Cultura
Ver día anteriorSábado 6 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Últimos días para visitar Panorámica, en el Museo del Palacio de Bellas Artes

Atemperar prejuicios sobre el paisaje, reto de una exposición de 73 artistas

El género nos hace descubrir mundos imposibles, sueños desatados y delirios, considera Sylvia Navarrete, cocuradora de la muestra

Reúne 109 obras de creadores nacionales y extranjeros

Foto
Sin título (Oso), 1998, trabajo de Gregory Crewdson, perteneciente a la Colección Jumex, incluido en la exposición Panorámica: paisajes 2013-1969 Foto cortesía del Museo del Palacio de Bellas Artes
 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de julio de 2013, p. 6

El reto de Panorámica: paisajes 2013-1969, exposición que mañana concluye en el Museo del Palacio de Bellas Artes, consiste en atemperar el prejuicio de que el paisaje es un género trillado, trasnochado y muy viejo que pertenece al pasado, expresa Sylvia Navarrete, cocuradora de la muestra, con Itzel Vargas.

Reúne 109 obras, entre pintura, escultura, dibujo, gráfica, fotografía, trabajos in situ, instalación y video, de 73 artistas mexicanos y extranjeros.

Con la finalidad de agarrar el toro por los cuernos, las curadoras primero cuestionaron la popularidad de ahora y siempre del paisaje. Por otro lado, quisieron saber cómo ha evolucionado ese género a partir del alunizaje de 1969, y cómo responde a la idea de belleza que es como un valor inherente al paisaje, un paradigma impugnado entre los modelos de estéticas contemporáneas.

Gouaches de Vicente Rojo

Para Sylvia Navarrete, el género del paisaje es popular porque convoca a dos principios fundamentales, ambivalentes y complementarios: “Por un lado, la percepción de la naturaleza y su interpretación, o transfiguración, forman parte del artista. Convoca de inmediato la idea del arraigo a la tierra, de la nostalgia por el terruño, del lugar de origen; eso a pesar de todas las grandes migraciones humanas que han habido en la historia y, por supuesto, en la época contemporánea.

Uno suele preguntar dónde es y si tiene alguna referencia hacia mi propia historia y mi propio pasado. Por otro lado, convoca a otro principio que es la evasión hacia lo desconocido. Es como una ventana hacia lo distinto, lo distante, y es lo que nos hace descubrir mundos imposibles, sueños desatados, delirios, etcétera. Sigue siendo tan popular porque, primero, atañe a la naturaleza, mientras por otro lado crea espacios que son inconcebibles.

Navarrete, sin embargo, aclara que resultaría raro llamar paisajistas a los creadores incluidos en la exhibición, porque eso da una idea anacrónica. Hay artistas que se dedican exclusivamente al paisaje y otros que de manera accesoria recurren a este género.

Panorámica... se estructuró con base en algunos arquetipos vinculados al paisaje, que provienen de la mitología antigua, de la historia de las religiones, de la cultura occidental, digamos, de nuestras tradiciones, que son modelos con los que cualquiera puede identificarse. De allí que los cinco núcleos temáticos son: Estaciones, Árbol, Evasión, Escenarios y Aire de agua.

Si la muestra se inicia con las estaciones es porque el género del paisaje empieza en la Edad Media, precisamente con la descripción de las estaciones en esos cuadros, miniaturas, en que se describe la vida señorial en los castillos y las labores agrícolas vienen como un detallito. Hacia el fondo de las escenas siempre aparece una referencia a la labor de los campesinos en función de las estaciones.

El apartado Árbol cuenta con un extracto de 50 minutos del filme en blanco y negro Empire (1964), de Andy Warhol (1928-1987), que consta de ocho horas y cinco minutos de grabación continua del edificio Empire State. Establece el contrapunto entre el árbol como elemento natural y las edificaciones del hombre, apunta Navarrete.

También en esa sección se exhibe la videoinstalación Horizontal, de seis minutos, de la finlandesa Eija-Liisa Ahtila (1959), que normalmente mide cinco metros de largo, pero aquí tiene nueve.

Este políptico muestra un árbol acostado, completo con el sonido del viento que mueve sus ramas. De Vicente Rojo (1932) se exhiben varios gouaches sobre papel de la serie Manzanillo (1995).

Obra de Francisco Toledo

El núcleo Evasión tiene que ver con el viaje. “Desde la modernidad hay una obsesión por parte del individuo de evadirse en la naturaleza que viene a ser una válvula de escape y la representación del paisaje obviamente satisface esta necesidad. De allí que en la sala respectiva concentramos las obras de artistas que incorporan el juego de ficción por medio de escenas de circunstancias o situaciones que remiten a sueños, pesadillas o ciertos mitos.

Un subnúcleo de Evasión es el cosmos, en el entendido de que hay artistas hacedores de series sobre el cielo como un espacio hacia el infinito. De allí Estanque, de Marcela Armas (1976), un tanque con aceite quemado de automotores, en medio una manija de coche, como comentario sobre el uso desmedido de los recursos naturales.

La instalación entabla un diálogo con piezas, como Siren two, pastel sobre papel de Chris Ofili (1968), y Plano I (Títulos primordiales de Juchitán), técnica mixta con amate, de Francisco Toledo (1940).

Escenarios tiene que ver con una presencia más significativa del individuo y de su huella en el paisaje.

En el apartado final, Aire de agua, cuyo punto de partida es el desierto, nada más ambiguo en simbología, se incluye, entre otras obras, el video titulado Lago salino de el-Djerid (un retrato de luz y color, de Bill Viola (1951).

Marcos Castro (1981) realizó con gis Nido de serpientes, mural sobre pared que introduce la última sala de la exposición en el recinto –ubicado en avenida Juárez, esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico–, la Paul Westheim, que recoge cuadros de Julio Galán (1959-2006), Roberto Turnbull (1959), Phil Kelly (1950-2010) y Fernanda Brunet (1964), entre otros.