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El negocio de empresario belga era construido en tierras que adquirió el INAH sin informar

Sergio Raúl Arroyo canceló las obras del Cuarto Museo del Cacao; ese día lo destituyeron

Delegado de la dependencia dijo que estaban dañando el Templo de las Mil Columnas

Desmiente secretario sindical: Puede ser parte de una confabulación para flexibilizar la ley

Reportera y corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 15 de julio de 2013, p. 9

La suspensión de las obras para erigir en el área de la zona arqueológica de Chichén Itzá el Cuarto Museo del Cacao, negocio de un empresario belga, fue ordenada por Sergio Raúl Arroyo, ex director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). La orden se ejecutó el mismo día que el funcionario fue destituido de su cargo, el lunes de la semana pasada.

El inmueble se construía en los terrenos que el instituto adquirió, en sigilo, en octubre, en 232 millones de pesos. Al parecer, hubo autorización de palabra, con la presunta complicidad de altos funcionarios del INAH, afirmó a La Jornada un arqueólogo que labora en la zona, quien pidió omitir su nombre.

Este diario buscó durante toda la semana pasada al delegado del INAH en Yucatán, Eduardo López Calzada, para conocer detalles acerca de asunto, pero el funcionario no respondió. El área de prensa del instituto ofreció el jueves dar información, cosa que tampoco sucedió.

El secretario general del Sindicato Nacional de los Trabajadores Administrativos, Técnicos y Manuales del INAH, José Enrique Vidal Dzul, viajó a Chichén Itzá para conocer la magnitud de los posibles daños en el sitio arqueológico, pues las primeras declaraciones de López Calzada señalaban que había afectaciones en el Templo de Las Mil columnas.

“Pero no hay tal, el museo no se está construyendo, como hizo creer el delegado, dentro de la zona de monumentos del sitio, sino en un terreno que era parte del hotel Mayaland, al que los custodios de Chichén Itzá conocen como ‘la cuchilla’, y desde siempre han sabido que es propiedad privada. Queda a unos 200 metros del Templo de las Mil Columnas”, explicó Vidal a La Jornada.

Agregó que ni los trabajadores del INAH en Chichén Itzá sabían que ese terreno, donde desde febrero los empresarios belgas construyen su museo, pertenece ya al instituto. “Sólo les llegó la noticia de que el predio fue vendido a una asociación. Todos supusieron que fue a la de los belgas que comenzaron a construir sin esconderse de nadie. Es decir, no se trata de una construcción furtiva, alguien tuvo que autorizarles. También hay que decir que no hay ninguna destrucción de monumentos. Se habla de daños a un sacbé, pero esos caminos mayas están marcados con piedras sueltas, las cuales se pueden remover y volver a colocar.

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Vista de la obra suspendida en la gestión de Sergio Raúl Arroyo, destituido la semana pasadaFoto cortesía sindicato INAH

“Nosotros vimos que removieron una parte del sacbé para hacer una suerte de puente. Se trata de un área inhóspita, todos saben que de ahí sacaban los mayas antiguos material de relleno para la construcción de sus templos, por lo que hay mucha roca madre; es decir, es un área donde ya se sabe que no hay vestigios arqueológicos importantes. Sabemos que los empresarios belgas tienen ingresada una petición de permiso para construir, que está revisando el Consejo de Arqueología.

“Nos parece que hay irresponsabilidad del delegado López Calzada al haber declarado que hubo daño en las Mil Columnas y en un juego de pelota. La opinión pública de inmediato se imaginó la construcción del museo en la plaza central de Chichén Itzá, y no es así. ¿Qué busca? ¿Desprestigiar a la institución?

Esperamos que no sea parte de una confabulación peligrosa, de una acción tendiente a justificar que el INAH no hace bien su trabajo de protección al patrimonio para hacerlo ver inoperante y con ello tratar de modificar la ley. Sería muy grave que estuvieran preparando un golpe para que se flexibilice el uso de zonas arqueológicas. Estaremos pendientes, pues la experiencia nos dice que Teresa Franco es muy liberal en el terreno del patrimonio arqueológico, concluyó el líder sindical.

Manuel Pérez Rivas, de la dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, recorrió el área, aunque no ofreció informe oficial. López Calzada rechazó que haya funcionarios del INAH involucrados en los permisos a la empresa Belcolade, pero tampoco aclaró quién abrió las puertas para la obra. El 9 de julio, Mathieu Michel Claude Brees, el empresario responsable, amenazó con denunciar a los funcionarios del INAH por la suspensión de la obra, pero tampoco quiso demostrar quién lo autorizó a comenzar los trabajos del Cuarto Museo del Chocolate. En Cultura del gobierno estatal, el responsable José Luis Blanco Pajón, declaró que al INAH le corresponde solucionar este problema, y también dijo que desconoce quién autorizó los trabajos al empresario belga.