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Está solo, no tiene a su familia unida como yo y eso lo deprimió

Mantequilla necesita el cariño de la gente para recuperarse, dice Ramos
 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de julio de 2013, p. a13

El cariño de la gente es lo que necesita José Mantequilla Nápoles para salir de la depresión que lo llevó a una anorexia, aseguró su compatriota, amigo y también leyenda del boxeo Ultiminio Sugar Ramos.

Nápoles está solo, no tiene a su familia cerca como yo, eso es algo que sin duda afectó su salud, afirmó el ex campeón pluma, quien en 1972 dejó los guantes con una impresionante marca de 55 peleas ganadas, con sólo siete derrotas y cuatro empates.

Cuando vas caminando por la calle, alguien te reconoce y te grita campeón. Eso te revive, es lo más lindo que puede sentir un deportista”, aseguró Sugar Ramos, quien con un fino traje café asistió a la presentación de los Guantes de Oro.

Tras llegar a México en la década de 1960, ambos boxeadores cubanos impactaron al público por su singular estilo lleno de elegancia para imponerse en el cuadrilátero.

“Mantequilla era boxeador, yo era fajador, más agresivo, más entrón. Él tenía la agilidad y la escuela de cómo poder esquivar los golpes. Desde entonces no se han visto pugilistas así”, apuntó Ramos.

En 1969 Nápoles alcanzó la fama y gloria al coronarse campeón mundial de peso wélter del Consejo Mundial de Boxeo y de la Asociación Mundial de Boxeo. Fue una época en la que asombraba a los aficionados por su habilidad para evitar los golpes que le lanzaban los adversarios.

No obstante, luego de perder el cetro mundial en 1975, el pelador procedente de Santiago de Cuba incursionó como músico y más tarde se estableció en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde da clases de boxeo en un precario gimnasio, pero el pasado viernes pasado fue internado en un hospital.

Yo lo admiro, pero él está solo, yo tengo a mi hermano, mi hermana, mis familiares que es lo que te da aliento, fuerzas para seguir adelante, para mí a él le hace falta todo ese cariño que uno siempre necesita, mencionó Sugar.

Recordó que la primera vez que lo vio me impresionó su fuerza, era un peleadorazo, lo hacía bien, se movía en el cuadrilátero con elegancia, todo un contraste con la última ocasión en que se reunió con él hace año y medio.

Siento que desde hace mucho él ya tenía esa enfermedad, a veces hacía caso cuando lo aconsejábamos. Ahora que lo volví a ver parecía débil, lento, no tenía ese deseo de seguir. Él debería disfrutar el reconocimiento de todo lo que hizo en el boxeo, porque fue único. Después del retiro tenemos recuerdos y donde sea que vayamos siempre nos van a conocer por lo grandes que fuimos, dijo el integrante del Salón de la Fama.