Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 16 de junio de 2013 Num: 954

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El color de la música
Norma Ávila Jiménez

Silvestre Revueltas:
músico iconoclasta

Jaimeduardo García entrevista
con Julio Estrada

Teodorovici:
reír de hastío

Ricardo Guzmán Wolffer

Todas las rayuelas
Rayuela

Antonio Valle

Rayuela:
primer medio siglo

Ricardo Bada

Releer Rayuela
Xabier F. Coronado

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Juan Domingo Argüelles

Eloy Sánchez Rosillo, antes del nombre

Cada nuevo libro de Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) constituye el aporte de unas páginas más a ese gran libro de la vida que ha venido escribiendo desde que en 1977 publicara Maneras de estar solo, con el que obtuvo el Premio Adonáis.

A este hermoso libro inaugural le siguieron Páginas de un diario (1981), Elegías (1984), Autorretratos (1989), La vida (1996), La certeza (2005, con el que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica Española), Oír la luz (2008), Sueño del origen (2011) y, más recientemente, Antes del nombre (2013).

Llegará a la decena de libros cuando ello tenga que ocurrir, porque Eloy Sánchez Rosillo sabe que la poesía no tiene ninguna prisa pero tampoco ninguna pausa: el poeta escribe –siempre– y lo que viene después, el libro, es el fruto que madura a su tiempo y llega, en su momento, a los ojos del lector.

Sánchez Rosillo representa una de las voces más auténticas y profundas de la actual poesía española, y Antes del nombre (Barcelona, Tusquets, 2013) reafirma una vocación irrenunciable que los lectores le agradecemos. El poema con el que abre (y abrimos) el libro, y que le da título a este poemario, nos dice desde el principio de qué va la cosa: “Desperté y habitaba/ la estancia inacabable de la luz;/ supe del todo y siempre,/ y era yo nadie y nada y cada uno/ antes del nombre, el traje, la mirada./ Pronto llegó el instante/ primero, y otro, y otro, y se apagó/ de golpe el sitio aquel del que ahora apenas/ tengo tan sólo unas migajas pobres./ Y fui el que Eloy se llama, el que esto escribe,/ alguien con su tristeza y su alegría,/ su sol, su lluvia, su ansia, sus papeles.”

La poesía de Eloy Sánchez Rosillo es una poesía de la experiencia y de la gratitud: vivir y agradecer, cantar para celebrar la existencia. Sánchez Rosillo reivindica la poesía plena en la que se unen intensidad e inteligencia: una poesía de la emoción, pero también de la reflexión sobre la vida. Toda la gran poesía, a lo largo del tiempo, ha sido esto, y lo sigue siendo.

Cada uno de los poemas de Sánchez Rosillo (en sus nueve libros) es de algún modo un autorretrato: el autorretrato de un instante, incluso cuando retrata a otros. Lo que nos queda siempre de su poesía es esa mirada personal, íntima, sobre las cosas y la gente, sobre el ámbito entrañable que habla de cielos, pájaros, nubes, árboles y todas las maravillas que le salen al paso al que vive y agradece la vida.

Pero igual la vida es breve (“el pálido resplandor de una vela de sebo”, diría el clásico) por muy longeva que sea, y hay que mirar también (y nombrar) ese otro momento, el envés de hoja, y Eloy Sánchez Rosillo lo hace de manera prodigiosa en su poema “Mucho después de mí”. Escribe: “Escucho hablar a extraños en mi casa/ y me asombra, al entrar, que todo esté cambiado./ Los muebles son distintos, las paredes/ tienen otro color. Me llegan risas/ de niños y palabras de mayores/ desde el salón del fondo, en el que observo/ entreabierta la puerta y del que sale/ tanta luz al pasillo. ¿Qué sucede?/ Pahora en la estancia –intranquilo, confuso–/ y en ella veo a unas gentes confiadas/ a las que no conozco (aunque tal vez hay alguien/ entre en los que su ámbito respiran/ que en algún rasgo se asemeja a mí)./ Nadie se ha percatado de mi presencia, nadie/ mira mis ojos ni me dice nada./ Siguen ahí, en sus cosas: sonríen, charlan, juegan./ Y yo vuelvo la espalda silencioso. Camino/ conforme hasta la puerta de la casa./ Abro despacio. Y salgo.”

Sánchez Rosillo ha recuperado en España a los lectores de poesía que a veces ciertos autores hueros hacen que se pierdan o a los cuales ahuyentan del modo más eficaz con lo ilegible. El autor de La vida (un libro que lleva más de diez ediciones) le hace ver al lector, como dijera J. L. García Martín, que “un poema de verdad es una experiencia que nos cambia la vida, que nos hace mirar el mundo de otra manera”. Y ésta tendría que ser la aspiración de todo libro y de todo poeta.

En 2012, en su fina colección El Pájaro Solitario, la Editorial Pre-Textos, de Valencia, publicó una breve antología alada de Sánchez Rosillo: En el árbol del tiempo. En sus páginas, el poeta murciano reúne treinta y tres de sus poemas habitados por mirlos, golondrinas, jilgueros y otros pájaros del cielo.

Y hace muy poco ha llegado a mis manos Haber vivido: Leganés a Eloy Sánchez Rosillo (Ayuntamiento de Leganés, 2013), un sentido homenaje, bien merecido, que estudiantes de educación secundaria y amigos del poeta le rinden, con creación diversa: fotografía, dibujo, poesía, ensayo y testimonio.