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Sigue muy activa y tiene dos proyectos pendientes de estreno; mañana, el festejo en París

Con su belleza mediterránea y sin escándalos, la diva Claudia Cardinale cumple 75 años

El año pasado el español Fernando Trueba le rindió homenaje en El artista y la modelo

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Jean-Paul Belmondo y Claudia Cardinale durante el estreno de Cartouche, en 1962Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de abril de 2013, p. 8

Roma, 13 de abril.

Hace cinco décadas, los grandes cineastas italianos se peleaban por fichar a una joven actriz, guapa como pocas. A sus 25 años, esa joven nacida en Túnez vivía el momento decisivo de su carrera: Claudia Cardinale se situaba en la senda que conducía a la primera división de las divas del cine italiano, junto a Sophia Loren y Gina Lollobrigida.

Cincuenta años después sigue tan activa como antes. El año pasado, el español Fernando Trueba homenajeaba su belleza en El artista y la modelo, y este año tiene ya dos proyectos pendientes de estreno. Su lema: Si quiero, puedo. Mañana, esta mujer que no le teme la edad celebra en París su cumpleaños 75.

Comenzaba la década de los años 60 cuando la italiana Claude Joséphine Rose Cardinale se ponía a las órdenes de Luchino Visconti para rodar el clásico Rocco y sus hermanos y Cartouche, donde daba vida a la amante del bandido Jean-Paul Belmondo.

Éxito tras éxito, llegaba el decisivo año de 1963 y todos querían verla en el set de rodaje. Así, llegó Federico Fellini y su clásico 8 1/2, regresó con Visconti en El Gatopardo y Blake Edwards la fichó en su exitosa comedia detectivesca La pantera rosa. Las bases quedaron sentadas para que Claudia se convirtiera en La Cardinale.

En los años y décadas que siguieron fue, con su belleza mediterránea, una de las mujeres más deseadas del planeta. Y sin desnudarse jamás ante la cámara. Según dijo una vez, una mujer resulta mucho más erótica si deja espacio a la fantasía en lugar de enseñar todo. Aún hoy, la italiana de marcada voz sigue teniendo fama de mujer reservada, sin escándalos ni delirios de grandeza.

Cardinale dejó para la historia momentos inolvidables cuando encarnó a la joven viuda Jill McBain en la obra maestra de Sergio Leone C’era una volta il West (1968): cómo llega sola a la estación de tren y poco después descubre los cadáveres de su nueva familia, reflejando una tristeza y confusión en sus oscuros ojos que hicieron historia. O junto a Klaus Kinski en Fitzcarraldo (1982), de Werner Herzog.

Nacida en 1938 en el norte de África, en 1957 ganó un concurso de belleza en Túnez y con ello un viaje al Festival de Cine de Venecia. Allí comenzó su imparable ascenso. Su primer papel lo interpretó poco después en I soliti ignoti de Mario Monicelli, al lado de estrellas como Vittorio Gassman y Totò. El productor Franco Cristaldi, que después sería su marido, ya había tomado las riendas de su carrera.

Cardinale actuó junto a actores que forman casi un abecedario de la historia del cine: Alain Delon era para ella el más guapo, Sean Connery el más fascinante, Burt Lancaster el perfecto y Cary Grant el más simpático. Siempre me he entendido bien con los hombres, dijo una vez. Pero siempre he separado la vida privada del trabajo. Participó en producciones italianas, francesas, estadunidenses y británicas, y en 1987 marcó un hito televisivo con la trilogía La Storia, basada en la novela de la italiana Elsa Morante. No echo de menos el Óscar, sólo sería una estatuilla más, mi casa está llena de premios, dijo en otra ocasión.

La Cardinale no vuelve la mirada atrás y nunca se sintió sólo italiana, sino una ciudadana del mundo: Soy francesa porque en Túnez fui a un colegio francés. Soy italiana porque mi padre es siciliano. Soy tunecina porque nací allí.