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Ya casi no tiene recuerdos aquí; su papá se lo llevó cuando era niño

Sólo muerto dejaré de intentar cruzar, dice joven expulsado por un conflicto doméstico
Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de junio de 2013, p. 13

Tijuana, BC, 18 de junio.

Sólo muerto dejaré de intentar llegar al otro lado, afirma un joven en su cuarta visita forzada al país donde nació, pero del que ya casi no tiene recuerdos. Su papá se lo llevó a Estados Unidos cuando tenía 13 años.

Ahora es un hombre dedicado a la construcción de albercas; mejor dicho, lo era, porque en enero pasado un pleito familiar provocó la furia no sólo de la mamá de sus hijos, sino no de las autoridades. La mujer lo denunció a la Migra.

El conflicto doméstico es una de las principales causas de deportación (la esposa denuncia maltrato), aunque no superior a la expulsión de criminales.

No lo aventaron a México por Tijuana, sino por Matamoros, Tamaulipas, ciudad en la que apenas puso un pie en la calle fue interceptado por unos sujetos armados que pretendían imponerle sus servicios para cruzar de nuevo la frontera.

El respondió: no, gracias, y haz lo que tengas que hacer, así que la respuesta fue una golpiza y el secuestro; se lo llevaron a Reynosa, a una casa de seguridad donde debía ayudar a alimentar a otros migrantes, extranjeros y mexicanos; también le exigían datos de sus familiares en Estados Unidos para extorsionarlos.

“Me agarraron los del cártel del Golfo y me exigían que mi familia les diera dinero; querían mil dólares”, cuenta el hombre, de quien se omite el nombre por razones de seguridad. Como la mayoría de las víctimas, no denunció.

Dos semanas después del plagio pudo escaparse y cruzar de nuevo la frontera, pero otra vez lo expulsaron. Vino otro intento, ahora por un pequeño pueblo de Texas; días después: la repatriación.

Por suerte, está vez me aventaron por aquí, dice el hombre, minutos después de que agentes del Instituto Nacional de Migración, en la nueva garita, El Chaparral, registraron en su computadora los datos de la devolución, una de las miles ejecutadas cada año. El año pasado fueron repatriados por Baja California 118 mil mexicanos.

–¿Por qué no buscas quedarte aquí? Este es tu país –se le plantea.

“No. Allá están mis hijos; tendrían que matarme para que deje de intentarlo. Voy a caminar otra vez por ‘el bordo’, buscando la manera de entrar”, dice.