Cultura
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La pianista Oxana Yablonskaya y el director Dmitri Yablonsky se presentan con la Ofunam

La música nos permitió salir al mundo, celebran madre e hijo artistas

Detrás de todos los grandes creadores hay mucho quehacer y cultura, subrayan en entrevista

El arte sonoro no es un trabajo para nosotros, es un privilegio, sostienen

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Dmitri Yablonsky y Oxana Yablonskaya en un ensayo en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAMFoto Carlos Cisneros
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Dmitri Yablonsky y Oxana Yablonskaya, durante la entrevista con La JornadaFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Sábado 2 de febrero de 2013, p. 4

A veces me gustaría más hornear un pastel con ella que hacer música, pero somos afortunados por estar aquí, una vez más tocando juntos y siendo felices. La mirada del director Dmitri Yablonsky se dirige con dulzura hacia su madre, la pianista Oxana Yablonskaya, al hacer tal confesión.

La presencia en México de ambos músicos de origen ruso responde a que este fin de semana actuarán en el tercer programa de la Temporada de invierno de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam). Ella como solista, él como director huésped, mancuerna artístico-familiar que procuran hacer de manera frecuente.

De 50 años, para Dmitri Yablonsky esta es su segunda visita al país, pero la primera ocasión que dirigirá en la ciudad de México; hace unos años lo hizo en Monterrey, como parte de un concurso.

En tanto, la presencia de la prestigiada pianista ha sido más o menos recurrente en escenarios nacionales desde que vino por vez primera, a finales de los años 70, invitada por el director Enrique Bátiz.

Búsqueda de libertad

Madre e hijo, solista y director, se muestran muy gentiles, simpáticos y amorosos durante la entrevista que conceden a La Jornada al término del primer ensayo conjunto que tuvieron con la agrupación universitaria, este jueves.

En particular, les corresponderá interpretar el Concierto para piano número 2 de Chaikovsky, obra muy alegre y fresca, según la concertista. El programa incluye las Danzas de kiosco, de John Corigliano, y las Danzas sinfónicas de West Side Story, de Leonard Berstein.

Quizá de forma azarosa, el programa refleja un aspecto singular de la biografía de esos artistas, pues ambos nacieron en la entonces Unión Soviética, pero emigraron hacia Estados Unidos en 1975. Su origen está representado por la obra del ruso Chaikovsky, mientras su emifración por el par de piezas de los compositores estadunidenses.

Salimos de Rusia en busca de libertad. En aquellos años era muy complicado hacerlo, ahora ha cambiado mucho la situación, tanto que los rusos son más americanos que los propios estadunidenses, ironiza Dmitri Yablonsky, quien, al igual que su madre, realizó sus primeros estudios musicales en la Escuela Central de Moscú para alumnos talentosos.

No obstante que esa escuela era el plantel educativo más importante en la ex Unión Soviética y uno de las mejores en el mundo, el director y la pianista rechazan que ellos hayan sido niños prodigio o superdotados.

Lo que sí aceptan es que fueron bendecidos por la vida con talento –porque éste, por más que se quiera, no puede comprarse, afirma Oxana Yablonskaya–, pero aseguran que lo más importante para lograr ser un gran músico son la disciplina rigurosa y el trabajo constante.

Violonchelo y piano

Detrás de todos los grandes artistas hay mucho trabajo y cultura. Uno debe sacrificar mucho desde la niñez. Es una forma de vida muy diferente a la de la mayoría de las personas, pero a cambio ofrece innumerables posibilidades y satisfacciones, indica Dmitri Yablonsky

En nuestro caso fue un boleto para viajar al mundo, algo casi imposible durante la época soviética, porque existía una cortina muy grande que impedía ver más allá de nuestro país. La música nos permitió salir al mundo, conocerlo.

Cuenta el director, quien es abuelo de un niño de cinco años y otro de seis meses, que su gusto por el arte sonoro fue inculcado desde muy pequeño por sus padres, ambos músicos profesionales. Lo curioso es que no comenzó con el piano, como parecería natural, sino con el violonchelo, del que es concertista.

Ello se debió a que tal instrumento es el favorito de su madre, quien le impuso su estudio. ¿Y si era su instrumento dilecto, porqué no lo escogió ella?, es la pregunta obligada a la pianista.

Es que lo descubrí tarde, cuando el piano me tenía totalmente atrapada, pero la sonoridad del chelo es la más bella del mundo, sólo por debajo del canto, responde Oxana Yablonskaya, quien considera un privilegio poder trabajar de forma profesional con su hijo, sea bajo su batuta o en dueto de violonchelo y piano, sentimiento que es compartido por el director de orquesta.

Tenemos muchos proyectos conjuntos, grabamos discos y damos conciertos, también recitales. Además, a finales de julio realizamos cada año un gran festival en Azerbaján, comentan la pianista y el director.

“El lazo de sangre y el afectivo nos permite trabajar de manera muy particular. Hay un vínculo muy especial, un entendimiento fuera de lo normal. Es difícil explicar cómo logramos esa unión.

La música no es un trabajo para nosotros, es un privilegio, más cuando podemos hacerla juntos, y afortunadamente podemos vivir de ella.

Los conciertos de la Ofunam serán el sábado a las 20 horas y el domingo a las 12 en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, avenida Insurgentes Sur 3000, CU.