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El Centro Histórico es el protagonista de Toda la sangre, novela de Bernardo Esquinca

Aniquilado por la conquista, el pasado prehispánico pugna por resurgir

Me muevo en lo siniestro y mezclo los géneros de terror, fantástico y policiaco, dice a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Martes 13 de agosto de 2013, p. 8

La más reciente novela del narrador Bernardo Esquinca, Toda la sangre, explora el Centro Histórico capitalino como protagonista, espacio donde se cruzan etapas históricas, la locura, las deidades aztecas y los sacrificios en su honor, en una mezcla de los géneros de terror y policiaco; esta segunda parte de la saga del personaje Casasola será presentada por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, Mariana H. y el autor, a las 19 horas de este miércoles en el Centro Cultural de España.

Junto a los conflictos internos de los personajes, ésta es una reflexión sobre el Centro Histórico, el pasado que no se ha ido y está muy presente, y los antiguos dioses que, como a muchos mexicanos, me intrigan, me fascinan y son misteriosos. Es poco lo que sabemos de ellos pero ahí están. Y también, explorar la parte más difícil, incomprensible, de nuestro pasado prehispánico: los sacrificios humanos, explica el autor en entrevista con La Jornada.

Conservar la cordura, lucha diaria

El también periodista agrega que no aceptamos del todo la realidad de esta clase de rituales y en cambio decimos que no es verdad y fueron mentiras de los españoles, pero es tajante al afirmar que pasaron: los investigadores “Eduardo Matos Moctezuma o Leonardo López Luján nos dejan muy claro que estás cosas sí ocurrieron.

Hay una pugna entre el mundo antiguo y el mundo actual. Tú lo ves de manera simbólica en las ruinas: la Catedral se hunde y el Templo Mayor, por un efecto óptico, surge... Este pasado que fue borrado, aniquilado y ocultado en la Colonia, tras la Conquista, está pugnando por resurgir y por recuperar el terreno que le fue arrebatado. Esta idea es la que me llevó a escribir la novela.

Casasola, cuya primera aparición se dio en La octava plaga, se sitúa como un espectador en un relato cuyos orígenes se remontan al imperio azteca, y que parte del hallazgo de restos humanos en las zonas arqueológicas de la ciudad, que emulan los antiguos ritos aztecas. Así, el protagonista –a causa de la investigación de un asesino serial– se coloca ante la perspectiva del fin del mundo conocido.

“Soy fiel a mis obsesiones como escritor y siempre me muevo en los terrenos de lo anómalo, de lo siniestro. Me gustan los géneros de terror, fantástico y poli-ciaco, y me gusta mezclarlos en mis novelas; en los cuentos estoy más clavado en el terror, como sucede en Los niños de paja y Demonia, pero con la novela me permito hacer este experimento donde no es muy común que la novela negra cruce fronteras entre géneros”, explica.

Foto
Bernardo Esquinca, durante la entrevistaFoto Luis Humberto González

En este volumen, detalla Bernardo Esquinca, gran parte se inscribe en el terreno de lo posible hasta la aparición de presencias antiguas, dioses y el brujo, sencillamente porque la realidad me parece muy burda, vulgar y no me interesa imitarla. Creo que una de las labores de la literatura en general y de los géneros de este tipo es permitirnos reinventar la realidad y hablar de ella desde otras posibilidades.

Contrasta esta clase de terror con el México donde lo terrible de la narcoviolencia marca el escenario: Este es otro tipo de miedo. Si alguien lee esta novela no se va a encontrar lo que ve en los noticiarios. La motivación principal de la literatura de terror, según Stephen King, escritor al que admiro, debe ser inventar miedos para hablarnos de los miedos reales... a mí el que me gusta explorar es el terror sobrenatural. Aquí lo que vemos no es tanto la violencia de todos los días que vemos en los noticiarios, sino pensar qué ocurriría si los antiguos dioses de la Gran Tenochtitlán regresaran.

Afirma que la locura es un tema sobre el que siempre regresa, pero aquélla de quien está a punto de enloquecer, no de quien ya ha rebasado el límite. Creo que para el hombre contemporáneo la gran lucha es por su cordura ante el mundo que parece una ficción, con la política, la presión del trabajo en el que tenemos que ser exitosos, todo este bombardeo mediático, la violencia... Todo parece una gran novela. Eso lo decía J.G. Ballard desde los años 70. Yo mismo lucho todos los días por conservar la cordura y mis personajes están en el borde del precipicio.

Esquinca reconoce la influencia del escritor irlandés John Conolly y adelanta que trabaja en una tercera parte de su serie.

Además de los investigadores mencionados, también habla de la influencia de Miguel León-Portilla y el escritor Sergio Rodríguez González en su novela Toda la sangre. El Centro Cultural de España está en la calle República de Guatemala 18, Centro Histórico.