Sociedad y Justicia
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Dixio
Por Bradbury soñé crear robots: Savage

La tecnología te puede abrir las puertas del cielo o del infierno, dice el especialista mexicano

 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de julio de 2013, p. 48

Gracias a una maestra de literatura, Jesús Savage Carmona descubrió su vocación por la ingeniería. Mientras cursaba el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan –entre 1976 y 1979–, el hoy académico de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, impulsor de la construcción de robots entre sus estudiantes, leyó uno de los cuentos de Ray Bradbury, reconocido por sus Crónicas marcianas.

Esa lectura, que en principio fue una tarea de literatura, lo sorprendió. En entrevista con La Jornada, el profesor recuerda que en el libro aparecían una casa automatizada que hacía prácticamente todo y unos ratones mecánicos que realizaban las labores del hogar. Fue entonces cuando me propuse que algún día desarrollaría un robot para limpiar la casa.

Desde hace varios años, Savage –jefe del laboratorio de biorrobótica de la FI– viene trabajando con decenas de alumnos en proyectos para la construcción de autómatas y su participación en la competencia mundial RoboCup. El objetivo –dice– no es la creación misma de éstos o participar en los certámenes, sino que los jóvenes aprendan a programar. El robot al final es el resultado del aprendizaje.

Es un científico que no se detiene ante la falta de recursos económicos. Dicen que no hay apoyo para la robótica, pero si lo buscas aparece. Si voy con una entidad de gobierno y no me dan nada, no me quedaré con los brazos cruzados; me voy a otro lado, no importa si mis estudiantes y yo tenemos que ponernos a lavar carros. Está mal sólo pedir, quejarse y no hacer nada para conseguirlo.

Rodeado de varios muñecos de robots posados sobre los libreros, estantes y mesas distribuidas en su cubículo –entre ellos C3PO y R2-D2, de la Guerra de las galaxias–, el académico afirma que, a diferencia del pasado, las nuevas generaciones cuentan con mayor cantidad de información gracias a los avances de la tecnología y desean obtener resultados rápidos en sus proyectos.

“Cuando cursé el CCH tuve una materia llamada cibernética y computación, donde aprendimos a programar. Desde Naucalpan íbamos a Ciudad Universitaria, al Instituto de Matemáticas Aplicadas a Sistemas, a programar con tarjetas perforadas. Era la prehistoria. Los resultados se producían después de una hora y si tenías un error había que repetir todo el proceso, pero todos estábamos muy contentos, era una novedad.

Hoy los jóvenes no tienen paciencia; son la generación MTV y de Internet, y todo lo quieren rápido. Una forma de que aprendan a programar y obtengan resultados inmediatos es el desarrollo de robots, y nos ha funcionado.

Actualmente, en los planteles del CCH y de la Escuela Nacional Preparatoria existen clubes de robótica donde se dan las bases a los bachilleres para la construcción de autómatas. El proyecto fue impulsado hace algunos años por Savage –también amante de la astronomía–, principalmente porque cuando acudió a la RoboCup 2006, en Alemania, vio con tristeza que no había representación de México ni de América Latina.

Resuelto a que en la siguiente edición hubiera participación mexicana, regresó al país con una pregunta en la cabeza: Si la UNAM tiene un bachillerato con miles de estudiantes, ¿por qué no podemos llevar un equipo de cuatro alumnos?

Tras varias entrevistas logró que las autoridades del CCH apoyaran con los clubes, donde hoy se ha logrado que 90 por ciento de los participantes decidan al final de su formación media superior estudiar una licenciatura relacionada con las ciencias o las ingenierías. Hemos ampliado las perspectivas académicas de los jóvenes.

La baja demanda de carreras científicas en el país se debe, desde su perspectiva, a que los personajes más destacados en los medios de comunicación no son científicos. Por ello aplaude iniciativas como la serie de televisión The Big Bang Theory, la cual, gracias a las aventuras de Sheldon y su pandilla de nerds, ha acercado la ciencia al público en general.

La interacción con los estudiantes ya no es la misma: “Hoy cuentan con gran cantidad de información que obtienen de Internet; el maestro ya no es el dueño exclusivo del conocimiento, y ese es un reto. Las universidades seguirán porque necesitan conocer las bases, pero tenemos que actualizarnos, arriesgarnos al uso de la tecnología y hasta subir información a la red para que nuestros alumnos y otros tengan datos objetivos.

Aquella filosofía oriental que hablaba de la existencia de una llave para cada persona, la cual podría abrir las puertas del cielo, pero también las del infierno, podría aplicarse a la tecnología: te puede abrir las puertas del infierno (y vas a la pornografía, a usar redes sociales y estar ahí metido todo el día sólo con chismes y sin avanzar), o te vas al cielo con toda la información que hoy hay a la mano.