Opinión
Ver día anteriorDomingo 14 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los mexicanos y el resto del mundo
D

esde hace ya un lustro, un grupo de investigadores del CIDE realizan una encuesta de opinión y percepción sobre México, las Américas y el Mundo. Y en su último reporte, disponible en formato impreso, CD o vía Internet, dan cuenta de la opinión de los mexicanos sobre sí mismos y sus vecinos; sobre sus percepciones, prácticas, conocimientos y actitudes con respecto a otros países. A lo largo de los años el reporte se ha convertido en un instrumento fundamental para definir y orientar la política exterior mexicana, pero también para conocernos más a fondo y saber qué piensa el público en general y los líderes de opinión sobre temas fundamentales.

México es un país de emigrantes, dado que poco más de 10 por ciento de su población vive fuera del país y casi la totalidad en Estados Unidos (98.6 por ciento). Sin embargo, la encuesta pone en evidencia que México no es un país de viajeros. Sólo 24 por ciento de la muestra ha salido alguna vez fuera del país y sólo la mitad (12 por ciento) ha vivido en el extranjero por algún periodo. La inmensa mayoría –88 por ciento– ha viajado a Estados Unidos y sólo 12 por ciento de los viajeros se ha aventurado a visitar y conocer otros países, otros continentes.

En síntesis, se podría decir que los mexicanos tienen poco interés o pocas posibilidades de viajar. Lo que es explicable tomando en cuenta el nivel de pobreza generalizado que campea en el país, pero también refleja su nivel de conocimiento y relación con el mundo exterior: sólo 43 por ciento de la muestra sabía cuál es la moneda común de la Unión Europea.

En cuanto a la identidad, el mexicano se identifica más con la nación 64 por ciento más que con las identidades regionales (estados de origen); sin embargo, se percibe un marcado regionalismo en los estados del sur, comparados con el centro y el norte. Entre el público en general el apego a la identidad mexicana es notable y si se le pregunta ¿de qué país le gustaría ser? 52 por ciento reafirma que de ninguno, o mexicano o nada. Sólo 14 por ciento se inclina por Estados Unidos, 3 por ciento por España, 18 por ciento por otros países y 13 por ciento no sabe o no contestó.

Llama la atención que entre las opciones preferidas se den aquellas donde la tradicional relación de amor-odio es muy marcada, como con Estados Unidos y España.

En cuanto a la identidad supranacional se percibe un cambio relevante en los últimos años. Ha bajado de 64 a 50 por ciento la opción de sentirse latinoamericano, mientras que la opción por identificarse como ciudadano del mundo ha subido de 22 a 27 por ciento. La opción de identificarse como norteamericano o centroamericano no ha variado y se mantiene en torno a 7 por ciento. Sin embargo, y a pesar de la vecindad con Estados Unidos o precisamente por eso mismo, los mexicanos se sienten más latinoamericanos que los colombianos (49 por ciento), ecuatorianos (41 por ciento) y peruanos (34 por ciento) (reporte de 2011).

No obstante para los países andinos la identidad suprarregional, en este caso Sudamérica, es muy importante: en Colombia, Perú y Ecuador una quinta parte la considera como la más relevante, mientras para México la identidad norte o centroamericana sólo representa 7 por ciento. En efecto, en Sudamérica ha empezado un proceso de integración regional sin precedente y la Unasur cobra cada vez más fuerza como bloque latinoamericano, con avances notables en los últimos años que se sustentan en acuerdos multilaterales del Mercosur y la Comunidad Andina.

Más allá del comercio y la actividad económica, los sudamericanos consideran la migración intrarregional como un factor de desarrollo. De ahí que se haya acordado la libre circulación regional entre países, sin la necesidad de visas ni pasaportes. Cualquier sudamericano puede viajar por la región con tan solo su documento nacional de identidad. Y se ha dado un paso adicional de importancia capital: los sudamericanos pueden obtener con gran facilidad la residencia y con ello permiso para trabajar.

En vez de discutir sobre mercados de trabajo y los contextos laborales, donde siempre se empantana la discusión y surgen los nacionalismos extremos, la solución se dio por la vía de la regulación migratoria. Al fin y al cabo los países que reciben más inmigrantes son Argentina y Chile, y hace décadas que entraron en un franco proceso de transición demográfica y envejecimiento de la población. El caso de Brasil, el gigante sudamericano con más de 200 millones de habitantes, acoge a tan sólo 940 mil extranjeros (0.4 por ciento). En ese contexto para qué preocuparse de los inmigrantes, bienvenidos todos.

El caso de Argentina es notable por su política de apertura hacia la inmigración regional y mundial. A pesar de sus dificultades económicas recurrentes es un país y un pueblo que no se encierra y siempre está abierto al exterior, tanto para recibir inmigrantes como para facilitar la salida de sus nacionales al extranjero.

Por su parte, el informe del CIDE reporta que en México el contacto con el exterior y con los extranjeros es muy reducido, sólo 19 por ciento afirma tener algún tipo de relación con extranjeros. Lo que es consistente con el muy reducido número de inmigrantes que según el censo de 2010 no llega al 1 por ciento, contando a los hijos de migrantes nacidos en Estados Unidos que se catalogaron como extranjeros. En ese sentido, la política mexicana de apertura y becas a latinoamericanos es un paso fundamental para abrirse al exterior como pueblo, no sólo como mercado y entrar de lleno en el proceso de integración regional y global.

Finalmente, si bien los mexicanos tienen un alto nivel de identificación con Latinoamérica, no expresan una actitud proactiva con respecto a ejercer un liderazgo ya que sólo 35 por ciento aspira a ello; por otro lado, 46 por ciento opina que se debe participar con otros países de la región sin pretender ocupar el primer lugar y 13 por ciento opina que hay que mantenerse alejado de los esfuerzos de integración latinoamericana. Paradójicamente nuestra peculiar posición geopolítica nos coloca frente a dos opciones: ser cabeza de ratón o cola de león, pero no tienen porqué ser exclusivas, podemos ser las dos cosas y colocarnos en la posición de ganar-ganar.