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Mañana comienza la tercera edición del Festival Puente, que dirige Marcela Rodríguez

La música contemporánea se ha vuelto plural, pero todavía sigue relegada

Autores de México, España y otros países han propiciado un panorama de fuerza expresiva, dice

 
Periódico La Jornada
Sábado 17 de noviembre de 2012, p. 5

Desde hace algunos años las actuales generaciones de compositores de música contemporánea de México, España y otros países han propiciado un panorama de pluralismo y fuerza expresiva sin precedente, sin embargo, sigue siendo relegada de las programaciones, dice la autora Marcela Rodríguez, directora del Festival Puente: Encuentro Hispano-Mexicano de Música Contemporánea, que del 18 al 25 de noviembre realizará su tercera edición.

Será, resume en entrevista, un festival con 15 estrenos en México, nueve mundiales, nueve conciertos, seis grupos participantes, siete clases maestras (básicamente de composición) y siete sedes, entre ellas la sala Silvestre Revueltas, el auditorio Blas Galindo, la Escuela Superior de Música y la Fonoteca Nacional.

Además de ensambles como Tambuco y Plural, y la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, participarán escritores como Margo Glantz, Mario Bellatin, Fabio Morábito, Antonio del Toro y Tedi López Mills, y filósofos como Carlos Pereda, Myriam Albor y Eduardo García Ramírez.

Chile es el país invitado y se estrenará la película Bola negra (El musical de Juárez), realizada por Rodríguez y Bellatin. Todas las entradas, incluidas las clases magistrales, son gratuitas.

Rodríguez destaca que se trate de un festival de música, pero participan la literatura, la filosofía y el cine. En cada concierto habrá un poeta que leerá sus poemas en los intermedios. Es un festival interdisciplinario.

La idea de un festival México-España surgió porque la compositora vivió muchos años en ese país y conoce a los autores de su generación. No existía, dice, un conocimiento de la música que se hace en ambos países y tampoco se interpretaba, lo que es una situación general de la llamada música contemporánea, de la que se conocen los grandes nombres de países como Alemania.

Agujero con el franquismo

En 2009, Rodríguez retomó la idea de un festival México-España que se realizó a partir de 1973 y durante 10 años, impulsado por la mexicana Alicia Urreta y el español Carlos Cruz de Castro. En 2010 se realizó en Madrid, al año siguiente no se llevó a cabo y ahora se desarrollará de nuevo aquí.

Es incomparable la amplia producción de hoy a la de los años 70. Hubo un agujero muy grande con el franquismo. Ahora hay un resurgimiento más interesante, con una cantidad de compositores españoles impresionante, que se han ido a preparar a Alemania, Italia y otros países. También sucede así con las nuevas generaciones de compositores mexicanos.

–¿Qué es la música contemporánea, a qué se refiere el término, de algún modo relativo?

–Música contemporánea siempre ha habido, que es la del momento. La diferencia es que antes se tocaba más que ahora y la gente estaba al día. En la época de Beethoven, su música era la contemporánea.

–Pero no se le llamaba así, ahí hay una diferencia.

–Es enorme la diferencia, porque aquella no estaba relegada como ahora la de nosotros. Lo que se hace en los conciertos es tocar antigüedades. Las orquestas se han vuelto como un museo, en cualquier concierto en cualquier parte del mundo siempre van a estar programados Mozart, Beethoven, Bach, Telemann, los grandes clásicos. Y la música actual, de los siglos XX y XXI, es la primera vez que no está programada normalmente en las grandes orquestas.

La autora reflexiona sobre los por qué. “Creo que es el cambio de la técnica de la música de los siglos XX y XXI. La gran diferencia en la pasada centuria fue el cambio de la armonía. Dejamos de usar la de los armónicos naturales. Esto se empezó a romper a partir ya casi del último Wagner romántico.

Ahora hay una necesidad de ir más allá y de no seguir siendo románticos, porque la música tiene que evolucionar como lo hizo la pintura y la escultura. Alguien ve un cuadro de Picasso y le parece lo más normal, pero oye una música de la misma época y les parece una cosa rara.

En la pintura el arte figurativo pasó a ser abstracto, y en la música ocurrió lo mismo. Hay una música que es más abstracta, más de texturas. Cobró importancia la textura y la dinámica y los ataques a los instrumentos. Se empezaron a buscar sonidos nuevos, instrumentos nuevos, o ya conocidos pero tocados de nuevas maneras. Lo que antes eran ruidos feos o errores hoy son material exquisito.

Dice que en el Festival Puente se podrán apreciar las diversas clases de compositores que hay ahora, muchos de los cuales siguen utilizando las notas tradicionales. Durante los siglos XX y XXI la música se ha vuelto totalmente plural. Cada quien tiene su propia técnica, su propio pensamiento y organización de notas. En las otras épocas todo mundo escribía al estilo barroco, clásico o romántico.

Después se rompió con eso y empezaron a surgir escuelas como la francesa de Ravel, la alemana de Schoenberg y la italiana. Schoenberg creó el serialismo, la música dodecafónica, en la que los armónicos naturales no tenían nada que ver. Fue la necesidad de hacer música más de acuerdo con los nuevos tiempos.

–¿Era como un espejo de lo que pasaba?

–Era como un espejo de todo: la cosa social, cultural, artística, estética, política. Ya no es la melodía bonita ni estar dando concesiones al público, sino decir cosas diferentes, no mejores ni peores. En pintura, por ejemplo, se estaba haciendo arte abstracto y la música, por necesidad, también tenía que decir esas otras cosas.

–Y luego a todo esto se ha agregado lo electrónico y ahora lo digital, por ejemplo. ¿Es así?

–Fue poco a poco, desde los años 50-60. Los grandes compositores alemanes usaban cintas grabadas y las reproducían varias veces, las encimaban, como Schoenberg o Stockhausen. En Estados Unidos surgió el movimiento de John Cage, quien inventó el piano preparado, al que ponía tornillos y clips para encontrar otros sonidos que hacían más interesante la calidad del sonido, digo, más contemporáneo y cercano a lo que uno busca.

En México teníamos a Conlon Nancarrow, aunque casi nadie lo conoció porque vivía muy aislado. Él trabajaba con las pianolas, hacía sus rollos perforados. Son obras imposibles de tocar por el ser humano, pero suenan maravilloso. La ola vanguardista llegó a México un poco más tarde que en Europa y Estados Unidos.