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España: pitadas al monarca y al himno nacional
E

s famosa la pitada con la que en 1925, en plena dictadura del general Primo de Rivera, la afición del club de futbol Barcelona recibió la Marcha Real, es decir, el himno monárquico español. El entonces campo del FC Barcelona, Les Corts, fue clausurado por seis meses por el comportamiento de la afición catalana. Casi 90 años después son famosas las estruendosas pitadas a la monarquía y al himno nacional en 2009 y en 2012 en las finales de la Copa del Rey de futbol entre el Barcelona y el Atlético de Bilbao, en Valencia y en Madrid.

Hace algunas semanas, el 10 de febrero de 2013, Juan Carlos de Borbón fue recibido con una estruendosa pitada por el público del pabellón Fernando Buesa de Vitoria (en el País Vasco), donde se iba a disputar la final de la Copa del Rey de basquetbol entre el Barcelona y el Valencia. Había 15 mil personas. A las siete de la tarde el rey accedió al palco. Cuando el monarca aparece oficialmente en un acto público, suena el himno nacional por la megafonía. Juan Carlos fue recibido con una fuerte pitada, gritos de fuera y algunos aplausos. La pitada se mantuvo mientras se escuchaba apenas medio minuto una versión comprimida del himno nacional. El partido comenzó entonces normalmente. El diario deportivo Marca tituló así: Nuevo bochorno: brutal pitada al himno y al Rey.

Al día siguiente se dio la reacción automática del partido posfranquista, el Partido Popular, que tiene mayoría en el parlamento y está en el gobierno, aunque últimamente muy desmejorado en las encuestas de opinión. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, consideró reprobable y rechazable la pitada destinada al jefe del Estado y al himno nacional en la final de la Copa del Rey de baloncesto. Declaró lo siguiente: Deberían existir sanciones para ese tipo de actos, que lo que hacen es ofender a símbolos que son de todos los españoles, a símbolos del Estado.

Durante la República, el himno español fue el Himno de Riego, un liberal alzado en 1820 contra Fernando VII. En el franquismo se recuperó la Marcha Real. Tras el franquismo, uno de los pactos de la transición fue restaurar la monarquía borbónica en la persona de Juan Carlos de Borbón, según lo indicado por el general Franco, y mantener la Marcha Real como himno nacional.

Durante el franquismo, en las escuelas y en todo lugar (dicen que hasta en los cines en los primeros años) se cantaba a la fuerza la Marcha Real con letra de un escritor franquista llamado José María Pemán. Yo me sé esta letra de haberla escuchado centenares de veces en la escuela, con el verso fascista Alzad los brazos, hijos del pueblo español. Y continuaba, Gloria a la Patria que supo seguir sobre el azul del mar el caminar del sol. Eso requería algunos conocimientos geográficos. Nada decía el himno de lo que le ocurrió a la población local cuando la navegación por el azul del mar tropezó con el continente americano. Esa letra fascista duró casi 40 años.

Juan Carlos de Borbón estuvo bastantes años en el ejército de Franco (precisamente, hasta que Franco se murió, ni un día antes). Escuchó esa música cotidianamente, seguro que lleva esa letra en la memoria. Pero con la transición se suprimió oficialmente la letra. A quienes tienen menos de unos 45 años, la letra que les suena es una versión algo surrealista que se difundió subversivamente en las escuelas al final del franquismo: “Franco, Franco que tiene el culo blanco…”. Mis hijas la cantaban entusiasmadas a los 6 u 8 años, en 1975, ante la mirada asombrada de su abuela. Así millones de niños.

¿Por qué no inventaron otro himno con otra letra durante la transición? Porque la transición tuvo mucha continuidad. No podemos decir que la transición fuera la misma música con la misma letra ni tampoco la misma música con otra letra. Fue la misma música pero sin letra.

Y es esa música que acompaña a la monarquía borbónica, la Marcha Real, la que levanta esas pitadas en las finales de campeonatos de futbol o de baloncesto que se juegan en Cataluña o en el País Vasco, o cuando intervienen equipos catalanes o vascos que arrastran a sus aficiones. No me extrañaría que con el malestar político español actual, como protesta por la corrupción y las políticas económicas, vaya a haber imitadores en otros estadios con otros equipos y en otras finales. Ya ha habido algunas pequeñas pitadas al monarca fuera de los estadios.

* ICTA-Universidad Autónoma de Barcelona