Opinión
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Miopía en el PAN
E

l presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Gustavo Madero, dice que no ve una desbandada en su partido. Entonces su miopía es grave. Tras una caída de 80 por ciento en el padrón de afiliados al PAN, el político que lo encabeza salió a pretender dar una explicación de la catástrofe. Me parece que ni él quedó convencido de sus malabares y prestigitaciones realizadas para engañar incautos.

Tras el proceso para que los panistas refrendaran su militancia, las cifras de afiliados y adherentes disminuyeron drásticamente: un millón y medio de militantes abandonaron este instituto político, al quedar 369 mil 34 (Claudia Herrera Beltrán, La Jornada, 8/1/13). En la conferencia de prensa presentada para comentar los datos, Gustavo Madero quiso justificar el descenso al reiterar que el PAN no es un instituto de masas, sino de cuadros y afiliados bien identificados con la filosofía del partido. Bonito consuelo en una situación desconsoladora.

Lo que el presidente panista no dijo, pero que un análisis de los modos en que su partido estuvo cerca de aglutinar casi 2 millones de afiliados hace evidente, es que en el pasado reciente se organizaron festivos actos para persuadir a millares de personas con el objetivo de que se hicieran miembros del partido. La persuasión estuvo acompañada de argumentos como el de que la mejor manera de asegurar la permanencia en el empleo municipal, estatal o federal con gobiernos panistas era asegurando la permanencia en el poder de ese partido. Por ello creció inusitadamente el número de afiliados en entidades como Jalisco y Guanajuato.

Gran parte del millón y medio de quienes decidieron ya no refrendar su pertenencia al PAN fueron militantes de ocasión, como Vicente Fox, quien decidió no reafiliarse. Fugazmente formaron parte de las filas panistas por múltiples razones, pero entre ellas estuvo ausente la plena identificación con la filosofía y programa político de la institución. La que no quiere aceptar Gustavo Madero como desbandada (la llamó seudodesbandada) sí lo es, y en términos que revelan que Acción Nacional repitió el ominoso ejercicio que tanto crititicó en el PRI, el de la afiliación masiva con militantes cautivos.

Pero la crisis del blanquiazul no es únicamente en el drástico descenso de integrantes. Éste es un indicador más de algo que tiene mayor profundidad. Es claro que sus gobiernos han sido muy semejantes al del partido que históricamente combatió. La brega de eternidad que dijo su fundador, Manuel Gómez Morín, sería el motor del partido, se transformó cuando los panistas llegaron al poder en muy terrenales intereses que los igualaron, por lo menos, con los niveles de corrupción de los gobiernos priístas.

La famosa frase de Gómez Morín –que completa dice: No olvidemos, sobre todo, que nuestro deber es permanente, no lucha de un día, sino brega de eternidad y herencia para nuestros hijos. Que la decisión y el esfuerzo próximo sean episodios solamente en el cumplimiento de ese deber. Nunca, pues, celebraremos la llegada; cada día, todos los días, conmemoraremos y reiniciaremos la partida– fue cínicamente retomada por Vicente Fox. El 27 de febrero de 2004, cuando fueron trasladados los restos de Gómez Morín a la Rotonda de las Personas Ilustres, el entonces presidente aseguró que con el acto el Estado mexicano hacía plena justicia histórica al personaje. Por aquellos días ya estaba más que documentado el enorme enriquecimiento logrado bajo el amparo del poder de Fox, sus familiares y allegados.

En el sexenio 1988-1994, bajo la administración de Carlos Salinas de Gortari, los ideólogos panistas gustaban de alardear de la victoria cultural que habían logrado al obtener la incorporación en el programa gubernamental federal de puntos nodales del ideario del partido. No fue así; desde entonces el PAN se ha ido desdibujando. El oportunismo se apoderó del organismo, paulatinamente se fue ampliando el neopanismo pragmático y siempre atento a la feria de los puestos gubernamentales.

Con la vertiginosa vida política en que está inmerso el país, donde en pocos días declina el interés informativo y analítico de los temas, el presidente del PAN nunca explicó, como debió hacerlo, la debacle electoral de su partido en las elecciones federales del año pasado. Ni él ni su candidata, Josefina Vázquez Mota (actualmente en el limbo político), tuvieron la entereza de hacer un corte de caja, de reconocer lo ineludible: que la opción panista fue duramente castigada por los electores y las electoras, debido a los desastrosos resultados de sus gobiernos.

La peor noticia para los panistas es que pudiera ser que todavía no han tocado fondo. Es posible que todavía tengan por delante más caída en el abismo. Esto lo sabremos cuando tengan lugar los sucesivos procesos del calendario electoral por venir. Por lo pronto, los puntos de la agenda política pública los están marcando otros y no los panistas.

La miopía que padece Gustavo Madero es peor si él no reconoce la existencia del padecimiento. Dice que el suyo es un partido de cuadros cuando en realidad es una institución de cúpulas inextricables. Lo recomendable es que cambie de gafas, por otras que le ayuden a ver mayores horizontes.