Sociedad y Justicia
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Son una alternativa, pero por ahora son escasos y caros, señalan especialistas

Insectos, parte de la dieta de 2 mil millones de personas en el mundo

Llaman a generar un programa de reproducción para aumentar su disponibilidad

A mucha gente no le gustan

Indica la FAO que los más consumidos son escarabajos, orugas y abejas

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Los insectos son comida de lujo en las ciudades, con un alto costo por platilloFoto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de mayo de 2013, p. 40

Los insectos forman parte de la dieta tradicional de unos 2 mil millones de personas en el mundo y se conocen unas mil 900 especies comestibles.

Aunque podrían figurar como una alternativa para enfrentar desde otros ángulos el problema de la pobreza alimentaria, tendrían que establecerse programas de reproducción de insectos para aumentar su disponibilidad y abaratar los precios en los que son comercializados, señalaron expertos nacionales.

Señalaron que existe la dificultad de que sean aceptados por amplios sectores de la población, en los que culturalmente esa posibilidad alimenticia no está considerada.

En distintas entrevistas, Luis Othón Espinosa Carrillo, docente del Departamento de Parasitología Agrícola de la Universidad Autónoma Chapingo; Carlos Sandoval Miranda, director general del Centro Multidisciplinario de Innovación Tecnológica, y Rocío Miranda Pérez, presidenta de la Unidad de la Fuerza Indígena Campesina (UFIC), destacaron que en diversas entidades, entre ellas Oaxaca, Hidalgo, estado de México y Veracruz, se consumen variados tipos de insectos desde épocas prehispánicas, particularmente en las comunidades originarias.

En una investigación de la FAO, titulada Insectos comestibles, perspectivas futuras para la alimentación y la seguridad alimentaria, se indica que a escala mundial los insectos más consumidos son los escarabajos, con 31 por ciento de preferencias, orugas (18), abejas, avispas y hormigas (14) y saltamontes, langostas y grillos (13). Destaca que muchos insectos son ricos en proteínas y grasas buenas y tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc.

Espinosa Carrillo comentó en entrevista con La Jornada, que los insectos sí son una alternativa de alimentación, pero por temporada. Cuando hay lluvias son más abundantes. Citó que en México hay alrededor de unas 200 especies comestibles, entre ellas los gusanos de maguey blancos y rojos, escamoles, chapulines y los huevecillos que ponen las chinches de agua de Texcoco, que son colectados por la gente; los secan y venden en su comunidad, Chimalhuacán y Atenco, pero no en abundancia, los ponen para darle más sabor a los alimentos.

Indicó que para que los insectos fueran consumidos con más regularidad y por más gente se tendría que establecer un programa de reproducción en forma masiva en laboratorios, pero manifestó que una dificultad es que no a toda la gente le gustan, solamente a ciertas personas que vieron a sus padres consumirlos y por eso los aceptan.

Sostuvo que los insectos son una alternativa, pero no podrían ser la base de la alimentación. Indicó que aunque en México haya zonas en que se consumen, a lo mejor si hace muchos años lo hubieran implementado como política, tal vez funcionaría, pero lo ve difícil, ya que ahora hay una globalización de alimentos y la gente no opta por otras cosas.

Miranda Pérez manifestó que la UFIC lleva a cabo talleres de cocina tradicional en diversas zonas y resaltó la importancia de recuperar la identidad gastronómica y cultural, entre ellas el consumo de insectos. Indicó que como no hay una demanda masiva, los platillos a base de insectos son caros cuando llegan a la mesa de los citadinos, pero si hacemos un recorrido en comunidades es un alimento cotidiano.

El ingeniero agrónomo Sandoval Miranda sostuvo que si bien los insectos eran parte de la dieta prehispánica, ahora pertenecen a un pequeño grupo de comensales y señaló que fuera del consumo en las comunidades es un platillo caro, que puede oscilar entre 300 y 400 pesos, por eso no son opción para alimentar al pueblo.

Indicó que para abaratarlos se tendrían que reproducir comercialmente porque por ahora en la ciudades son delicatessen. Refirió que debería haber programas de reconocimiento como alimento altamente nutritivo y de educación para su consumo, luego desplegar esquemas para que sus precios estén al alcance de todos. Ahora no son opción, sólo para quienes los recolectan de forma aislada y los consumen.