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Economía Moral

Ante el colapso del realismo metafísico, la salida: el esencialismo interno

Martha Nussbaum plantea lo anterior para fundar su enfoque

A

petición de uno de los científicos sociales más importantes de México y de América Latina, intentaré clarificar un poco el contenido de la entrega anterior de Economía Moral*, particularmente la parte final que se refiere a lo que Martha Nussbaum (MN) llama realismo metafísico, donde al parecer radica mi falta de claridad. Examinemos las dos palabras de la expresión realismo metafísico por separado. La palabra metafísica tiene una connotación peyorativa. En su Diccionario de Filosofía (Siglo XXI editores, 2005), Mario Bunge distingue dos sentidos del término: a) El del sentido común, donde significa desatino, hablar de lo sobrenatural, fantasía no contrastable. b) El filosófico, donde se refiera a la disciplina filosófica que trata de las características más generales de la realidad y también de los objetos imaginados por los teólogos y los filósofos fuera del contacto con la realidad. Añade Bunge:

La metafísica se creó mala fama en el siglo XIX por cuatro razones no relacionadas entre sí: por su estrecha asociación con la teología en el pasado; por haberla practicado escritores tan enigmáticos y poco científicos como Hegel; por ser censurada por éste al considerarla limitada a categorías fijas; y por ser imprecisa y estar desconectada de la ciencia. Por estas cuatro razones, con frecuencia a la metafísica seria se le denomina ontología. Además, la metafísica científica, es decir la metafísica compatible con la ciencia es posible lógicamente. Por ejemplo, es posible y ventajoso investigar los conceptos metafísicos (tales como los de espacio casualidad y mente)…a la luz de la ciencia y la matemática contemporánea (p.140).

El nombre respetable de la metafísica seria es, por tanto, ontología, que se ocupa del ser en tanto que tal, es decir de su naturaleza o esencia**. Por otra parte, el realismo, dice el propio Bunge (en Buscar la filosofía en las ciencias sociales, Siglo XXI editores, 1999) es el punto de vista filosófico de que el mundo externo existe independientemente de nuestra experiencia sensorial y de nuestras ideaciones y que se puede conocer, aunque sólo sea de manera parcial. En esta postura Bunge distingue dos tesis: una ontológica resaltada en cursivas, y la otra epistemológica o de teoría del conocimiento*** (que ese mundo externo se puede conocer). Añade: El realismo sostiene conjuntamente las tesis de la autonomía y la cognoscibilidad del mundo externo. Bunge distingue tres variedades de realismo: ingenuo, crítico y científico. Esta última es una versión refinada del realismo crítico y asevera el principio metodológico que la investigación científica es el modo más avanzado de indagación en cualquier asunto de hechos, aunque no es infalible, y el artículo de fe de que la investigación puede arrojar representaciones del mundo cada vez más verdaderas.

Sorprende que entre las variedades de realismo Bunge no incluya la de realismo metafísico utilizada por Martha Nussbaum (MN) y otros filósofos como Hilary Putnam. Como vimos en la entrega anterior, MN opone un conocimiento celestial o divino (o al menos externo, puro y no distorsionado por las limitaciones humanas) al conocimiento derivado de las interpretaciones humanas. Por tanto, el calificativo de realismo metafísico ella parecería aplicarlo sólo a aquellos casos en los cuales se plantea un conocimiento puro, no mediado, de carácter externo. MN acepta en buena medida las críticas que relata a dicho realismo metafísico (véase entrega del 21/6/13) y pasa a sostener que uno puede aceptar tales conclusiones (que las únicas concepciones defendibles de verdad y conocimiento dependen de la actividad cognitiva humana a través de la historia) y aun así seguir siendo esencialista. Señala que:

“Uno puede creer que el examen más profundo de la historia y de la cognición humanas desde adentro revela una visión más o menos precisa del ser humano, una que divide sus atributos esenciales de los accidentales. Separar estos dos tipos de atributos requiere una investigación evaluativa pues debemos preguntar cuáles cosas son tan importantes que no contaríamos como humana una vida que careciera de ellas. Tal investigación evaluativa de lo que es más profundo e indispensable en nuestras vidas no necesita presuponer un fundamento metafísico externo; claramente puede ser una manera de vernos a nosotros mismos, preguntando qué es lo que realmente pensamos de nosotros mismos y lo que mantiene unida a nuestra historia… Puesto que toma su posición desde adentro de la experiencia humana, llamaré a esta versión del esencialismo (fundada histórica y empíricamente) esencialismo interno. Tales concepciones internalistas del ser humano son todavía vulnerables a algunas, si no a todas las acusaciones levantadas contra el esencialismo en general. (Human Functioning and Social Justice. In Defense of Aristotelian Essentialism, Political Theory, vol.20, N°2, mayo 1992, pp. 207-208).

Foto
Portada del libro de Mario Bunge

MN aborda tres acusaciones que una buena postura internalista necesita responder: a) Omisión de las diferencias históricas y culturales. Cualquier intento de elegir algunos elementos, señala la oposición según relato de MN, está destinado a ser insuficientemente respetuoso de tales diferencias. La gente, argumenta tal acusación, entiende la vida humana y la humanidad de maneras muy diferentes y cualquier intento de proteger ciertos entendimientos de lo humano, degrada otros. Sólo un acuerdo unánime sería suficiente para justificar una conclusión esencialista. b) Omisión de la autonomía. La objeción de muchos liberales (que son esencialistas en cuanto a la importancia central de la libertad y la autonomía, anota MN), sostienen que el esencialista, al seleccionar por adelantado cuáles elementos de la vida humana tienen más importancia, falla al no respetar el derecho de las personas a escoger su plan de vida, sosteniendo que tales elecciones deben dejarse a cada ciudadano. Por ello, argumentan, la política debe rechazar cualquier teoría específica sobre el ser humano y el bien humano. c) Aplicación prejuiciosa. Alegan que al especificar una concepción del ser humano que tenga un cierto peso moral y político, debemos también especificar cuáles seres humanos se incluyen en el concepto y que ello suele llevar a que los carentes de poder sean excluidos. Más adelante en el artículo citado, MN confronta estas objeciones, pero antes dice que lo más grave es que, el colapso del realismo metafísico es interpretado como que implica no sólo un colapso de todo esencialismo sobre el ser humano, sino también una retirada hacia un relativismo extremo e incluso hacia el subjetivismo. (Ibid. pp. 207-209)

1 *Entrega del 21 de junio, cuyo Ttítulo y subtítulo fueron: Nussbaum contra el antiesencialismo reinante en filosofía y ciencias sociales. Por un error de formación, sin embargo, el subtítulo quedó como la primera frase del artículo lo cual contribuyó a ampliar las dificultades intrínsecas del texto.

2** El último libro extenso que escribió György Lukács fue Ontología del ser social, y György Márkus, integrante del grupo formado alrededor de Lukács que se conoce como escuela de Budapest, en su libro Marxismo y antropología (que en la edición en inglés lleva como subtítulo El concepto de esencia humana) señala: “tal vez fuera más correcto decir, en vez de nuestra expresión –de origen tradicional– ‘concepción filosófico-antropológica del ser humano’, ontología marxista del ser social”, la expresión construida por Lukács en la última obra extensa de su vida”.

3 ***El Diccionario de Filosofía de Bunge indica que un sinónimo de epistemología es gnoseología, y distingue la epistemología científica de la filosófica. La primera la hace igual a la psicología cognitiva, mientras de la segunda dice que es el “estudio de los procesos cognitivos –en particular la indagación– y su resultado (el conocimiento) en términos generales.

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