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Yuri Herrera habla de su novela más reciente, La transmigración de los cuerpos

La literatura permite ver la realidad de una manera más compleja y difícil

El narrador describe un México violento, donde se vive con miedo y sin meterse en lo que hacen los otros

La palabra se pervierte desde el poder, pero también sirve para abrir espacios

Foto
Yuri Herrera durante la entrevista con La JornadaFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Jueves 18 de julio de 2013, p. 5

Autor de los libros Trabajos del reino, Señales que precederán al fin del mundo y La transmigración de los cuerpos, Yuri Herrera (Actopan, Hidalgo, 1970) sostiene que la literatura funciona como unos lentes que nos hacen ver la realidad de manera más compleja y difícil.

En su más reciente novela La transmigración de los cuerpos (Editorial Periférica), el autor describe un México violento; las personas viven con miedo y han aprendido a no meterse en lo que hacen los otros, pues como dice uno de sus personajes: Bastante cabrona es la existencia como para preocuparse por la ajena.

El escritor asegura que la literatura permite asumir, con otras herramientas, nuestra responsabilidad frente a lo que nos ha tocado vivir.

Ámbito viciado y violento

Interesado en que la historia de su nuevo libro sea vista como algo que vale por sí misma y no sólo como alegoría o metáfora, Yuri Herrera describe lo que vivimos; un ámbito viciado y violento al que parece que nos hemos acostumbrado.

“Cuando estamos demasiado acostumbrados a las cosas que no deberíamos acostumbrarnos –explica–, el arte nos ayuda a extrañarnos frente a cosas aparentemente normales.

“El arte hace que de repente amanezcamos un día sintiéndonos una cucaracha, cuando amanecer sintiéndose de esa manera era algo de todos los días. El arte nos hace mirar críticamente, con horror o pasión cosas que dejamos pasar como si no valiera la pena reparar en ellas.

“El arte renueva nuestras miradas sobre lo que sucede en el mundo.

Siempre insisto en que la literatura no crea hombres buenos ni malos, sino ciudadanos reflexivos y tenemos la posibilidad en los libros de encontrar nombres nuevos o más justos para lo que nos sucede. Elaboramos una nueva manera de encarar los problemas, y creo que la literatura funciona como unos lentes que nos hacen ver la realidad de manera más compleja y más difícil.

La novela de Herrera gira en torno a una epidemia que paraliza el país, pero propicia el encuentro entre una mujer deseada, La Tres Veces Rubia, y un hombre que desea, el Alfaqueque. Tragedia, redención, familia, sexo y muerte son las claves de este relato.

El Alfaqueque no es un personaje puro, indica el autor. Está lidiando con los distintos usos del lenguaje. Está claro que la palabra es algo que se usa y se pervierte desde el poder, pero también se puede utilizar para mediar, resolver y abrir espacios para las personas. Es algo que domina en los distintos ámbitos en los que se mueve, como en los sótanos del poder o de la justicia y, al mismo tiempo, en las relaciones personales.

Alfaqueque es alguien que al utilizar el lenguaje trabaja la maquinaria del poder, pero al mismo tiempo se descubre a sí mismo en cada situación a la que se enfrenta.

A diferencia de sus otros libros, donde el núcleo fue un artista y un viaje, ahora se centra en el miedo producto de una epidemia.

“Más que las relaciones de los personajes, más que el trayecto realizado en Señales, me interesaba el miedo, la paranoia; la atmósfera agresiva que se da en esta epidemia que nunca se sabe de qué es ni de dónde salió, pero justamente el asunto es lo irracional de esa atmósfera, y el miedo es algo permanente que determina las actitudes de las personas en esta ciudad”, concluye Yuri Herrera.