Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 5 de mayo de 2013 Num: 948

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

A 50 años de
En el balcón vacío

José María Espinasa

Adiós al arquitecto
Pedro Ramírez Vázquez

Elena Poniatowska

Adónde, adonde
Eduardo Hurtado

Sergio Pitol, el autor
y los personajes

Hugo Gutiérrez Vega

La novela policial
Sergio Pitol

Terrence Malick y el sentido del universo
Raúl Olvera Mijares

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Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Maribel Portela: la belleza de lo efímero

Maribel Portela (México, DF, 1960) es reconocida como uno de los máximos exponentes de la escultura en cerámica contemporánea. En 2008 impactó su exposición Jardín onírico en el Museo del Antiguo Palacio del Arzobispado, donde construyó un bosque fantástico conformado por varias decenas de plantas y flores de gran y mediano formato elaboradas en barro. A partir de entonces comenzó a explorar otros materiales –es una creadora audaz que no conoce límites ni fronteras– y su arrojo la llevó a trabajar con guajes, fieltro, papel, botones y otros materiales no convencionales. En 2012 fue merecedora de una residencia del Fonca y la Universidad de Tsinghua (China) para viajar a ese país y explorar técnicas diversas que los artistas chinos de hoy han sabido reciclar en la creación de inusitadas obras contemporáneas. Ahí comenzó a apasionarse con los papeles, material de tradición ancestral en Oriente y que hoy juega un papel importante en el arte contemporáneo; el año pasado fue invitada a dar un taller en la misma universidad y a exhibir su trabajo en la VII Bienal Internacional de Arte en Fibras que se lleva a cabo en Jiangsu Nantong, en la que participan alrededor de trescientos artistas que despliegan un abanico de creaciones inusitadas, realizadas con los materiales más diversos e inverosímiles. La pieza de Portela que formó parte de esta Bienal se titula Paisaje azul y es una obra mural de 420 ×100 cm realizada en una malla de fibra sintética (de textura similar a las fibras para lavar trastes) finamente recortada a la manera del papel picado con motivos vegetales. La naturaleza siempre ha estado latente en el trabajo de esta evocadora artista.

Maribel Portela ha explorado con curiosidad infinita el universo vegetal y mineral para la realización de su obra escultórica, creando un lenguaje orgánico de gran atractivo y sensualidad. Su trabajo reciente ha dado una sorprendente vuelta de tuerca y sus extravagantes flores y plantas modeladas en arcilla y madera, que conformaron su jardín onírico,han devenido delicadas metáforas en papel que nos hablan más de un mundo posible que de una realidad palpable. Partiendo del discurso curatorial que viene promoviendo este museo entre artistas contemporáneos y la obra de su acervo, Portela toma como piedra de toque una serie de estampas realizadas en el siglo XVIII en Roma por Giovanni Volpato, Giovanni Ottaviani y Pietro Camporesi que forman parte de un volumen sobre la decoración de las Estancias del Vaticano pintadas por Rafael Sanzio. En estos grabados de exuberante riqueza barroca destaca el delirio decorativo de frutos y flores que se engarzan en sensuales guirnaldas orgánicas. Maribel reimprime digitalmente estos grabados en finos papeles orientales y los recicla como simple artificio lúdico en sus nuevas construcciones escultóricas.

En la naturaleza, combinaciones de colores y formas geométricas se repiten una y otra vez creando universos inimaginables. Maribel Portela toma como leitmotiv esa repetición de formas y con millares de hojas de papel de China decolorado, teñido y manipulado crea asombrosas esculturas que evocan árboles, flores, capullos o nubes. A simple vista, las obras de Portela se antojan no figurativas, porque la representación de la naturaleza en ellas es sutil y velada, apenas esbozada. Hay una sublectura de estas piezas que es totalmente orgánica, y por lo tanto, vital: las esculturas de Portela se perciben vivas, como la naturaleza que emulan. En sus esculturas vegetales en arcilla, la artista evoca lo telúrico, mientras que el efecto en estas delicadas piezas en papel es puramente etéreo. La variadísima morfología del mundo vegetal se repite en patrones simétricos y asimétricos que configuran una armonía en el aparente desorden.

Cúmulo reúne diez esculturas en papel que invitan a la contemplación porque encierran un misterio que rebasa la realidad evidente. En una de las salas recién remozada que se inauguró hace unos meses con una escultura en petate de Francisco Toledo, Portela instaló una soberbia nube que pende del plafón, construida con 13 mil hojas de papel de China blanco que el espectador puede disfrutar en todo su volumen y perspectiva tirado en el suelo sobre un tapete de petate. El visitante se adentra en terra incognita y deambula más allá de las apariencias ficticias de la objetividad física. Lo representado dice más que lo que representa. La belleza del mundo natural se oculta en la diafanidad de estas evanescentes esculturas de papel que estimulan la imaginación y avivan los sentidos.