Sociedad y Justicia
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Crimen, disturbios callejeros y espacios dominados por adultos, factores de riesgo

Creciente violencia social atenta contra el derecho de los niños a jugar: expertos

Lo paradójico es que el juego es una forma para restituir valores a la sociedad, señalan

 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de julio de 2013, p. 37

Las altas tasas de delincuencia en las ciudades, la violencia, los disturbios en comunidades y calles, así como espacios públicos dominados por jóvenes o adultos hostiles son algunos de los factores de riesgo que detectó el Comité de los Derechos del Niño (CDN) que impiden a los menores ejercer su derecho pleno al juego y el esparcimiento.

Norma del Río, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y experta en derechos de la infancia, destacó que entre los adultos "hay mucho miedo por la incertidumbre y la complejidad del mundo actual, sobre todo en entornos donde el tejido social se ha erosionado”.

Lo paradójico, dijo, es que el juego es una de las formas para restituirlo. Jugar permite a los niños aumentar la incertidumbre para explorar, sin riesgo a ser castigado por la equivocación: “en el juego es como aprende uno a tomar decisiones, a ser libre, a arriesgarse y sobre todo a pensar y a reflexionar".

El CDN destaca en su observación general sobre el derecho del niño al descanso, el esparcimiento, el juego, las actividades recreativas, la vida cultural y las artes que las principales características del juego son la diversión, la incertidumbre, el desafío, la flexibilidad y la no productividad.

Agrega que el juego se considera con frecuencia algo no esencial, pero es una dimensión fundamental y vital del placer de la infancia, así como un componente indispensable del desarrollo físico, cognitivo, social y emocional.

Los entornos peligrosos que ahora deben afrontar los pequeños restringen gravemente sus oportunidades de jugar y realizar actividades recreativas. La creciente merma de muchos de los espacios de que tradicionalmente disponían los niños crea la necesidad de una mayor intervención del gobierno para proteger este derecho, insiste.

Del Río, integrante del programa de Infancia de la UAM, destaca que en el impulso al juego libre, en el que los niños pueden realizar actividades recreativas no impuestas por los adultos, la escuela o las actividades extracurriculares, no se trata de que el adulto desaparezca. Hoy en día los niños están muy solos y por eso se ven obligados a tomar decisiones con responsabilidades que los sobrepasan.

Los adultos, comentó, deben estar disponibles, con escucha atenta y apoyando en la mediación de conflictos. “Son como la base, cuando lográbamos llegar al lugar seguro donde no nos podían tocar para sacarnos del juego. El disfrute de compartir la alegría, el movimiento, debiera formar parte de nuestra vida cotidiana.”

Se trata, dijo, de la posibilidad de reír, de reírse de uno mismo; ver el otro lado del espejo muchas veces es deseable para hacer frente a las dificultades de la vida. Este es el valor de sobrevivencia del juego.

Para el CDN existen por lo menos 13 factores para generar un contexto óptimo en el que los niños ejerzan su derecho a jugar: estar libres de estrés, no sufrir exclusión social, prejuicios o discriminación, y estar en un entorno que los proteja del daño o la violencia social.

También enfatiza la necesidad de que disfruten de un descanso adecuado a su edad y su desarrollo y, sobre todo, disponer de tiempo libre, sin actividades impuestas, pues uno de los factores relevantes es acceder a espacios para jugar sin control ni gestión de los adultos.