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Vox libris
Lecturas peligrosas
Periódico La Jornada
Domingo 21 de abril de 2013, p. a16

Atravesar el Atlántico escondido dentro de toneles de vino para lograr entrar a la Nueva España por el puerto de Veracruz. Fungir como el vehículo idóneo de ideas revolucionarias. Llegar a las manos de la persona indicada o ser descubierto por la Santa Inquisición y arder en la hoguera... Tales fueron algunos de los destinos de muchos libros durante la época colonial.

Bajo la premisa de que los textos pueden ser más peligrosos que las personas, ya que son capaces de difundir ideas mucho más lejos en el tiempo y el espacio, la Corona española y el Tribunal del Santo Oficio buscaron controlar lo que se leía en la Nueva España, mediante una ardua censura y penas que llegaban a la prisión o la excomunión para quien leyera, editara o distribuyera lecturas prohibidas.

Libros que revolucionaron el pensamiento moderno y llevaron a la humanidad a nuevos paradigmas fueron proscritos por heréticos, ”falsos”, ”supersticiosos” o ”lascivos”. Las novedades editoriales de Copérnico, Kepler, Rousseau, Descartes, Newton y Lutero, entre otros, fueron prohibidas por peligrosas.

Foto

Tras una exhaustiva investigación historiográfica, el doctor en historia José Abel Ramos Soriano ofrece en Los delincuentes de papel un abundante panorama en torno a la censura bibliográfica en la Nueva España, al tiempo que delinea la importancia de los libros en la gestación del movimiento de independencia de México.

Título: Los delincuentes de papel: Inquisición y libros en la Nueva España (1571-1820)

Autor: José Abel Ramos Soriano

Editorial: FCE

Número de páginas: 414

Precio de lista: 220 pesos

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