Opinión
Ver día anteriorLunes 31 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Breve reflexión en torno al año que termina
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al vez lo más sobresaliente en Estados Unidos en el año que termina fue la relección de Barack Obama, después de una de las campañas electorales más largas, más agresivas y costosas en la historia de este país.

El perdedor oficial fue Mitt Romney, pero más de un observador destacó que la mayor derrota fue para el sistema democrático que tanto ponderan los estadunidenses. Sin ambigüedades, se puede decir que cada vez es más grosera la forma en que las elecciones son cooptadas por grupos e individuos cuyo poder económico decide quién y para quién se gobierna en el país. Las contribuciones de millones de votantes no han sido suficientes para contrarrestar las multimillonarias que aportan individuos y corporaciones cuyo fin continúa siendo imponer sus intereses particulares sobre los de la sociedad en general.

Otro hecho que destaca en el plano negativo de lo sucedido en 2012 es la insistencia de los sectores más conservadores en el Congreso en obstaculizar una y otra vez cualquier acuerdo que posibilite avanzar en propuestas en las que la mayoría de la sociedad sea beneficiada. Muestra de ello es el impasse en las negociaciones sobre las condiciones para distribuir más equitativamente la carga fiscal. Independientemente del acuerdo que se logre, es un mal presagio sobre futuras negociaciones entre un sector del Congreso y el Ejecutivo.

Entre las notas alentadoras del año que termina está la creciente participación de la comunidad de origen latinoamericano en todos los ámbitos. En la sociedad estadunidense hay cada vez una mayor conciencia de su importancia y del peso que ha cobrado su intervención en las definiciones que afectan, ya no sólo a los intereses de ese grupo social, sino a los de la sociedad en su conjunto. En el proceso electoral que concluyó fue una bocanada de aire fresco y llamó la atención de los legisladores de ambos partidos que ya se apuran a rescatar el proyecto de reforma migratoria como recurso para ganar ese sector del electorado. Cabe esperar que en esta ocasión no surjan nuevos pretextos para obstaculizarla. Lo contrario sería una muestra de la incapacidad para entender el significado y las consecuencias de esa participación.

Vale decir que, así como en la sociedad estadunidense llamó la atención la participación de los votantes latinos, también lo fue la marcha efectuada por miles de zapatistas en algunos poblados del estado de Chiapas. Su espectacular resurgimiento es un indicio de que el proceso de la transición democrática en nuestro país no tiene el mismo significado para todos. No está completo ni se agota mientras los beneficios del desarrollo dejen fuera a los millones representados simbólicamente por ellos. Pensar lo contrario sería una pésima lectura sobre una realidad que es más necia y evidente que cualquier elaboración teórica sobre las causas de su marginación. Por ahora, sólo resta desear un mejor año a usted, amable lector.