como gallina y me entregaron con un hombre que me dijeron sería mi esposo".
Entonces las mujeres llegan por fin a un consenso: saben que casos como el de su compañera todavía se dan en muchas de sus comunidades, de manera que, efectivamente, el machismo, los usos y costumbres, serán los principales obstáculos que tengan que sortear para poder replicar todo lo que están aprendiendo.

Cervezas por una mujer
"Dime cómo las tratas y te diré quién eres. Las mujeres no son objetos sexuales", se puede leer en un cartel con la imagen de una pareja a bordo de un automóvil: él acaricia la pierna de ella con una mano y con la otra la toma de la barbilla juntándole los labios. La mujer es una muñeca inflable.
Este póster es uno de los que se encuentran pegados en la oficina de la Dirección de la Mujer, instancia que forma parte de la Regiduría de Participación Social de la Mujer del ayuntamiento de San Luis Acatlán, y donde se atienden principalmente casos de violencia familiar.
Modesta Domínguez Ceballos es la directora de esta dependencia que fue creada en octubre del año pasado, y en la cual, desde entonces a la fecha, han recibido a 60 mujeres, la mayoría violentada por su pareja sentimental.
Para la titular de la Dirección de la Mujer, el principal problema de San Luis Acatlán es el machismo, así como algunas costumbres de las comunidades, que llevan a los hombres a suponer que las mujeres les pertenecen.
"Un ejemplo de esto son las bodas, en las que se le piden al hombre muchas cosas como condición para que se pueda efectuar el matrimonio, que ponga cartones de cervezas, guajolotes, refrescos, gallinas y reces para darle de comer a todo el pueblo. Después, el marido trata mal a la mujer porque piensa que luego de todo lo que pagó para casarse con ella, ésta le pertenece y puede hacerle daño".
Domínguez señaló que para frenar estas situaciones es necesario ir directamente a las comunidades y hablar con los hombres de violencia familiar y de la importancia de erradicar esas costumbres.
Pero mientras se dan estas pláticas, la Dirección de la Mujer trabaja en coordinación con las autoridades del municipio, tanto con la policía municipal como con el grupo de autodefensa de la policía comunitaria, de las cuales, afirma Ceballos, los hombres le temen más a la segunda.
"La mujer es la que decide dónde quiere que se le haga justicia, pero muchos hombres le tienen más miedo a la policía comunitaria, porque ésta se lleva a los agresores tres meses a trabajar a la sierra, y aquí en el Ministerio Público no pasa de que los encierren y ahí se queden, contentos y tranquilos".
El bichito que te roba las fuerzas
Uno de los temas que recientemente se ha llevado a las comunidades indígenas de San Luis Acatlán es el del VIH/sida, o lo que las mujeres de la CAMI llaman "el bichito que te roba las fuerzas". Precisamente la organización civil Balance, que trabaja con el tema del VIH sobre todo en mujeres, está desarrollando una investigación en varios puntos de Guerrero, entre ellos San Luis Acatlán.
Al respecto, Gabriela García Patiño, integrante de Balance, explicó que este proyecto está enfocado a fortalecer la prevención del VIH transmitido por vía perinatal en el estado, y consiste en tres partes: primero, llevar la información acerca del virus a las comunidades y sensibilizarlas al respecto; posteriormente, hacer un monitoreo entre las mujeres indígenas, embarazadas o que recientemente hayan tenido un hijo, para saber si los servicios de salud les ofrecieron la prueba de detección del VIH, y por último, la realización de algunas cápsulas informativas sobre el VIH, grabadas en español y mixteco, para difundirlas en las radios comunitarias.
Los resultados finales de este proyecto estarán listos en octubre de este año, con lo que se espera conocer si a las mujeres indígenas de las comunidades monitoreadas se les ofrece la prueba del VIH durante el embarazo o no.
Eduardo Barrios, director del Hospital Básico Comunitario de San Luis Acatlán, el único del municipio, aseguró que en esa instancia de salud sí cuentan con un "protocolo" para mujeres embarazadas, el cual incluye la aplicación de una prueba VDRL para detectar sífilis, así como una prueba de detección del VIH.
Durante la visita a las instalaciones del hospital se pudo entrevistar a ocho mujeres que se encontraban ahí, seis con bebés en los brazos y dos embarazadas. De ellas, siete dijeron que sí se les ofreció la prueba del VIH como parte de la atención médica que recibieron y sólo una dijo que no. Además señalaron que al solicitar métodos anticonceptivos sí los han encontrado, entre ellos condones, pastillas y dispositivos intrauterinos.
Barrios mencionó que el hospital cuenta con otros programas para prevenir infecciones de transmisión sexual y embarazos adolescentes, así como estrategias para la planificación familiar y para reducir la mortalidad materna.
Sobre este último punto, el doctor reconoció que Guerrero es un estado donde la mortalidad materna es un problema, sobre todo en las comunidades indígenas, donde muchas mujeres embarazadas no se acercan a recibir atención, ya sea porque no quieren o porque sus maridos no las dejan.
"A veces la idiosincrasia de la gente nos dificulta el trabajo. Incluso hemos tenido que pedir el apoyo de la policía comunitaria para que nos ayude a traer a la gente al hospital", concluyó Barrios.

El riesgo de perder al marido
La camioneta se estaciona enfrente de una pequeña casa de adobe. "Es el centro de salud", dice Apolonia en un español fluido. Al entrar se descubre que no hay personal médico, y sobre el piso de tierra todo lo que se ve es una vitrina con medicamentos, un escritorio, algunos catres y una báscula.
Tras más de una hora de viaje, Apolonia, Ruth y Cata por fin llegan a Río Iguapa, comunidad mixteca enclavada en las montañas de San Luis Aca-
tlán. La humedad de esta época del año hace que todo se vea muy verde, en natural armonía con la tierra del suelo y el barro de las viviendas.
Están ahí para impartir una plática sobre salud sexual y reproductiva a las indígenas de la comunidad. Por medio de una bocina comunitaria se convoca a las mujeres para que se reúnan en la comisaría –al parecer, uno de los edificios más importantes del lugar– y al cabo de unos cuantos minutos hacen acto de presencia alrededor de 150 mixtecas, algunas con niños y bebés en los brazos.
Las indígenas entran a la comisaría y toman asiento, varias deciden no pasar y escuchan desde afuera. Ruth en español, Cata y Apolonia en mixteco, dan la bienvenida y empiezan a hablar de violencia contra la mujer, de infecciones de transmisión sexual y de embarazos saludables. Son temas que dominan, pues tomaron el taller en la CAMI.
La audiencia mira con atención, hasta que se llega al tema de los anticonceptivos. Cata les muestra un condón femenino y antes de explicarles cómo se utiliza algunas mujeres se levantan y salen de la comisaría.
Los minutos transcurren, Cata sigue hablando, más mujeres salen y las que se quedan levantan la mano y comentan en su lengua; impera el nerviosismo, la concurrencia se ha reducido a la mitad. Finalmente se da por concluida la plática, se les entregan algunos materiales impresos con información sobre VIH/sida y algunos condones que muchas de ellas reciben, pero otras rechazan con una risita nerviosa.
"No les ha gustado que hablemos de anticonceptivos, por eso se han ido", asegura Cata. "Pero las mujeres que se quedaron hasta el final sí están interesadas, nos han dicho que debemos llevar estas pláticas a las escuelas, dirigirlas a los jóvenes. No quieren que sus hijos tengan la misma vida que ellas. Además nos propusieron que hablemos de esto a sus esposos también".
Al término de la charla cinco hombres se le acercan a Apolonia, aparentemente son los que están a cargo de la comisaría. Hablan en mixteco, parecen cordiales. Algo le dicen a Apolonia y ella contesta. Hay risas. Aceptan la información impresa y los condones.
"Me han dicho que si yo fuera la esposa de alguno de ellos ya me hubieran dejado, porque paso mucho tiempo fuera de mi casa. Yo me reí y les contesté que no hago nada malo, al contrario, es por el bien de nuestras comunidades".
Apolonia, Ruth y Cata toman sus cosas y salen de la comisaría. Tienen que volver al centro de San Luis Acatlán. Les aguarda otra hora de trayecto por caminos pavimentados, otros de terracería y muchos deslavados por las lluvias.

SU B I R