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La Compañía Nacional de Teatro restrenó el montaje de El jardín de los cerezos

Escenifican la grandiosidad y la confusión de los personajes de Antón Chéjov

El actor Luis Rábago interpreta a Gáyev, un niño grande metido en el cascarón de un viejo

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Julieta Egurrola y Luis Rábago en una escena de la obra que dirige Luis de Tavira, la cual terminará temporada el domingo 16 en la sala Héctor Mendoza de la CNTFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Jueves 13 de junio de 2013, p. 4

Los personajes de la obra teatral El jardín de los cerezos, de Antón Chéjov son de una enorme contradicción, porque fluctúan entre la grandiosidad y la oscuridad.

Así lo explica el actor Luis Rábago a este diario, con motivo del restreno del montaje en la sala Héctor Mendoza de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), con dirección de Luis de Tavira.

La última obra del dramaturgo ruso se escenifica en cuatro actos que van desde el inicio de la primavera al comienzo del invierno, en el lindero que decide la duración del tiempo: un amanecer, un atardecer, una fiesta que termina y los minutos que preceden a la devastación del jardín.

Luego de haber sido estrenada en 2010, esta obra ha tenido diversas presentaciones en Colima, Guadalajara, el Palacio de Bellas Artes y el Centro Nacional de las Artes (CNA).

Olvido, descuido y vejez

Para esta nueva temporada, prosigue Luis Rábago, el montaje se debió ajustar al espacio porque la dimensión que tenía antes era monumental y se redujo a una tercera parte, pero así funciona porque lo importante en el teatro de Chéjov es que se requieren espacios muy íntimos.

La historia tiene como contexto la convulsionada Rusia de la segunda mitad del siglo XIX y el decreto de la abolición de la servidumbre en 1861, bajo el reinado del zar Alejandro II.

En esa época, los antiguos mujiks se convirtieron en hombres libres que, obligados a trabajar por sus propios medios, comenzaron a formar una baja burguesía concentrada en el campo y las fábricas de San Petersburgo y Moscú.

Esta vez, retoma Rábago, habrá momentos para observar a detalle los pequeños universos, las mínimas reacciones y hasta los sutiles cambios de miradas.

Respecto del personaje que encarna el actor, explica que Gáyev es como un niño grande metido en el cascarón de un viejo.

Este hombre, prosigue, vive atado a aquel pasado magnífico de la familia aristocrática con recursos económicos y enorme disponibilidad de libertad para hacer lo que quiera.

De hecho, a Gáyev le tocó la transición entre el esclavismo y la emancipación, donde comenzó la aristocracia rusa a ceder libertades y a cortar el predominio del esclavismo como modo prevaleciente de trabajo.

En tal mundo, este hombre se volvió un ser opacado, plegado mucho a la hermana mayor y, finalmente, su vida se tornó oscura dentro de esa casona enorme y abandonada porque ella se fue a despilfarrar la fortuna familiar a París.

En tanto Gáyev, describe Rábago, empobrece a la par que la casa, la cual se llena de hiedra y musgo, en un ambiente donde predominan el olvido, el descuido y la vejez.

Por estas razones, resume Rábago, el personaje “es muy extraño y vive agazapado en una especie de timidez y de incapacidad para valerse por sí mismo.

Gáyev, como todos los demás personajes, exhibe esos altibajos donde resurgen los claroscuros de su personalidad y de su vida, puntualiza el actor.

El jardín de los cerezos, con duración de casi cuatro horas, concluirá temporada el 16 de junio en la sala Héctor Mendoza de la CNT (calle Francisco Sosa 159, barrio de Santa Catarina, Coyoacán). Entrada libre con reservación. Cupo limitado.

Las funciones son jueves y viernes, a las 19 horas, sábados a las 18 y domingos a las 17 horas. Informes en la página electrónica [email protected].