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Activistas y religiosos exigen ayuda oficial más eficaz en un escenario con tintes de Katrina

Un mes después del paso de Sandy, los más pobres de NY aún sufren el desastre

Ante la casa del alcalde Bloomberg, afectados piden recursos para aliviar problemas de salud

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Voluntarios japoneses en la zona de desastre dejada por SandyFoto Ap
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Juan Carlos Ruiz (derecha) y otros religiosos ayer en Central Park, en la Calle 79 y la Quinta AvenidaFoto La Jornada
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de diciembre de 2012, p. 31

Nueva York, 4 de diciembre. Más de un mes después del paso de la supertormenta Sandy, para miles de personas en las comunidades más vulnerables de la ciudad de Nueva York aún no están resueltas las necesidades básicas y ahora enfrentan graves problemas de salud por una respuesta gubernamental que, para los más pobres, tiene tintes de la experiencia con Katrina en Nueva Orleans, denunciaron hoy líderes religiosos y comunitarios frente a la mansión privada del hombre más rico de la ciudad, el alcalde Michael Bloomberg.

“Vivimos en un cuento de dos ciudades: una próspera y otra de desastre. Eso ya existía desde antes, pero Sandy dejó al descubierto esa urbe de pobreza antes invisible”, declaró el reverendo John Mertz, durante un acto en uno de los barrios más lujosos de la ciudad, a poca distancia de la casa de Bloomberg. Él, junto con otros integrantes de Ocupa Fe y Ocupa Sandy (la primera de religiosos que se ligaron al movimiento Ocupa Wall Street; y la segunda, iniciativa para responder a la emergencia social que dejó Sandy), exigieron la entrega más acelerada de fondos para aliviar el sufrimiento de familias, sobre todo para los menores de edad y los problemas de salud en las zonas afectadas. Esto tiene que ver con buscar hacer que las dos ciudades se vuelvan una sola.

Inmigrantes sin apoyo

El sacerdote Juan Carlos Ruiz alertó que no hay suficiente apoyo inmediato para miles de los más vulnerables, sobre todo para los inmigrantes que viven en estas zonas, dijo que los invisibles son más fáciles de desaparecer. Declaró que “estamos resucitando a Katrina una vez más, por la lenta respuesta”. Resaltó que para los más vulnerables la situación sigue siendo grave y que, como fue el caso con la respuesta oficial a Katrina en Nueva Orleans, las autoridades no han atendido a las comunidades más necesitadas de una manera eficaz.

Es una de las ciudades más ricas del mundo. ¿Qué están esperando?, preguntó otro activista comunitario. Para algunas familias esperar otro día es inaguantable, saben que sus niños están viviendo en casas contaminadas, que esto afectará la salud de sus hijos para el resto de sus vidas; los padres lloran sin saber qué hacer. No veríamos esto en el barrio de Bloomberg. Luis, residente de una de las zonas más afectadas en Queens, quien se quedó sin casa y es activista comunitario, denunció: No somos animales, necesitamos ayuda ahora mismo.

Isabel, que vive en Coney Island, Brooklyn, dice que además de enfrentar todos los problemas por las inundaciones, ahora los caseros suben las rentas, “y nos dicen: ‘pagas o tienes que salir’, y hasta nos quitan la calefacción”.

El gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, visitó Washington esta semana para solicitar 33 mil millones en fondos federales para costos relacionados con la tormenta en este estado; mientras su contraparte en Nueva Jersey, Chris Christie, viajará próximamente a la capital para solicitar parte de lo que calcula son casi 37 mil millones en daños económicos por la tormenta.

Se estima que el costo económico en daños a propiedad supera 70 mil millones en toda la zona triestatal afectada por una tormenta tan amplia que cabían cinco Katrinas (aunque mucho menor en fuerza física que la que azotó a Nueva Orleans). Pero estos gobernadores llegan a Washington en un momento poco propicio, cuando el gobierno debate recortes severos en gasto en las negociaciones sobre el llamado precipicio fiscal.

Autoridades municipales y estatales en Nueva York y Nueva Jersey, así como agencias del gobierno federal han movilizado recursos y equipos de rescate y recuperación; cientos de miles en la región afectada ya cuentan con servicios básicos. También hay albergues funcionando y el proceso burocrático de solicitar asistencia y fondos procede, en un esfuerzo ampliamente elogiado públicamente. Sin embargo, como criticaron hoy líderes religiosos y comunitarios, demasiados de los más vulnerables siguen viviendo una emergencia, mientras que en las zonas céntricas de la ciudad todo parece normal.

Se han recaudado millones y millones en asistencia, gran parte de está canalizada a la Cruz Roja. Conciertos y teletones, más donativos de ciudadanos y empresas de todo tipo, se han canalizado hacia las organizaciones caritativas.

La próxima semana se realizará un megaconcierto en Madison Square Garden, encabezado por Paul McCartney, Eric Clapton, Bruce Springsteen y su E Street Band, Bon Jovi, Eddie Vedder, Roger Waters y hasta The Who, entre otros, para canalizar fondos a esfuerzos de ONG y otros que están trabajando en la recuperación de comunidades pobres afectadas por la tormenta (el concierto se trasmitirá mundialmente, afirman los organizadores).

Sin embargo, en varias de las comunidades muchos se preguntan dónde está ese flujo masivo de fondos públicos y privados. Los religiosos y activistas comunitarios subrayaron hoy que, como lo puso Ruiz, la caridad no es suficiente. Para el sacerdote y sus colegas que impulsaron una de las respuestas iniciales más efectivas a la emergencia humanitaria después de la tormenta, parte esencial de la recuperación es incluir a las comunidades en esa tarea, o sea en la toma de decisiones sobre qué necesitan y cómo desean reconstruir.

Para el periodista Chris Hedges, “el huracán Sandy, si uno es pobre, es el Katrina del norte”. La tormenta, escribió en su columna en TruthDig, reveló el abandono de infraestructura básica, la incapacidad de gobiernos para enfrentar los crecientes desastres provocados por la crisis climática, y la polarización económica. Ante ello, afirmó, Ocupa y otros tendrán que autorganizarse ante instituciones y gobiernos que ya no pueden, o no quieren, responder ante estas emergencias sociales.