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Se ridiculiza, incluso, a los superhéroes, señalan expertos

Los héroes actuales de las películas para niños se parecen al ciudadano común
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de enero de 2013, p. 8

París, 2 de enero. Setenta y cinco años después de Blancanieves y los siete enanitos, los dibujos animados ya no tienen tabúes ni fronteras y toman en serio a los niños. Ahora hay otros héroes que hacen las delicias de pequeños y mayores: una princesa rebelde o un niñito africano que lucha contra los prejuicios.

Desde Walt Disney y sus historias que evitaban los temas serios, hemos cambiado de planeta y de siglo, explica Michel Ocelot, el padre de Kirikou, un niñito africano nacido en 1998 en el cine, cuyas aventuras permitieron dar un giro, según los profesionistas consultados por Afp.

En 40 años, hemos pasado de los dibujos pintados a mano a las imágenes digitales, en 3D, con un ritmo de producción acelerado; la hegemonía de los estudios Disney cayó, recalcó Frédéric Nagorny, profesor de animación.

Mundo real

La gran diferencia, añadió Ocelot, es que “ya no se cree sistemáticamente que los niños son imbéciles. Cuando hay princesas, como Rebelde (de Mark Andrews, Brenda Chapman, 2012, Disney/Pixar), éstas ya no dicen ‘amén’”.

“Se ríe y se sueña mucho, pero las historias integran (el mundo) real en los cuentos modernos.

Se puede contar todo, tanto lo que va bien como lo que va mal, señaló Marguerite Abouet, autora del cómic Aya de Yopougon, que aborda las andanzas de una joven de Costa de Marfil.

Ambiente e independencia, los temas

“Incluso en Disney, se acabaron las historias para ‘niñitos buenos’. Se habla de medio ambiente y de la independencia de las niñas, lo que era inconcebible hace sólo unos años”, insistió Ocelot.

De Toy story a Lorax o de Shrek a Kirikou, por ejemplo, los héroes se parecen al ciudadano común.

Juguetes, animales, monstruos, niños, adolescentes o ancianos... los protagonistas de hoy día tienen problemas como todo el mundo, intentan vivir con los demás, que a menudo son los malos (padres, vecinos, colegio). Uno se identifica con ellos, añadió Abouet.

Kirikou, un niño negro, chiquitín, ágil y desnudo, vive en una aldea africana imaginaria. Su bondad y gran inteligencia le permiten ayudar a los habitantes.

Pero no sólo eso. La primera historia Kirikou y la bruja (1998) –contó Michel Ocelot– está basada en la violación colectiva de una joven.

“Comienza con gran dureza pero hago un cuento más bien tranquilizador. Hablo de por qué la gente es mala, del perdón, de no tragarse cualquier explicación. En el último episodio (Kirikou y los hombres y las mujeres), que salió en octubre, abordó el racismo, y Karaba (la bruja) se desmorona, ya no soporta su soledad”.

Incluso cuando hay superhéroes, algo frecuente en Estados Unidos, se les ridiculiza, sostiene Nagorny.

De ahí el éxito mundial de Shrek o de las Cinco leyendas, de los estudios DreamWorks. Papá Noel, tatuado, cuenta en su equipo con un conejo de Pascuas armado con un bumerán y huevos explosivos.

En Ernesto y Celestina, dibujos animados en acuarela, un oso marginal, músico y payaso, conoce a una ratoncita que sueña con ser pintora o dibujante, pese a estar predestinada para ser dentista.

El eslogan y vivieron felices y comieron perdices se ha convertido más bien en se casaron, tuvieron hijos, se divorciaron, se interesaron por otras personas e intentaron vivir en un mundo que avanza muy rápido, concluyó con ironía Marguerite Abouet.