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En entrevista habló sobre Rebanadas, libro de relatos más reciente

Naief Yehya narra actos atroces de una cultura mediatizada

Intenta generar una reflexión sobre la complacencia con nuestra forma, no normal, de convivir con la situación del país

 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de julio de 2013, p. a11

Vivimos en un mundo en guerra y en una cultura mediatizada del horror, la violencia y la atrocidad, y cada vez más carecemos de certezas sobre quién tiene la razón y quién utiliza la agresión como pretexto para otros fines. Así define el narrador y ensayista Naief Yehya el presente en entrevista con La Jornada, a propósito de su libro de cuentos recién publicado Rebanadas.

El colaborador de este diario afirma por teléfono desde Nueva York que la época en que nació y creció era de ideologías y esperanzas, referentes que se han borrado por una inmensa sucesión de traiciones y desilusiones. En este panorama, la violencia se nutre a sí misma, una vorágine que sigue creciendo. Observa con gran desconsuelo y poco optimismo, que no parece que ese panorama vaya a cambiar o a detenerse.

Contrasta, sin embargo, con la Revolución francesa, que debe haber tenido un ambiente semejante a pesar de no contar con esta mediatización, donde por diferentes canales nos alimentan de otra manera de entender la realidad, basada en la brutalidad, la violencia y la extrañeza, y que está fuera de control.

Labor de 10 años

En el volumen editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en su colección El Guardagujas, los intereses y obsesiones asociados a temas como la guerra contra el terror, la violencia y la pornografía propios de Yehya, son abordados desde un realismo mediatizado. Estos cuentos reflejan el lado humano de sus preocupaciones que ha venido escribiendo en el género ensayo, señala.

Los 13 relatos de Rebanadas fueron escritos en casi una década, pero sin la intención de que formaran parte de un solo volumen. Al paso de tiempo –expresa el autor– regresé a ellos, los leí todos y me encuentro con la sorpresa agradable, confusa también, de que reflejaban todos los temores, obsesiones y ansiedades que he tenido durante los años de la guerra contra el terror, todo este tiempo que ha pasado desde el 9/11 (día del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York), en los cuales hice a un lado la narrativa para dedicarme a escribir análisis periodísticos y ensayo.

En la mayoría de los cuentos refleja actos atroces de violencia, de injusticia, y son narrados en un lenguaje que denomina ligero, efectista, simple, directo, sin florilegios ni artificios literarios, más bien similar al que se utiliza en los medios de comunicación: el discurso televisivo de la inmediatez propagandística.

Su intención –asegura– es dar un mensaje totalmente opuesto, provocar una toma de conciencia de los tiempos de violencia, de complacencia con nuestra forma de convivir con la violencia; retomar la palabra para, sin imágenes, tratar de estremecer y de darnos cuenta de que esta realidad no es normal, no es natural.

Afirma que estos relatos son una extensión, la otra cara, de su labor como ensayista. Gran parte tiene que ver con su trabajo. Por ejemplo la pornografía, a la que siempre ha abordado desde “su historia, su economía, su sociología, su política, su semiología, sus significados personales, todo lo que significa desde un punto de vista de la reflexión ensayística. En este caso trato de exponer el otro lado, lo que no tendría cabida en un libro como Pornografía: la experiencia humana”. Lo mismo que con la guerra, en el libro Propaganda. Sigo trabajando con el tema, pero lo más personal está en los cuentos.

Señala que sus personajes son inspirados de sus lecturas e investigación en los temas que desarrolla en el ensayo. Sin embargo, los cuentos que mejor me han funcionado casi siempre son aquellos en los que hay una rebelión de la narrativa, o sea, la historia se subleva en contra de lo que estoy escribiendo y me impone un giro... Cuando la historia logra sorprenderme o cuando me conduce por caminos que no esperaba es cuando me satisface y me deja muy contento, cuando no sé de dónde salió la combinación de palabras, lenguajes. Esa, para mí, es la gran revelación de la narrativa.

Yehya afirma que el descubrimiento en su niñez de la noción de final abierto, luego utilizado en sus cuentos, fue una revelación enorme; ahí la literatura se transformó para él en un “atisbo de algo que no servía para contarnos cómo empezó y terminó.... era una mirada a un momento, a una serie de personajes, que no importaba realmente cómo terminaba, sino lo que nos iba contando ese desarrollo, esa lectura oculta, desde entonces perdí el interés por los finales.

Adelanta que su próximo libro, Pornocultura, será publicado en septiembre por Tusquets Editores; además cuenta con otra novela terminada que espera sea editada en poco tiempo.

Rebanadas se presenta mañana a las 19 horas en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica (Tamaulipas 202, colonia Condesa), con la participación de Alberto Chimal, Bruno Piché, Julia Trujillo y el autor.