Opinión
Ver día anteriorMiércoles 17 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El futuro de Internet
D

esde hace tiempo pienso que las grandes preguntas éticas y filosóficas de nuestros días las están haciendo y contestando los científicos más que los filósofos profesionales.

También son los que más están modificando nuestro entorno y nuestras conductas. La invención de la lavadora –que es ciencia aplicada– liberó más a la mujer que cientos de mítines y discursos feministas. Lo mismo podemos decir de la píldora del día siguiente o de la Internet, desarrollos científicos y tecnológicos que han modificado al mundo de tal manera que ya no podemos imaginarlo sin ellos.

Ahora Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden, especialistas en el ciberespacio, han modificado más la geopolítica que los estrategas mejor calificados por Rusia, Israel o Estados Unidos.

No es casual que se hayan convertido al parecer en uno de los blancos principales del imperio más poderoso de la historia.

Cypherpunks: la libertad y el futuro de Internet es el más reciente libro de Assange y otros hackers sobre las nuevas realidades del mundo digital. Y lo que nos dicen parece materia de ciencia ficción pero día con día, y gracias a sus filtraciones, comprobamos sus dichos.

Cypherpunks es un espléndido vuelo de reconocimiento de lo que está ocurriendo en ese mundo digital del que casi sólo conocemos sus bondades: la rapidez, la eliminación de grandes burocracias, el contacto directo, la comunicación instantánea, globalización de muchos bienes culturales, etcétera.

Y lo que nos dicen Assange y sus colaboradores es que la web lejos de ser sólo una herramienta estupenda para comunicarnos con libertad se ha convertido en una verdadera amenaza.

Según el líder de Wikileaks en la actualidad existe una militarización del ciberespacio. Y su afirmación no es una metáfora: cada vez que nos comunicamos por Internet, nos dice, o cada vez que nos comunicamos por teléfono nuestras comunicaciones están siendo interceptadas por organizaciones de inteligencia militar.

Y apunté que no es una metáfora porque las revelaciones de Snowden en el sentido de que el gobierno de Estados Unidos autorizó espiar cuentas de correo de manera masiva –e incluso las de sus propios aliados– ha provocado una de las peores crisis internas y externas en ese país.

Funcionarios estadunidenses aducen razones de seguridad nacional y de defensa incluso de la democracia.

¿Tienen razón? No lo creo. Es el mismo argumento que adujeron los nazis para exterminar judíos, los rusos para desaparecer a 10 millones de personas y los chinos durante su revolución cultural en cuyo nombre se eliminaron entre 20 y 60 millones de individuos según distintas fuentes como nos lo recuerda Doris Lessing.

¿Y no fue en nombre de la seguridad nacional que se creó la tristemente célebre Escuela de las Américas donde se capacitaron a cientos de militares que después fueron acusados por diversos crímenes contra los derechos humanos? Allí fueron entrenados Manuel Antonio Noriega, Omar Torrijos, Hugo Bánzer y ese cuerpo siniestro conocido como los kaibiles de Guatemala que exportaron su franquicia a varias partes.

¿Y no es verdad que esa misma doctrina de la seguridad nacional implementada por militares estadunidenses favoreció los gobiernos militares en América Latina? La guerra sucia de la dictadura Argentina es producto de esa estrategia. Se quiso limpiar al país de los subversivos y se terminó controlando a las personas acotándoles sus libertades y bañando de sangre a esa nación.

Este control militarizado se está implementado a través de la intercepción masiva de mensajes privados que atentan contra los derechos humanos y contra el sistema judicial mismo de aquel país.

Es cierto que todo Estado debe velar por la seguridad de sus ciudadanos pero debe hacerlo con la supervisión judicial y la autoridad respaldada por el Congreso.

Ninguna labor de vigilancia debe poner en riesgo la democracia y eso, me parece, está ocurriendo.

Si antes a los sospechosos se les vigilaba, ahora se vigila a todos gracias al control físico de la fibra óptica y de la información que pasa por satélites y servidores.

Para los autores de Cypherpunks los mismos aparatos que hoy nos comunican sirven para esa apropiación ilegal de nuestros datos.

Para Assange, Jacob Appelbaum, Andy Müller-Maguhn y Jérémie Zimmermann, la única forma para contrarrestar ese control militar del ciberespacio es aprendiendo a encriptar nuestros mensajes.

Me parece que tienen razón estos hackers que parecen sacados de la saga Millenium, de Stieg Larsson: sólo es posible defender los derechos civiles desde la libertad. Garantizar la seguridad de los mismos, decía Popper, debe hacerse procurando siempre la libertad y no sólo la seguridad aunque no sea sino porque sólo la libertad puede hacer segura a la seguridad.

Todos los días se activan miles de dispositivos móviles. Todos los días debemos procurar que el ciberespacio siga siendo un espacio civil, un derecho humano como quiere la ONU.