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¿Al fin, educación por computadora?
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Periódico La Jornada
Martes 16 de julio de 2013, p. 24

Es posible enseñar cualquier rama del conocimiento humano con el cine, observó Thomas Edison en 1913, al predecir que pronto los libros serían obsoletos en el salón de clases. En realidad, el cine tuvo poco efecto en la educación. Hasta hace poco ocurría lo mismo con las computadoras. Desde la década de 1970 los visionarios de Silicon Valley han afirmado que su industria cambiará el salón de clases de modo tan radical como la oficina, y han vendido mucha tecnología a las escuelas con esa idea. Los niños usan la computadora para investigar, escribir tareas y hacer trampa. Pero el núcleo de sistema ha cambiado poco desde la Edad Media: un sabio en la cátedra que declama lecciones a varias filas de estudiantes. Tom Brown y Huckleberry Finn lo reconocerían al instante... y se pondrían a temblar.

Hoy por fin hay una revolución en camino. En su centro está la idea de pasar de la educación de un solo tamaño para todos a un enfoque más personalizado, en el que la tecnología permite enseñar a cada niño a velocidad diferente, en algunos casos mediante programas de computadora adaptables, y en otros con conferenciantes superestrellas, en tanto la tarea del maestro cambia de orador a entrenador: dar atención individual a niños que según los dispositivos requieran ayuda. En teoría el salón de clases será vuelto de revés, de modo que se proporcione más información básica en el hogar, por medio de pantallas, y el tiempo en el salón se ocupe en imbuir, refinar y probar ese conocimiento (como hoy se hace con las tareas, pero con más efectividad). La promesa es una mejor enseñanza para millones de niños a menor costo... pero sólo si maestros y políticos la aceptan.

¿Por qué es diferente? En gran medida porque varios cambios importantes ocurren al mismo tiempo: redes móviles de alta velocidad, tablets baratas, capacidad de procesar a bajo costo enormes cantidades de datos, complicados juegos en línea y programas de aprendizaje adaptable. Por ejemplo, nuevos libros de texto digitales interactivos, con mecanismos integrados de evaluación continua, pueden hacer cambios en tiempo real, dependiendo de qué y cuánto aprende el alumno (a veces sin que esté consciente de que se le examina). Nuevos programas de extracción de datos pueden predecir la probabilidad de que un alumno falle en lectura o matemáticas sin atención especial, lo cual permite al maestro intervenir antes que sea tarde.

Ya se usa en enseñanza superior

La educación superior está a la vanguardia. Apenas un año después de su lanzamiento, Coursera, uno de los pioneros en ofrecer cursos abiertos masivos en línea, afirma tener 3.9 millones de estudiantes en el mundo, que toman cursos suministrados por 83 instituciones asociadas. Las universidades siempre han estado dispuestas a experimentar con la tecnología: la Universidad Abierta de Gran Bretaña, basada en la televisión, tiene ahora 44 años. Pero esta vez las escuelas de otros niveles las secundan: cuatro años después de que Salman Khan renunció a su empleo en un fondo de inversión para enfocarse en producir videos de matemáticas, la Academia Khan ha registrado 6 millones de usuarios, que resuelven (o tratan de resolver) 3 millones de problemas al día, y ha ampliado su currículum mucho más allá de las matemáticas. También trasciende las fronteras de EU: se dice que Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, financia una versión del currículum de la Academia Khan que se usará para niños de México.

La educación tecnológica ha cosechado otros impresionantes partidarios. Bill Gates afirma que estamos en un momento especial para la educación. El sector privado amontona dinero para invertir en el rubro. Rupert Murdoch, que poco tiene de tecnófilo, permite que su empresa de educación digital Amplify acumule pérdidas de alrededor de 180 mdd este año con la esperanza de llegar a dominar un mercado que según estimaciones de News Corporation pronto valdrá 44 mil mdd sólo en EU. GEMS, proveedora de educación con sede en Dubai, quiere expandir el uso de tecnología educativa en India y Ghana para alcanzar a niños de áreas remotas.

Otros no están tan seguros. Muchos padres de familia afirman que el exceso de juegos, las computadoras encendidas todo el tiempo y los mensajes de texto con faltas de ortografía han creado la generación más tonta. Algunos maestros usan los portales de educación tecnológica, pero sus sindicatos recelan de cualquier cosa que sugiera que las escuelas puedan funcionar con menos profesores, y les desagrada la idea de que empresas privadas como New Corp de Murdoch ganen dinero con la educación. También hay preocupación por la privacidad: las empresas de educación tecnológica acabarán teniendo un vasto almacén de datos personales de los alumnos.

A corto plazo la tecnología educativa fomentará la desigualdad, porque será adoptada con mayor entusiasmo por las escuelas más ricas, en especial las privadas, en tanto las escuelas estatales de escaso presupuesto tendrán dificultades para adquirir la tecnología que permita a sus estudiantes ponerse al nivel. Pero el mayor reto para muchos políticos será enfrentar el enorme poder de los sindicatos de maestros.

Economist Intelligence Unit

Traducción: Jorge Anaya

En asociación con infoestratégica