Opinión
Ver día anteriorLunes 27 de mayo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

Novela rosa en fuga

Vampiros golondrinos

Chupópteros mexicas

Foto
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, durante su participación en la convención de aseguradoras a principios de mayoFoto María Luisa Severiano
C

omo parte de la novela rosa sobre la sólida economía nacional, de tiempo atrás y desde el púlpito oficial se narra que la llegada masiva de los llamados capitales golondrinos (inversión de cartera en términos técnicos) no sólo beneficia al país, sino que refleja la enorme confianza que los inversionistas foráneos tienen en México y sus instituciones. En los hechos, tal arribo muestra la voracidad de las empresas privadas que manejan tales fondos y su enorme capacidad de succionar –cual viles vampiros modernos– las arcas del país.

Sólo en el primer trimestre de 2013 los capitales golondrinos que –con el fin descrito– arribaron al país, sumaron casi 14 mil millones de dólares, cerca de tres veces más de lo que oficialmente se registró como inversión extranjera directa (la productiva), aunque de esta última no llegó ni un dólar nuevo, es decir, se estructuró con reinversión de utilidades (obtenidas aquí) y cuentas entre compañías.

Cómo estará el panorama que hasta el propio gobernador del Banco de México, Agustín Carstens (uno de los grandes promotores de la citada novela rosa), se vio en la penosa necesidad de advertir públicamente, hace un mes, que la normalización de las condiciones monetarias en economías avanzadas puede tener repercusiones importantes para la economía mundial y, por consiguiente, para la de México. En particular, puede propiciar una reasignación masiva de inversiones a nivel global y dar lugar a una reversión súbita de los flujos de capital que han llegado a las economías emergentes. Existe el riesgo de que ante un eventual retiro del estímulo monetario se produzca una reversión en los flujos de capital, lo cual puede tener importantes consecuencias sobre la estabilidad financiera y la actividad económica.

Pues bien, la solidez mexicana padece no sólo el embate de los capitales golondrinos y la caída en los flujos de inversión foránea productiva (cuando menos así la presumen), sino la permanente fuga de capitales mexicanos, propiedad de mexicanos y obtenidos aquí, de tal suerte que el país registra tres grandes huecos en su balanza de pagos, por mucho que la autoridad se niegue a reconocer que eso de la confianza en México y sus instituciones no pasa de ser un pésimo eslogan propagandístico.

La tecnocracia autóctona se retuerce cuando se utiliza el término fuga (la embellece con la palabra exportación) de capitales, pero lo cierto es que los barones nacionales han hecho de la citada exportación su deporte preferido. En el balance inmediato, entre enero y marzo de 2013, la llegada de capital foráneo (entre los golondrinos registrados y la IED que sólo arribó para efectos contables) sumó alrededor de 19 mil millones de dólares, pero la exportación de capital mexicano se aproximó a 21 mil millones de billetes verdes.

Cierto es que nada legalmente prohíbe la exportación de capitales mexicanos, pero cuando menos a sus dueños sí se les podrían reclamar cuestiones éticas (un verdadero sueño guajiro tratándose de los barones autóctonos) o cuando menos un mínimo compromiso con el país que les ha permitido acumular (no sin la decidida colaboración gubernamental) sus fortunas de ensueño, toda vez que México está urgido de inversión productiva y generación de empleo formal, de crecimiento y desarrollo. Pero esos dineros, generados en México, les han servido para financiar actividades productivas en terceras naciones y/o para especular golondrinamente en los mercados internacionales.

No cabe duda que para los barones mexicanos la confianza en el país y sus instituciones no sólo se traducido en, como decíamos, fortunas de ensueño y supremacía en la toma de decisiones políticas y económicas, sino en una creciente fuga (exportación) de capitales que en lo que va del siglo XXI acumula un saldo cercano a 230 mil millones de dólares, todos ellos generados internamente, pero utilizados para crear empleo fuera del país, estimular la economía allende nuestras fronteras y, desde luego, aumentar sus de por sí voluminosas fortunas e influencias. ¿Y México? Sólo una fábrica de billetes de exportación.

Como bien ha documentado La Jornada (Roberto González amador), “en los 12 años en que el Partido Acción Nacional gobernó el país (de diciembre de 2000 a noviembre de 2012) la transferencia de recursos al exterior sumó 210 mil 800 millones de dólares. De ellos, empresas y ciudadanos mexicanos enviaron a cuentas bancarias 58 mil 424 millones de dólares; otros 93 mil 870 millones de dólares fueron utilizados por nacionales para realizar negocios fuera de México; el resto está clasificado bajo el rubro de ‘otros’”. Así es: en la docena trágica, exportaron alrededor de 18 por ciento del producto interno bruto, una verdadera sangría económica para el país que a cambio nada recibió.

Con Vicente Fox en Los Pinos, la citada exportación sumó 50 mil 226 millones de dólares (siempre de acuerdo con la información del Banco de México), a razón promedio de casi 23 millones de billetes verdes por día. Con este personaje en la residencia oficial, la economía creció 2.3 por ciento como promedio anual y apenas si se generaron menos de un millón 160 empleos formales (eventuales 23 por ciento de ellos).

Llegó el inenarrable Felipe Calderón, y la exportación de capitales sumó 161 mil millones de dólares en el sexenio, más de tres veces superior al registro foxista en el mismo renglón, a razón diaria de 73.5 millones. El promedio anual de crecimiento económico a duras penas llegó a 1.8 por ciento, y oficialmente en el sexenio se generaron 2 millones 2.26 millones de empleos formales (eventuales 30 por ciento de ellos).

La fuga (exportación) de capitales fue espeluznante en los tiempos panistas, pero el gobierno no movió un dedo (el Congreso menos) para contener la sangría, siempre en aras de la libertad empresarial, aunque el país pague por los platos rotos.

Así, de mantenerse la tendencia registrada en el primer trimestre del presente año, la citada exportación podría cerrar 2013 con un saldo cercano a 85 mil millones de dólares (para redondear casi 300 mil millones de billetes verdes en lo que va del nuevo siglo). El problema se agudiza cuando la autoridad financiera comienza a preocuparse, tardíamente, por las repercusiones importantes de la salida de capitales, pero sólo en el renglón de los golondrinos, porque lo demás, según ella, es lo de menos.

Entonces, nadie se sorprenda de los catarritos por venir.

Las rebanadas del pastel:

Un apretadísimo y solidario abrazo para Lilia Rossbach y toda su familia, por el lamentable fallecimiento de nuestro querido Chema Pérez Gay, uno de los pilares fundacionales de nuestra casa editorial.