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Ver día anteriorMartes 23 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ah’i se va
U

na expresión mexicanísima muy relacionada con el nivel medio educativo general (no sólo escolar) de nuestra población. No hacemos el esfuerzo porque las cosas queden bien hechas, o bien terminadas, o terminadas en el sentido de completas. Refleja una indolencia lamentable, pero difícil saber en qué medida hacemos las cosas así, o qué proporción de la población se conduce de este modo. Más difícil saber por qué somos así.

Un hecho más que ejemplar de esta indolencia acaba de recorrer toda la república: los 117 errores ortográficos que adornan las páginas de los libros de texto gratuitos. Un hecho de veras muy vergonzoso: los autores de esos errores debieran ser exhibidos y sancionados de alguna manera.

Los libros fueron terminados, ahí tiene usted los manuscritos, solamente faltaría una revisión gramatical y de estilo, por un(os) especialista(s), antes de entrar a la imprenta. Pero no se hizo. Seguramente nadie usó esa expresión, pero se condujo de ese modo: ¡ ah’i se va!

Con ser un hecho grave, acabamos de ver también, en los mismos días, otro hecho muchas veces más grave y más complejo, detrás del cual hay cientos de procesos y decisiones, pero todo en conjunto es un ah’i se va monumental: tenemos miles de profesores graduados para el nivel básico, pero no tenemos las plazas que, mediando en examen de oposición, ocuparían tales graduados.

La SEP informó que 140 mil 172 maestros realizaron la evaluación, cifra que representa 95.86 por ciento del total de los 146 mil 222 aspirantes registrados. En esta edición se ofertaron (sic) 12 mil 933 espacios laborales, lo que significa que 127 mil 239 profesores se quedarán sin acceder a un empleo, no lograrán una doble plaza o no podrán regularizar su situación como interinos. Se abrieron, como se ve, 8.8 por ciento de los espacios inicialmente demandados. Esta aberrante situación se configuró ahora, pero para ello debieron converger, en el hoy, miles y miles de hechos, durante muchos, muchos años, que a la postre resultarían inútiles, pero en el que estaban involucradas miles de personas que ignoraban que caminaban por un túnel que no sabían adónde conducía.

En un proceso de larga data llegamos a este presente. La historia de las escuelas normales suele ser divida en generaciones. La tercera generación de Escuelas Normales, se inició en la década de los 80 del siglo XIX, tal como ocurrió en gran parte del mundo. La primera Escuela Normal de tercera generación en México fue la Escuela Normal Veracruzana fundada en noviembre de 1886 por el alemán Enrique Laubsher y el suizo Enrique C. Rébsamen. La segunda Normal moderna fue la de la Ciudad de México, fundada a principios de 1887. Ambas instituciones siguen en funcionamiento en la actualidad. Pero durante el siglo XX fueron creadas con rapidez muchas más hasta llegar a unas 450 que tenemos en la actualidad. Esta política es explicable a la luz de que en los años sesenta México alcanzó la tasa de crecimiento de la población más alta del mundo (arriba de 3.5 porciento anual).

Se llaman escuelas normales porque se supone que están normalizadas por el gobierno, lo que a su vez significa que el gobierno dicta las normas de la enseñanza básica en todo el territorio nacional. Por supuesto, estamos lejos de tener un sistema normalizado en todo el país. Ah’i se va.

Las Normales atienden la demanda de quienes requieren un puesto y un ingreso en corto plazo, pero cada año ¿cuántos son los entrantes efectivos? Nunca hemos oído hablar de rechazados en estas escuelas. De otra parte, casi podríamos jurar que el número total de quienes ingresan y egresan, no tiene relación ninguna con la demografía. ¿Cuántos profesores deben ser formados en los próximos diez años, por ejemplo?: Depende de cuántos profesores saldrán del sistema por jubilación u otras causas, y cuánto niños, por entidad federativa, nacerán y llegarán a edad escolar en determinados años.

En 1970 la tasa natural de crecimiento de la población era 3.26 por ciento, pero la acelerada urbanización y las políticas demográficas derrumbaron esa tendencia. En el año 2000 dicha tasa era de 2.15 por ciento y en 2010 de 1.31; se estimaba que para 2050 apenas llegaría 0.12 por ciento. Los datos proceden de un estudio de Conapo que fue realizado en 2009. El censo de 2010 dio la sorpresa de que había alrededor de 4 millones más de mexicanos que los esperados, que modificarían las proyecciones moderadamente, si como se conjetura es un desvío temporal en la tasa de fecundidad de la primera parte de la década 2000-2010.

Respecto a la educación, se estima que el monto de niños en edad de cursar la educación primaria (6 a 11 años) comenzó a descender y que el máximo de 13.4 millones, alcanzado en 2000 se reduciría en más de dos millones en los siguientes 14 años para ubicarse en 11.2 millones en 2015, lo que implica una reducción de la demanda de población en edad de cursar la primaria de 18% en ese periodo. ¿Sabía todo esto el sistema de Escuelas Normales o, con las decisiones de ingreso que tomaron en conjunto se trató de un amplio y colectivo ah’i se va que provocó que hoy tengamos más profesores de los requeridos por el nivel básico?