Cultura
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Alberto Blanco recoge en un libro 25 años de escribir alrededor de obras artísticas

Aspiro pertenecer a la tradición del binomio poesía-artes visuales

Los textos reunidos no son una crítica, no me interesa calificar ni crear un hit parade, expresa a La Jornada

Presentará su volumen El eco de las formas en el museo Rufino Tamayo

 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de diciembre de 2012, p. 3

La pluma del poeta al servicio de la obra visual, para invitar al lector a captar otros aspectos de las imágenes realizadas por diversos artistas plásticos. Así define Alberto Blanco (DF, 1951) la intención de los ensayos que integran su libro El eco de las formas.

Editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el volumen reúne el trabajo de toda una vida, señala el autor. Son 25 años de escribir acerca de las afinidades, del gusto, sobre todo del aprendizaje en las artes visuales.

En entrevista con La Jornada, Blanco agrega que existe una tradición muy rica de poetas en relación con las artes visuales a la que aspiro pertenecer, y aclara que sus textos de ninguna manera intentan una crítica de arte, “no porque desprecie el oficio, sino porque lo reconozco como algo distinto; entre otras cosas, no me interesa, precisamente, criticar ni dar calificaciones, establecer un hit parade o decirle al artista qué debería hacer, si va bien o se regresa. Los críticos hacen eso y a algunos les fascina hacerlo, a mí no.

Los ensayos no intentan descifrar la obras, sino acompañarlas, ofrecer una vía hospitalaria y amable de acercamiento a una obra, por eso insisto en presentarla bajo una luz y un ángulo adecuados, con una buena voluntad de entrada.

Difícil, hablar de lo que se mira

El maestro Alberto Blanco asevera: antes que el escribir está el ver, en muchos sentidos, mucho más interesante que el pensar. El ver lo que requiere es una disposición total, una apertura y una inocencia frente a lo que se está viendo. Esa es la parte fácil, mucho más complicado es hablar de lo que se mira, de aquello a lo que no se parece, mostrar una obra en su mejor faceta o en una que destaque aspectos relevantes. Esa es la parte medular de nuestra capacidad de observar, luego, hay que poner eso en palabras, y es cuando interviene el oficio de escribir.

El eco de las formas incluye ensayos en torno a la escultura, la pintura, el collage, el arte-objeto, la fotografía y la arquitectura, de autores como Remedios Varo, Gabriel Macotela, Irma Palacios, Jan Hendrix, José Luis Cuevas, Rodolfo Morales y Graciela Iturbide, entre muchos.

El primero de esos textos lo escribió el poeta cuando tenía alrededor de 40 años: “fue acerca del autorretrato, de esta necesidad, casi compulsión, de vernos, de reconocernos, de entendernos, la cual continúa por más que ahora estemos viviendo una etapa distinta en las artes visuales, donde la pintura no es más que una de tantas posibilidades.

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Alberto Blanco (DF, 1951), durante la entrevista con La JornadaFoto Guillermo Sologuren

También hay ensayos que hablan de los orígenes de las imágenes. Entre más medita uno en el por qué hacemos imágenes aumenta el misterio, el asombro y en consecuencia lo que ignoramos. Por ejemplo, en un escrito hablo de los animales en las artes, son los primeros visitantes en las artes visuales. Me llama la atención que en pintura rupestre casi no aparecen plantas, hay pocos seres humanos y miles de animales. Existe algo en nuestra relación con ellos y las artes visuales que viene de muy lejos, preguntemos si no es así, por ejemplo, a Francisco Toledo y a tantos artistas.

El anhelo del artista

Alberto Blanco considera que cada obra, si de verdad lo es, “es única y con nuestra visión e entendimiento le damos vida a lo que se observa en ella. ¿Qué han dejado los grandes pintores en sus obras? Lo que me gusta llamar: el anhelo. Quien mejor lo expresó fue Gunther Gerzso, él decía que todo el chiste de la pintura es cómo convertir un poquito de tierra, de fibras vegetales, de pelos de animal, en una experiencia espiritual.

“Tàpies ha hablado también de eso, del poder encantador o encantatorio de una obra. Tal vez a eso es a lo que se refería Walter Benjamin cuando hablaba de aura en el arte, hay algo que se impregna en una obra cuando está hecha de verdad con arte. En todo el libro insisto mucho en ese punto de vista: un cuadro, un mural, un poema, un cuarteto de cuerdas no es arte. Son, en el mejor de los casos, artefactos, cosas hechas con arte.

“Cuando un cuadro se hace con arte está impregnado de esa calidad que le da el artista. El arte está, en todo caso, en la conciencia del artista y en la del recreador. En lo que nos hace sentir que las obras están vivas, aportando nuestra vida también y nuestra experiencia. En ese diálogo entre la obra imantada hecha por un artista y una visión atenta puede suceder algo como lo que ocurre en este libro, en el caso de un escritor, pues ese es mi oficio.

Puede suceder que quede un testimonio escrito de esa relación, muy antigua, entre las artes visuales, el pensamiento y la escritura. Aspiro a formar parte de esa tradición que no es tan reciente entre poesía y artes visuales, reitera.

El libro El eco de las formas será presentado mañana sábado a las 12 horas en el auditorio del museo Tamayo (Reforma y Gan-dhi, Chapultepec). Participan Luis Ignacio Sáinz y el autor.