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El instituto que dirige Patricia Galeana invita a descubrir una gran riqueza

Modernizan vasto archivo para abrirlo a más público

Entre los testimonios gráficos reúne 173 mil 400 piezas provenientes del desaparecido periódico El Nacional

Se ha digitalizado 30 por ciento del acervo, pero todo está ya catalogado, informa el titular de atención al usuario

Desde hace unos días difunden imágenes por redes sociales

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Siqueiros, Orozco y Rivera, de la serie fotos personales, que posee el Instituto Nacional de Estudios de las Revoluciones de México
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Niños de la calle, 1940, imagen incluida en los testimonios gráficos donados al Inehrm en febrero de 1999
 
Periódico La Jornada
Jueves 16 de mayo de 2013, p. 4

La memoria, el arte y la historia cobran vida cada vez que alguien consulta un archivo. Así viven la experiencia de difundir los ricos fondos fotográficos que resguarda el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm), los encargados de su conservación.

Se trata de testimonios gráficos que no sólo abordan las revueltas nacionales. Entre ellos figura el valioso acervo de 173 mil 400 piezas (fotografías, impresiones, fotomecánicos y negativos) provenientes del desaparecido diario El Nacional, el cual incluye imágenes que datan de entre 1929 y 1985, las cuales, con ojo periodístico, plasman la vida política, cultural, social, internacional y deportiva del México de aquellos años.

Convencidos de que un archivo público que no es consultado es un acervo muerto, en ese instituto, ahora con la dirección de la historiadora Patricia Galeana, se moderniza la consulta mediante la digitalización de la colección del que fue el diario oficialista durante casi siete décadas.

Ese archivo histórico llegó a la Biblioteca de las Revoluciones de México del Inehrm en febrero de 1999, como donación. El archivo contemporáneo, que abarca de 1985 a 1998, quedó bajo el resguardo de la agencia de noticias Notimex.

Para el instituto fue una situación inédita, señalan, ya que se crearon nuevas necesidades tanto de infraestructura, materiales de conservación y para contar con personal capacitado. Se requirió, por ejemplo, acondicionar un espacio con clima frío, así como adecuar la antigua librería.

En enero de 2000 comenzó a dar servicio ese naciente Archivo Fotográfico del Inehrm, el cual atiende ahora no sólo a investigadores con temas específicos, sino a los que buscan el goce de la simple vista de la imagen, señala el historiador Rafael Hernández, jefe de atención al usuario y control de acervos.

En entrevista con La Jornada añade que no obstante ser un acervo vivo, del que han salido varios proyectos y libros, queremos abrirlo a más público. Por ello lo modernizamos. Se ha digitalizado 30 por ciento, pero 100 por ciento está ya catalogado. El rubro que más se consulta es el de vida cotidiana.

Ahí está por ejemplo, la información gráfica que consultó recientemente el historiador de El Colegio de México, Andrés Ríos Molina, para su investigación acerca del legendario manicomio de La Castañeda, sobre todo el proveniente de los años 40 del siglo pasado.

“Es un material de carácter delicado pues, por ejemplo, la Secretaría de Salud tiene un archivo de esa institución, pero no se puede revisar por respeto a la confidencialidad de los pacientes. Entonces, las fotos que tenemos son muy importantes, pues pertenecen a un reportaje que hizo El Nacional, en el cual se muestran aspectos de los internos, así como las filas en la consulta externa.

También tenemos fotos de campañas de sanidad gubernamentales, ya sea contra los piojos, limpieza bucal, corte de cabello gratis, entrega de despensas, no sólo en zonas rurales sino en la ciudad de México, en lugares antes semiurbanizados que hoy son colonias establecidas.

El único requisito para que un usuario consulte los archivos es mostrar una identificación oficial, que utilice guantes de algodón blanco para la manipulación de las piezas y, por supuesto, que el tema a indagar figure en el acervo, “pues, por ejemplo, El Nacional nunca publicó una foto de los cristeros, no era su intención. También nos piden con frecuencia fotos de Pancho Villa en Xochimilco. Además de que no existen, ese tipo de material tampoco está en esta colección”, continúa Hernández. Si se solicita, previo pago de derechos, se proporciona a los investigadores una copia de las fotografías en archivo digital.

“Ha habido personas que vienen a buscar fotos antiguas de las calles donde nacieron y crecieron, y sólo las quieren para tenerlas en sus casas. A todos se les da el servicio. No queremos que el acervo sólo tenga un carácter académico, sino que sirva para el goce.

“El Nacional tenía un buen archivo de fotos del día a día y cuando vemos esas imágenes nos hacen recordar y las vemos con gusto. Cosas cotidianas pero extraordinarias: tenemos la escena del choque de un camión contra una panadería, años después otro vehículo chocó contra esa misma tahonería, derribando el dicho aquel de que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar. También están personajes que ya no existen en la ciudad, como vendedoras de changungas, unas frutillas redonditas amarillas, en las banquetas de Niño Perdido (hoy Eje Central). Es nuestra memoria urbana, pero también muchas del campo, como una imagen de un campesino acostado en un surco con el arado, leyendo la revista Burlesque, rompiendo con la idea de las campañas del gobierno de entonces que pregonaban estar educando a los labriegos.

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Plaza de Santo Domingo, ca. 1940, fotografía perteneciente al acervo que resguarda el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm)

“Es decir, a pesar del control oficial e incluso doctrinario que se ejercía con El Nacional, sus imágenes no están atadas, escapan, pues ahí vemos a las niñas bostezando o a las personas durmiendo con sus pancartas durante los mítines de los candidatos en su baño de pueblo. Al propio periódico a veces se le escapaba el caricaturista Salvador Pruneda (1895-1983) y publicaba cartones con crítica social. Ese material también lo tenemos”.

Ochenta por ciento de las fotos periodísticas que resguarda el Inehrm sólo se publicó una vez en El Nacional y alrededor de 10 por ciento permanece inédito, “porque la selección era muy dura. Es más, muchas imágenes se las llevaba gente de la Secretaría de Gobernación. Ahora que se abrieron algunos archivos del Cisen se supo que mucho material pertenecía a El Nacional. Los propios fotógrafos del diario hacían álbumes y se los entregaban a los agentes”, detalla Hernández.

En el acervo se pueden encontrar trabajos de los hermanos Mayo, Antonio Carrillo (creador del departamento de fotografía en El Nacional), David Flores, Alfonso Carrillo, Raúl Ynzunza, Ismael Casasola, Héctor García, Enrique Díaz y Mariana Yampolsky, entre otros profesionales de esa disciplina.

Tenemos también algunos dibujos y grabados de varios artistas que se publicaron en el suplemento cultural que estaba a cargo de Fernando Benítez, quien entre 1936 y 1947 fue reportero, editorialista y director de ese diario, añade.

y microfilmes

El historiador Rafael Hernández reitera que no se encargan de una bodega de papeles, sino de un acervo que tiene una gran riqueza por descubrir. Queremos que salgan muchas más investigaciones, artículos, libros, sobre todo, recuerdos. Por eso, desde hace unos días difundimos imágenes por las redes sociales.

El instituto cuenta también con una colección gráfica y de sonido propia (3 mil 500 carteles, fotografías y audiovisuales), así como el archivo de 150 fotografías de Fernando López Portillo, integrado además por artículos escritos por este veterano revolucionario para El Sol de México, El Heraldo, Sucesos para todos y El Legionario; incluye documentación de su ejercicio como pagador del Ejército Constitucionalista y secretario particular del general Arnulfo R. Gómez.

Ochocientas fotos de la colección de David Gris, uno de los seudónimos utilizados por el fotoperiodista Raúl E. Puga, publicada sobre todo en el suplemento Magazine del diario Novedades, entre 1957 y 1960, abarca desde paisajes naturales hasta deportes y espectáculos.

Cincuenta imágenes digitales y copias de documentos (cartas del cuartel general zapatista en Tlaxcala) del archivo del general Benito Zamora Bravo (1918-1920), una fuente importante para el estudio del ejército del sur durante los últimos años de vida de Emiliano Zapata y luego de la muerte del revolucionario.

Ciento cincuenta piezas de microfilme y fotocopias de documentos de investigación de William D. Raat, quien en 1981 publicó el libro Los revoltosos: rebeldes mexicanos en los Estados Unidos, 1903-1923, sobre los opositores en territorio del país del norte al régimen de Porfirio Díaz. Raat donó al Inehrm su archivo de notas y los rollos de microfilme utilizados para esta investigación.

Mil imágenes de Fernando Esquivel, un aficionado de la fotografía, quien trabajó entre 1940 y 1980. Sus temas de interés fueron los templos e imágenes religiosas, también incluye postales y timbres.

El instituto conserva 12 mil fotografías de la colección de Luis Fermín Cuéllar, que abarcan cerca de un centenar de temas de la historia de México desde los orígenes del hombre en el continente americano hasta el periodo de Miguel de la Madrid, y 2 mil 500 microtarjetas de la colección del historiador Pablo Serrano Álvarez.

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