San Cristóbal de las Casas, 26 de febrero. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) dio a conocer los testimonios de mujeres pertenecientes a sus cinco caracoles sobre la participación directa de éstas en las experiencias de gobierno autónomo. En el comunicado El muy largo camino de las zapatistas describen los cambios que se ha logrado impulsar en sus comunidades y familias.

Al presentar la compartición de las zapatistas con pasajes del cuaderno Participación de las mujeres en el gobierno autónomo, el subcomandante Marcos explica que las compañeras hablan de cómo ven su propia historia de lucha y, de paso, derrumban algunas de las ideas sexistas, racistas y antizapatistas que, en todo el espectro político, hay sobre las mujeres, sobre las indígenas y sobre las zapatistas.

El comunicado pertenece a la séptima parte de la serie Ellos y nosotros, donde el EZLN ha delineado su posición ante las circunstancias políticas de México, luego de la notable movilización de sus bases de apoyo, 40 mil de las cuales marcharon en cinco ciudades de Chiapas el pasado 21 de diciembre, marcando lo que muchos han llamado el regreso de los zapatistas. Más bien reveló que ahí han estado todos estos años, construyendo sus formas propias de gobierno comunitario, municipal y regional, y logrando cambios sociales profundos, en particular para las mujeres.

Guadalupe vive en Galilea, región Monterrey, donde no hay municipio autónomo. Es promotora de educación en el caracol de Oventic: Desde el inicio de la vida las mujeres tenían un papel en la sociedad, en los pueblos, en las tribus. No vivían como ahora, eran las más importantes para la conservación de la familia, eran respetadas porque dan la vida, así como nosotros respetamos a la madre tierra que nos da la vida. En ese tiempo la mujer tenía un papel importante pero con la llegada de la propiedad privada eso se fue cambiando.

Al igual que otras indígenas cuyos testimonios aparecen citados, Guadalupe elabora: La mujer fue relegada, pasó a otro plano y llegó el patriarcado con el despojo de sus derechos de las mujeres, con el despojo de la tierra.  Con la llegada de la propiedad privada empezaron a mandar los hombres y se impuso la explotación de todos pero más de las mujeres.

Pues además, sostiene, llegó la opresión de los hombres y la discriminación por ser indígenas. Ante la falta de derechos, se vio necesario luchar por la igualdad de derechos, fue así como se dictó nuestra Ley Revolucionaria de Mujeres. Sabemos que aquí en la Zona Altos tal vez no hemos tenido grandes avances, son lentos pero vamos avanzando.

Cita avances pequeños en los diferentes niveles, áreas, y lugares donde nos toca trabajar, y entre hombres y mujeres analizamos cómo estamos en cada punto de dicha ley. Porque si estamos hablando de una lucha revolucionaria, no la hacemos sólo los hombres o las mujeres, es tarea del pueblo. Todos tenemos un lugar en esta lucha y debemos participar en el análisis y en las tareas pendientes.

Habla también Eloísa, del pueblo Alemania, municipio San Pedro Michoacán, quien ya fue miembro de la junta de buen gobierno en el caracol de La Realidad: Teníamos ese pensamiento que nosotras sólo servimos para el hogar o cuidar los hijos, hacer la comida; tal vez será por la misma ignorancia del capitalismo. Tampoco teníamos espacio de parte de los compañeros, tal vez no es porque ellos lo querían hacer, sino porque tenían la idea que el mismo capitalismo nos lo penetró en la cabeza. También porque el compañero no está acostumbrado a hacer oficios dentro del hogar, lavar la ropa, hacer la comida y se le hace difícil cuidar los hijos para que la compañera pueda salir a hacer su trabajo.

Pegaditos al pueblo

En el comunicado Aprendiendo gobernar y gobernarnos, es decir a respetar y respetarnos, divulgado el viernes, hablan distintos actores del gobierno autónomo indígena. Admiten problemas de tierra, de amenaza, de luz, porque no vivimos solamente los que somos base de apoyo, más cuando vivimos en los pueblos oficiales donde están los enemigos, los que gobiernan, o los paramilitares.

Así, tenemos que ver la forma de gobernar también en esas condiciones. Aprender cuesta porque no hay un instructivo, tenemos que recordar cómo sirvieron nuestros antepasados cuando no eran nombrados por los oficiales, sino por el pueblo y ellos servían. Ya empezó la corrupción, empezó el mal servicio y es cuando entró el sueldo.

Los testimonios, anónimos en este caso, insisten en la necesidad del aprendizaje, no importa la edad: No estamos preparados, porque como campesinos nos enfocamos en el campo, nuestra ley es el machete y la lima, y el pozol que llevamos.  

Cuando se es autoridad, hay que explicar, por ejemplo, la razón de cualquier modificación a los reglamentos. Convencer y no vencer a la fuerza, para que el pueblo no se desanime, no se descontrole. Se trata de estar siempre con el pueblo, pegaditos.

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